Subasta de narcisistas

¿Hay líderes? No, en el mundo real hay unos que mandan y otros que obedecen. Para que existan líderes -y no caudillos- sería indispensable que empresas y organizaciones renunciaran a su caduco sistema de poder de arriba abajo, lo que solo es imaginable en la utopía, de manera que el liderazgo es ahora una cosmética de la vieja autoridad. A lo máximo que cabe aspirar es a que haya jefes respetuosos y dirigentes honestos. Desde esta idealización, ETB se ha lanzado con 12 líderes, espacio de sábado noche que se autodefine como talent show para ciudadanos jactanciosos que se creen con vocación de mando, dotados de carisma y que no cuestionan el modelo autoritario.

El concurso es una buena idea si aceptamos la relatividad del concepto de liderazgo. Es obra de la joven productora vasca Kalicon Media, dirigida por Alejandro Echevarría y que ha puesto en manos de la navarra Helena Resano la presentación de este formato diferente, pero pretencioso. Un jurado evalúa a los tribunos según la destreza para argumentar sobre un determinado asunto. En conclusión, líder es el pico de oro, algo que ya sabían en la antigua Grecia con su retórica. Poco importa si el candidato a líder se presenta con pantalón corto, en modo verbena. Recordemos que Albert Rivera se inició en la política ganando la Liga de Debate Universitario y acabó siendo el mayor desastre español desde Cuba.

Un miembro del jurado nos dio la clave: “Ganar el debate no es tener razón”. ¡Acabáramos! Esa es la perversión, poseer habilidades, mucho descaro y poco juicio. Sí, 12 líderes es solo un juego ágil, adictivo y superficial. En el fondo respalda la permanencia de un mundo de superiores e inferiores con una aristocracia (los líderes) llamados a pastorear a la gente. No, no hay líderes: hay narcisistas.

JOSÉ RAMÓN BLÁZQUEZ

Patología informativa de Antena 3

La primera razón de toda cadena generalista son las noticias. Aún más sentido tiene en los medios públicos, pues la información, en su utopía democrática, tendería a equilibrar el interés particular con el general. La información está amenazada por su perverso enredo con la opinión, por lo que se excede y lo que calla. ¿Alguien ha advertido que la presente crispación española está vinculada al populismo informativo de Antena 3, configurada como altavoz mediático del PP, al igual que Fox News con Trump? Estamos ante una enorme patología al eludirse el precepto de “que tu opinión no menoscabe la información”.

El servicio que hace Vicente Vallés a Feijóo y su plan conservador no lo supera ningún medio de similar onda ideológica. Es pura dinamita. Nadie le niega su derecho a narrar las cosas a su gusto y devaluarse en su deriva; pero el éxito de su telediario (el más visto en casi cuatro años) también tiene su causa en el fracaso ajeno. ¿Qué ocurre con Telecinco y Pedro Piqueras, su imagen más influyente, que no alcanzan a atraer al espectador? ETB lidera la información en Euskadi; pero TVE, algo recuperada, todavía se queda corta.

Vallés lleva semanas golpeando al PNV por no apoyar a Feijóo en su investidura. Con frecuencia lo califica de “partido satélite de Sánchez”, cargado de sucia retórica en la opinión y de indecencia en la profesión. Y qué decir de la deshumanización a la que somete al presidente socialista y los soberanistas catalanes. Signo de la bajeza moral de Antena 3 es su lema “contra el maltrato, tolerancia cero”, que adosa a las noticias sobre violencia machista. ¿Cómo se puede llamar maltrato, tan levemente, al asesinato de mujeres? Vallés y su canal agreden a la democracia con una aleación de resentimiento y propaganda.

JOSÉ RAMÓN BLÁZQUEZ

Una verdad incómoda

La pornografía es la comida basura del sexo: rápida, accesible y tóxica. Y el engendro menos parecido a la realidad. Fue el vicio de puteros como Alfonso XIII, promotor del cine guarro en España; pero a fuerza de banalizarlo y con las facilidades de internet y los móviles se ha convertido en un problema atroz para adolescentes, familias y la sociedad. Según Save the Children, casi 7 de cada 10 adolescentes consumen pornografía, a la que llegan por primera vez a los 12 años. De este asunto trata la impresionante serie documental Generación porno, dirigida por Oiane Sagasti y producida por ETB y TV3 junto a Shine Iberia, compañía que, ¿cómo entender la contradicción?, hace la bazofia de Gran Hermano.

La docuserie da la palabra a diez adolescentes de Euskadi, Catalunya y Madrid que hablan sin filtros, ya lo creo, junto a sus horrorizados progenitores. De lo que ven y lo sencillo que resulta acceder al porno más sádico y machista. “No lo buscan, les llega”. Es la cruda realidad, concatenada con la plaga de delitos sexuales cometidos por menores. Sí, hay que prevenir formando e informando con educación activa y diálogo familiar; pero también podemos desmantelar por ley democrática las mafias billonarias que, impunemente, rompen el corazón de nuestros jóvenes.

Generación porno debería incorporarse al currículo escolar desde los últimos cursos de primaria y otorgarle la merecida categoría de servicio público; pero es una frivolidad llevar a una actriz sexual al debate que sigue a cada capítulo junto a psicólogos, educadores y profesionales del derecho. Por la vía de la ficción también los adolescentes podrían aprender de Sex Education, serie juvenil que llega a su fin tras cuatro temporadas. El problema es que no tenemos ni remota idea del drama de los menores con el porno. Para saber, acuda el viernes noche a ETB2.

JOSÉ RAMÓN BLÁZQUEZ

Tan poderosos como locos

Ha comenzado la invasión de las compañías tecnológicas sobre la televisión y los diarios digitales. Aterrorizada, lo avisa Alex Levy (Jennifer Aniston) en la nueva sesión de The Morning Show, de Apple TV+: “Van a transformar las noticias en un algoritmo”. Han pasado tres años dejando atrás la pandemia y el asalto al Capitolio por las huestes trumpistas, mientras avanza la guerra en Ucrania con toda su crudeza. La historia abandona la cuestión del acoso sexual tras la muerte del depredador Mitch Kessler (Steve Carel); pero llega alguien peor, un magnate aeroespacial que monta la guasa de lanzar un cohete tripulado por él mismo y una periodista.

Se llama Paul Marks, un hibrido entre Elon Musk y Mark Zuckerberg, y lo protagoniza Jon Hamm, el supergalán de la memorable Mad Men, la serie que le devoró y de la que ahora podría liberarse. Su propósito es controlar la UBA, algo así como la CNN, donde informan Jennifer Aniston y Reese Whiterspoon, estrellas de este enorme relato sobre nuestro contradictorio mundo de felices avances científicos y desgraciadas libertades. Entre ambas mujeres hay una diferencia de 20 años, una declina y otra emerge, amigas pero rivales, una hetero y otra bisexual. Aniston reclama un lugar en el staff y confiesa haberse acostado con el abusador. De pronto, el sistema informático de la cadena es jaqueado y sus datos personales y corporativos quedan al descubierto. ¡Es la guerra y no han sido los rusos!

Vistos los primeros episodios la historia se va a mover en tres planos simultáneos: emociones, feminismo y luchas de poder. También hay racismo. ¿Tendremos romance entre Hamm y Aniston? Apuesto a que sí, pero será un amor desgraciado. En el choque entre tecnológicas y televisión me quedo con el fatalismo de la romántica Whiterspoon: “Siempre habrá alguien que quiera silenciarte”

JOSÉ RAMÓN BLÁZQUEZ

El cambio se queda en reforma

Septiembre evoca muchas cosas y pocas son buenas. Antes que el 11S, que cambió la historia, estuvo el golpe de Pinochet del que se cumplen 50 años, la muerte de Neruda, el terror de Septiembre Negro, “melancolía en septiembre” y sobre todo los exámenes sumarísimos, con su amenaza de última oportunidad. En la tele es la hora cero de la temporada y el momento en que las cadenas se juegan dinero y fama. Para Telecinco es especialmente decisivo con sus prometidos cambios de modelo tras la corrosiva época de Vasile. Su sucesor, Alessandro Salem, ha dicho que lo suyo es “cambiar y no tener miedo”. Por lo que hemos visto su proyecto es una reforma que no alcanza el cambio.

Una de las expresiones de esa corta mudanza es el nuevo formato de Jorge Javier Vázquez, Cuentos chinos, tan caótico como un bazar oriental en el que el amasijo de bragas, pilas y sartenes en el mínimo espacio constituye una teoría del desbarajuste. El resultado es, además de la desafección del público, con apenas el 8% de audiencia (la mitad que El Hormiguero), un fracaso por su enmarañado contenido. Contar con colaboradores voluntariamente ridículos como la exministra del PP Celia Villalobos añade un mayor deterioro, aunque la cómica Susi Caramelo y la santurtziarra Anabel Alonso se salvan del naufragio. ¿Qué músico, escritor o actriz autoestimada querría acudir al plató de semejante engendro?

Hoy le toca pasar examen a Ana Rosa Quintana, desterrada de las mañanas para rellenar el vacío existencial de la telebasura. Su espacio TardeAR es un reto estratégico de cuyas consecuencias dependen los afanes de Salem. No creo que con los mismos nombres, iguales productoras e idénticos conceptos de televisión puedan aprobar este curso. Cambiar exige derribar muros y no dar una mano de pintura. En Antena 3 y los desempleados de Sálvame no caben en sí de gozo.

JOSÉ RAMÓN BLÁZQUEZ