No son naciones, son selecciones

TVE vive un verano glorioso de popularidad, de esos cuatrienales en los que coinciden Eurocopa de fútbol y Olimpiadas. En el 2020 fueron eventos interruptus y desplazados al 2021 por miedo al virus y bajo la tiranía del confinamiento. Pero ya no fueron lo mismo. ¿Cabe mayor empacho que emitir 51 partidos en un mes? Como ocurre ante una mesa repleta de manjares, la gente picotea un poco de todo sin llegar a saborear nada. Lo mejor de este campeonato es que hay mucho donde elegir. Y lo peor, que es una competición banderiza, de identidades artificiales que, por banal autoestima, muestran su orgullo en un espectáculo deportivo. Es el circo de los países corriendo tras la pelota. Fíjense bien: no son naciones, son selecciones.

No hay novedades significativas en las imágenes que la televisión pública alemana sirve a más de 60 cadenas continentales, incluido el canal del Vaticano. El agujero de calidad de TVE es la mediocridad de los comentaristas. ¿No podrían haber fichado al insuperable Carlos Martínez, de Movistar+? Más allá del juego, la Eurocopa es un mercado persa en el que intermediarios de jugadores y clubes se disputan entre bambalinas contratos millonarios. Como es un gran escaparate comercial los futbolistas se juegan mucho en su cotización y futuro. Un gol, una jugada y un partido valen millones. Mi utopía es que Ucrania lo gane todo.

Sin solución de continuidad llegarán las Olimpiadas y Paris será la capital del planeta y contendremos el aliento ante la amenaza de atentados terroristas. Si Tokio alcanzó los 3.000 millones de telespectadores probablemente la capital francesa batirá el récord. Solo la inauguración es el más impresionante espectáculo del mundo. Y así, TVE será medalla de oro en audiencia este verano. Malas noticias para Antena3.

JOSÉ RAMÓN BLÁZQUEZ

Justicia poética en televisión

Lo que menos desean quienes han sufrido abusos sexuales es aparecer como víctimas. A todos les pesa la vergüenza y la angustia de revivir sus brutales experiencias. Hay un #MeToo de mujeres ultrajadas en el cine, la música y el teatro, de las que Epstein, Weinstein, Depardieu y Plácido Domingo son sus monstruos. Y hay también, más oculto, un #MeToo gay de depredadores de hombres jóvenes que aspiraban a una oportunidad. Su monstruo es Kevin Spacey, célebre intérprete de American Beauty y House of CardsLa docuserie Kevin Spacey al descubierto es una creación británica, distribuida por Max, antes HBO, que acredita los hechos y su contexto a través de diez de sus víctimas, unos pocos de los que pasaron por el aro.

Que Spacey viviera una infancia cruel, con un padre nazi que violó a su hermano desde los 13 años, no atenúa su villanía. El testimonio desgarrador de sus damnificados refrenda su modus operandi. Eran actores noveles en busca de trabajo, incluso un acomodador del teatro Old Vic de Londres, donde Kevin fue director artístico. A todos cautivaba con su fama, sus óscar y promesas de empleo. Ante el escándalo, la productora de House of Cards lo despidió y le reclama una millonada por los perjuicios; pero de momento no ha salido culpable de los tribunales. Como Al Capone, encarcelado por evasión de impuestos y no por mafioso.

¿Cómo probar un acoso sexual pasados los años? Nos queda el recurso de la justicia poética con series y documentales que castiguen la impunidad y restauren el sufrimiento de la víctima mediante la difusión de la verdad, aunque sea tardía. Como el destronado Juan Carlos I, cuya corrupción la han penalizado libros y reportajes. Y Kevin Spacey, que no volverá a actuar más en la ficción por ser en la realidad un maldito depredador.

JOSÉ RAMÓN BLÁZQUEZ

Se nos va Murphy para siempre

Después de siete temporadas, 126 capítulos y más de cien horas de amor y curación, The Good Doctor se va para siempre de las pantallas. El joven cirujano Shaun Murphy, genial pero frágil, ha dejado huella en los telespectadores por su epopeya de inclusión de la diversidad humana, visibilizando a personas obesas, LGBTI, de religiones varias, culturas, razas y de muchas otras identidades. Se trataba de normalizar singularidades dispersas con coraje y delicadeza y bien que lo consigue este aniñado doctor, de espectro autista y síndrome de sabio, similar al personaje que Dustin Hoffman encarnó en Rain man en 1988, hasta entonces el autista más popular.

Quizás la serie se ha ido deslizando hacia la ingenuidad, por un buenismo que choca con la realidad de un mundo feroz, conservador y excluyente. Este candor militante es la otra orilla de la lucha y la utopía que proponen el arte y los libros, pues a golpes y leyes cambian las cosas. Freddie Highmore no podrá liberarse de la figura de Shaun, del mismo modo que a Karra Elejalde, según ha confesado, le pesa terriblemente su cómico papel de Koldo en Ocho apellidos vascos. Ahora, el gasteiztarra se purifica con el drama de Segunda muerte, en Movistar+.

El oficio de médico es, junto a detectives, policías y abogados, el más representado en la televisión por su cercanía a la fragilidad de la vida y el combate contra la muerte. Al final, han pasado los años y Shaun Murphy tiene dos hijos y su mentor, amigo fiel y padre efectivo, el doctor Glassman, ha muerto, lo que sugiere que The Good Doctor no renacerá. En los últimos capítulos nuestra Lorena Bernal protagoniza un breve relato, todo un honor. Y así, entre dramas íntimos y urgencias de hospital, Murphy vuela a reposar en el memorial de las historias formidables.

JOSÉ RAMÓN BLÁZQUEZ

Mediaset te recompensa

¿Qué relevancia tiene que la donostiarra Cristina Garmendia haya asumido la presidencia de Mediaset tras meses en sede vacante? No lo sabremos hasta que se determinen sus atribuciones en el grupo italiano. El perfil profesional de la exministra es de ciencia y tecnología, pero sin conocimiento del negocio mediático, lo que podría sugerir un cometido más simbólico que estratégico. Garmendia tuvo el mérito de sobrevivir al segundo gobierno de Zapatero, aquel que llevó al Estado al borde del rescate cuando la crisis financiera y cuyos efectos de austericidio aún persisten en forma de salarios bajos, contratos basura y depauperación juvenil.

Mediaset vive en la zozobra por su cambio de ciclo, lastrado por la gestión de Paolo Vasile quien, a costa de hundir a la sociedad en la basura moral, dio a ganar millones a su jefe Bunga-bunga Berlusconi. El romano Vasile y el florentino Maquiavelo compartían el lema de que el fin justifica los medios. La apuesta de su sucesor, Alessandro Salem, de suprimir una parte de la podredumbre ha sido valiente y arriesgada. Tiene sus enemigos internos y de momento el apoyo de los herederos del clan milanés en la confianza de que restablecerá el liderazgo. En Euskadi Telecinco es número 1. Y ahí entra la señora presidenta.

En la zona oscura de Garmendia está la Ley Audiovisual de 2010 que condujo a TVE a la ruina por la supresión de los anuncios, 500 millones de euros anuales. Sabemos que aquella fechoría fue obra de la vicepresidenta Fernández de la Vega, homenajeada después por la patronal UTECA. ¿Y qué papel tuvo la nueva presidenta de Mediaset? Habiendo estado en el Consejo de Ministros que aprobó la privatización publicitaria su nombramiento podría interpretarse como recompensa diferida. Son mis dudas, pero le deseo suerte.

JOSÉ RAMÓN BLÁZQUEZ

Las mismas tardes

Las tardes de la tele se dividen en dos, antes y después de la siesta. Primero son los culebrones digestivos, de cuatro a cinco y media, y luego llegan los magazines leves, hasta las ocho. ETB inventó en 2004 el magazine vespertino con contenidos diversos, de lo político a lo mundano y donde toda peripecia tenía cabida, de Irún a Tudela, de Laguardia a Santurtzi. Se llamó Pásalo y vivió feliz 1.500 tardes, hasta que Patxi López y su lacayo Alberto Surio cometieron un vil televisionicidio para obtener la medalla al mérito español con distintivo rojo. Porque había que desabertzalizar no ya la radiotelevisión vasca sino la realidad del país. Desde entonces, las tardes de ETB2 ha ido deambulando entre concursos, humor y experimentos, sin dar con la tecla del interés y desechados por la audiencia.

Ahora ocupa su espacio Quédate y tiene como nuevo presentador al líder informativo de Radio Euskadi, Xabier García Ramsden, que sustituye a Leire Torre, valiosa y de gran proyección, quien, a su vez, había reemplazado a Ane Ibarzabal por maternidad. Se hace raro ver a Ramsden en tareas de entretenimiento, cuando lo natural es transitar de las noticias a los documentales. No se enseña en las facultades de periodismo la retórica del cuerpo. Y se nota en sus movimientos torpes y sonrisas forzadas; pero se aprende rápido. Tiene pensado reforzar los debates. ¿Quién desterró la política de las tardes? Cabe discutir sin merma, pero bien, de las corridas de toros, las monjas levantiscas, los pisos turísticos y también de la política real.

Lo impropio es hacer lo mismo y a la vez que la caduca Ana Rosa en Telecinco, el rollo carca de Sonsoles en Antena 3 y lo tradicional de Iñaki López en la Sexta, formatos clonados entre sí. Si son todos iguales la siesta se prolongará.

JOSÉ RAMÓN BLÁZQUEZ