Turismo sanitario

http://www.youtube.com/watch?v=mAwMV_phDEY

Así como nosotros practicamos el turismo de bajo coste en países empobrecidos aprovechando la fortaleza del euro y la necesidad por la que atraviesan sus habitantes dándonos la gran vida delante de sus narices sin remordimiento alguno por un lujo indecente imposible de disfrutar de otra manera, así como los españoles practicamos entre risitas el turismo sexual en Cuba en caso de los hombres, en la República Dominicana en caso de las mujeres o en Tailandia en caso de los pedófilos haciendo allí lo que por aquí ni nos atreveríamos a intentar, de igual modo vienen ingleses y nórdicos a nuestra tierra a que les tratemos a papo de rey y de paso aprovechar para adquirir los medicamentos de todo el año evitándose el gasto en recetas en sus respectivos países de origen; Es lo que se conoce como turismo sanitario, vertiente esta de las vacaciones en la que España destaca por su excelente cobertura universal, sufragada con el solidario esfuerzo y sacrificio de cuantos trabajan y pagan impuestos aquí, inmigrantes currantes incluidos.

Aunque hay indicios preocupantes, como el alto número de jóvenes desaparecidos, de que la península Ibérica está adoptando el papel correspondiente a Méjico o Brasil respecto a los EEUU como fuente suministradora para el tráfico internacional de órganos dentro de la UE, lo cierto es que, hoy por hoy, los Anglosajones mayoritariamente nos prefieren como médicos, enfermeros, cirujanos y farmacéuticos – reservando la anterior truculenta categoría para los países del Este – dada la alta calidad de nuestra red pública sanitaria que les sale, a ellos sí, enteramente gratuita, mientras hacen que toman el Sol en nuestras playas del litoral Mediterráneo que en algún tiempo muy remoto debió ser “Mare Nostrum”.

Hace tiempo que en el Ministerio de Sanidad son conscientes del problema y le han procurado poner coto. Pero, una vez más, los amos de Europa, nos han puesto en nuestro sitio y así, esta semana nos enteramos, no sin indignación de que la Comisión Europea, nos ha denunciado por negar a los pensionistas de la UE que residen temporalmente en el territorio español el acceso a medicamentos gratuitos sin la debida tarjeta que les acredite como pensionistas en sus respectivos lugares de residencia. Concretamente se subraya que «Las normas españolas no se ajustan a la legislación de la UE, ya que discriminan a los pensionistas de otros Estados miembros» Y es que, la legislación europea sobre seguridad social determina que los pensionistas que residen temporalmente en otro país tienen derecho a recibir asistencia sanitaria en las mismas condiciones que los nacionales, empleando su Tarjeta Sanitaria Europea. Y aquí reside en mi opinión el problema y la injusticia que nos acontece.

Sin entrar a discutir la menor, la exigencia o no del documento en cuestión, que ya es el colmo que en nuestro país los extranjeros gocen de ventajas negadas a los nacionales, lo que merece se someta a estudio es esa norma errónea, pues la misma no tiene en consideración los distintos grados de cobertura sanitaria que media entre los distintos Estados miembros de la Unión, ni la condición de zona turística de la que gozan, a caso sufren, algunos de sus socios.

Mientras la UE no se dote de una Seguridad Social común para todos los ciudadanos europeos, lo más correcto sería que los Estados se pasen los unos a los otros las facturas sanitarias ocasionadas entre sí, aplicándoles a sus respectivos ciudadanos los grados de cobertura vigentes en sus marcos socio-económico-laborales, para que nadie gane ni pierda, o cuando menos los españoles recibamos un trato recíproco a modo de convenios bilaterales con todos y cada uno de los países europeos como se hace en los tratados de extradición, pues no es de recibo que aquí les estemos atendiendo gratuitamente a toda Europa y cuando nos pongamos enfermos fuera de nuestras fronteras, tengamos que hacer frente al famoso copago.
Por supuesto, me siento muy orgulloso de que en nuestros hospitales, ambulatorios y farmacias se atienda por humanidad a cualquier indocumentado que se presente con una necesidad o urgencia médica. ¡Faltaría más! Pero una cosa es ser bueno y otra muy distinta ejercer de tonto habitual, que es por lo que nos han debido tomar los jubilados anglosajones, auténticos merecedores de que se les aplique la inhumana Ley de Extranjería. Para que luego vengan los de siempre a meter odio contra nuestros hermanos de América Latina por venir a trabajar y contra los negros africanos que por no tener papeles, visitan más la cárcel que el hospital.

Los recortables

http://www.youtube.com/watch?v=wY5DLQrpIRA

Todos hemos participado de la infantil afición del origami, denominada por Unamuno papiroflexia, cuando hacíamos barquitos, sombreros, y aviones en el inocente parvulario con el papel de periódico para darle mejor servicio que el de servir de correveidile de embustes oficiales, elaboración paciente propia de mentes orientales forjadas en el respetuosos taoísmo, con la ayuda sola de nuestras cálidas manos y su prensil habilidad de doblar y plegar sin necesidad de tijeras u otros instrumentos fríos metálicos cortantes, que no harían su aparición hasta bien entrada la Primaria cuando ya fuéramos capaces de usarlas sin peligro para entregarnos a la más sádica y pericia de los recortables en anónimas cartulinas.
Nuestros gobernantes parece que no se fijaron en el matiz y solo saben hablar de recortar aquí y allá entendiendo por “ aquí”su allá, y por “allá” nuestro aquí…de modo que recorten de donde recorten nunca les afecta a ellos y siempre a nosotros. Obsérvese como las pensiones de viudas y jubilados, los salarios de los trabajadores, el sueldo de funcionarios, son recortables mientras los privilegios de sus señorías, las subvenciones de los partidos, y los sobresueldos por primas, y conceptos varios van en aumento; Fíjense lo bien que se sabe recortar en partidas de sanidad, educación, ciencia, infraestructuras, al tiempo que no se sabe por donde empezar en armamento, viajes de representación, coches oficiales, despachos oficiales, trajes oficiales; Apréciese con qué diligencia encuentran el modo de recortar nuestro poder adquisitivo, nuestro derecho al trabajo digno, el acceso a la vivienda y demás cuentos constitucionales y lo difícil que se les hace no subir impuestos, no regatear ayudas a la empresa del automóvil y no poner límites a los márgenes del beneficio bancario…
No se puede decir que a muchos les gustaría cortarles las pelotas, pero no estaría nada mal que hubiera algún que otro recorte en la abultada plantilla de la casta política, aunque solo fuera para dar ejemplo y que por una vez se asemejaran a la ciudadanía que dicen representar. Para empezar, se me ocurre suprimir los inútiles Ministerios de Trabajo, Vivienda, Igualdad, Cultura, Ciencia, y la Portavocía del Gobierno, luego pasaríamos a echar a la calle al 20% de los Congresistas, unos 50, y dar de baja a toda la Cámara Alta del Senado por obsoleta y deficiente. Ya puestos, haríamos lo propio con los órganos autonómicos y Diputaciones Forales y los Gobernadores Provinciales, reduciendo los altos cargos de todas las instituciones mencionadas a un tercio del total actual que ya es bastante. Por supuesto, haría volver de Europa a todos nuestros eurocomensales y que ejercieran su labor desde aquí por internet que ya es posible, para evitarnos gastos innecesarios. Y medidas similares en un dilatadísimo etcétera de ayuntamientos, alcaldías, concejalías… Es posible que el montante económico ahorrado al país y los contribuyentes por la vía directa descrita y la indirecta del dispendio evitado en chóferes, secretarias, escoltas, dietas varias, gastos de oficina…..fuera más que suficiente para no tener que hacer recorte alguno en temas sociales que nos afectan a todos. Solo por eso, por no haberse aplicado el cuento, ya se merecen todos ser suspendidos de empleo y sueldo.

¡Usted paga!

18 Gobiernos, 14 Ministerios, 19 Parlamentos, casi 200 consejerías, más de 50 Diputaciones, casi 10.000 ayuntamientos, ni he calculado cuantas concejalías...España sí que puede fardar de carteles y no Colombia que sólo cuenta con Xakira.

Las organizaciones de consumidores llevan lustros reclamando, en vano, un mejor etiquetado de los productos que se ponen de venta al público. Hace tiempo también que se demanda una mayor garantía en la adquisición de la vivienda la cual brilla por su ausencia si la comparamos con la que te ofrece cualquier casa de electrodomésticos al comprar una vulgar plancha. Estas dos habituales carencias del mercado, el mal etiquetado del producto y la falta de garantía en grandes compras, curiosamente se dan la mano en nuestra contra cuando se trata de Obra y Servicios Públicos, pues fíjense ustedes con que facilidad se hacen, deshacen y rehacen las mismas aceras, zanjas, asfaltos, poniendo y quitando ladrillos, farolas y papeleras, lo que se dilatan los plazos de ejecución y entrega sin que observemos el ciudadano medio una sustancial rebaja en el coste presupuestario o sepamos de las consecuencias que ello conlleva para las empresas adjudicatarias, las contratadas, las subcontratadas y chapuceriles., y cuan indefensos nos hallamos ante retrasos y tardanzas varias de parte de la administración en los asuntos varios sean sanitarios, judiciales, educativos, o cualesquiera otros. Y con que descaro se da cuenta de todo ello en enormes carteles y lustrosas placas donde aparecen los datos informativos cuya información, deja mucho que desear, acorde a la calidad de las obras realizadas a plena luz del día, ante nuestras propia narices.

En los letreros informativos, aparecen los datos técnicos de la obra en cuestión, que está muy bien por si alguien no sabe distinguir una carretera de un edificio; el nombre de las empresas contratadas por si reconocemos la que ha hecho la mierda de casa en la que vivimos y poder advertírselo a la institución de turno para que denuncie el contrato; reflejan el coste en euros de la obra contratada cosa que está genial por si sobra dinero; y nos dicen que Instituciones sufragan su realización, que también estaría bien si junto a la Unión Europea, el Gobierno de España, el MOPU, los Gobiernos Autónomos, las Diputaciones, los Excelentísimos Ayuntamientos y el largo etc de negruzcas brumas interpuestas entre la factura de los hechos y nuestros impuestos, apareciera siempre en letras grandes ¡Sus vecinos y Usted mismo! pues, aunque se nos diga mil y una veces que ¡Hacienda somos todos! que las Instituciones democráticas nos representan velando por los intereses comunes que nos afectan, como que a los ciudadanos se nos olvida, tanto o más, que a los servidores públicos y dejamos de tener conciencia de que escuelas, carreteras, hospitales, parques, casas de cultura, polideportivos, servicios asistenciales, tribunales de justicia y toda la pesada carga que atribuimos al buen o mal hacer de las Instituciones, en resumidas cuentas, lo hacemos nosotros, por nosotros, para nosotros, con lo nuestro, mientras parece que lo hacen otros, para otros, con el dinero de otros, sin nosotros. Porque, es entonces, cuando nos trae sin cuidado que las cosas vayan de mal en peor, que se despilfarre, que haya corrupción, que las obras se eternicen o cuando se acaben se tengan que volver hacer y un si fin de calamidades en todos los ámbitos, que de seguir así, harán deseable la Fiesta de la Tortilla, versión española del Tea Party, que clamará por la privatización de todos los sectores públicos, más de lo que ya están, para que los beneficios sean privados mientras las pérdidas sean públicas, que es lo que se está buscando decididamente por parte de toda esta banda de malhechores a quienes votamos con la única esperanza de que no lo hagan peor que el anterior, o al menos que nos salga más barato. Pero sin suerte en cualquier caso, siendo su incompetencia cada vez más cara.

Los letreros informativos deberían reflejar siempre que, el que paga es el ciudadano, en un lenguaje directo como el que se utiliza para pedir el voto, de modo que cada persona que pase por delante de ese letrero, sienta suya la obra, el edificio de la biblioteca, propio el parque de bomberos, impresión que irá moldeando la conciencia particular y colectiva para que la ciudadanía empiece a preocuparse por sus bienes y no como hasta ahora que parece que todo lo público es del viento. Que ya sabemos lo que ocurre con el viento que se lo lleva todo, los discursos electorales, los derechos constitucionales y si nos descuidamos, hasta los letreros.

Transporte público empresarial

Con lo que pagamos de impuestos y el precio de billetes, nuestro transporte público debería ser así. Pero como lo utilizamos para ir a trabajar y a consumir...

Leyendo en prensa sobre los típicos rifi rafes en torno a los servicios mínimos previstos por los sindicatos en el transporte público para el día de huelga del próximo 29 de septiembre, caí en la cuenta de que, el transporte público que todos los ciudadanos pagamos con nuestros impuestos, lejos de satisfacer necesidades propias de la ciudadanía o cuando menos la demanda social que justificara dicha contribución universal, responde más bien a cubrir los requisitos mínimos imprescindibles para el buen funcionamiento del entramado empresarial, sea para transportar la mano de obra a su lugar de trabajo, sea para conducirla a los centros neurálgicos de consumo, pues pocos disfrutamos de su red para una función distinta a la descrita que no redunde en beneficio de los grandes capitales que la sustentan. De ahí, que las personas desempleadas o si se prefiere insultarlas paradas, hagan bueno el insulto, describiendo un perfil bajo de movilidad, dado que, por un lado, no necesitan desplazarse para trabajar y por otro no disponen de capacidad adquisitiva suficiente para consumir, motivo por el que nadie toma en seria consideración otorgarles un pase gratuito en el transporte público con el que nada de provecho, ni personal, ni social podrían hacer.
Todavía recuerdo aquellos tiempos en los que las empresas fletaban el transporte a sus trabajadores e incluso los centros comerciales hacían de todo para atraer a la potencial clientela ¿qué ha sucedido entonces para que los ciudadanos a la mañana paguen de su bolsillo el transporte individual o colectivo que les ha de llevar a los centros de producción y por la tarde vuelvan a pagar de nuevo para acercarse a las grandes superficies y centros de consumo, mermando con ello de una parte el salario percibido y por otra aumentando considerablemente el coste de los bienes adquiridos? Muy sencillo: la gente es tonta. Y si no lo es, lo parece.
Es más, cuanto más lo pienso más convencido estoy de dos cosas: Primero, el transporte público debería ser abonado íntegramente por las empresas que se benefician mayoritariamente de su funcionamiento y no costearse, como ocurre ahora, con las subvenciones, los impuestos y los sueldos de los trabajadores. Y segundo, que a lo mejor a personas como a mí, se nos debería pagar por ir en ellos, a modo de indemnización por no sacarles provecho alguno.

Ecléctica homologabilidad

¡Quiero pagar el tope impositivo de hacienda!
¡Quiero pagar el tope impositivo de hacienda!

El actual Gobierno Sociópata está decidido a homologarnos a nuestros socios europeos en lo que concierne al cobro de impuestos. Yo que pensaba que trabajaba en homologarnos la tasa de crecimiento al alza, el índice de paro a la baja, aumentar el nivel educativo de los jóvenes, mejorar las medidas de acceso a la primera vivienda…¿No le vale con ir convergiendo en precios de alimentos básicos como frutas, verduras, pan y leche, del tabaco, gasolina, bebidas, electricidad, gas, etc?
Es posible que nuestro Gobierno homologado en incertidumbre al griego, desprovisto por imagen de los nocivos consejos del FMI, precise más que nunca mirar al exterior para saber qué hacer, de ahí la obligación de homologar nuestro desempleo a la de cualquier país subdesarrollado para mantener a la población dócil, mientras la precariedad, la flexibilidad y siniestralidad laboral permanecen en cotas tercermundistas al objeto de mantener la competitividad de nuestras empresas, tanto como la economía sumergida puede compararse con la existente en el vecino Marruecos, sin que nada de ello nos prive de codearnos con las grandes potencias militares a la hora de invertir más del 10% de nuestro presupuesto en armamento, si bien, para ser justos, ello va en consonancia con que nuestra industria armamentista se sitúe la sexta a nivel mundial en la exportación de ingenios bélicos, o que la corrupción se asemeje a la de los países latinoamericanos, el porcentaje de población reclusa sea de los más altos del mundo por cada mil habitantes, a lo mejor por la influencia del trafico de drogas que no es menor que en Colombia…Es lo que tiene la Globalización, que todos nos homologamos, unos en una dirección, otros en otra.
A este paso, España va camino de convertirse en Quimera macroscópica para los analistas internacionales, pues pocos Estados están en condiciones de competir en turismo con California, corrupción con Italia, exportación de armas con los EEUU, diversidad multinacional con la antigua Unión Soviética, gastronomía con Francia, lujo con Arabia Saudí y dentro de poco en impuestos con Suecia. Porque a fútbol, ciclismo, tenis y resto de deportes…no hay color. ¡Waka! ¡Waka!