Repugnantes marcas deportivas

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Las marcas, como su propio nombre indica, están para marcar. Se marcan mercancías, ganado y a los esclavos. De entre los esclavos los hay de dos clases: quienes detestan llevar la marca porque les rebaja en su dignidad como personas mostrando a los demás su condición servil y quienes la portan con enfermizo orgullo por sentirse tan sumamente despreciables en su fuero interno que suplen su baja autoestima haciendo suyo el supuesto prestigio de su amo como el cerdito aquel del anuncio brasileño que en la pocilga a la espera de su San Martín le preguntaba a su compañero de destino ¿Y tú qué vas a ser de mayor? Yo salchichas – respondía aquel, ¿Y tú? ¡Yo también! ¡Pero de Frigo Edder! – contestaba el otro lleno de suficiencia. Claro que tiene más sentido cuando al esclavo le pagan por dejarse marcar como una res como es el caso de las estrellas deportivas, que cuando es el propio esclavo el que además de someterse a la ignominia de ser marcado, paga por ello como ocurre con vuestros hijos que llevan marcas desde los talones de las zapatillas, hasta en el frontal de la gorra sin olvidar pecho y espalda de la sudadera y culo del pantalón para que se note que son auténtica escoria social, cuando lo suyo es que al menos se les hubiera contratado como “hombre anuncio” o ¡qué menos! haberles dado la ropa gratis a cambio de la propaganda que realizan por las aceras y colegios entre vecinos, amigos y familiares. La cuestión entonces es ¿Por qué habiendo tanta escoria social dispuesta a pasear a su costa los logotipos, hay empresas criminales como Nike o asesinas como Shell que invierten ingentes cantidades precisamente en pagar para que tres o cuatro deportistas de élite, o enteros clubes de fútbol como el Baca – caso este más grave si cabe por poner en tela de juicio la moral de todo un pueblo como el catalán – las luzcan en sus entrevistas, ruedas de prensa o durante sus encuentros?

Así como los mayores delincuentes de nuestra sociedad buscan lavar el dinero negro fruto de la extorsión, la corrupción, la prostitución infantil, el juego ilícito, la droga, el tráfico de armas y resto de artes fraudulentas con las que se lucran por medio de bancos cómplices, partidos políticos untados y empresas tapadera, así las marcas líderes en explotación infantil como es Nike o en cometer crímenes contra la humanidad como la petrolera Shell, buscan asociar sus logos símbolo de horror a actividades más nobles como lo es el deporte, mascarada para la que precisan de la sospechosa colaboración de esos campeones de la indecencia que por embolsarse dicho dinero sucio y manchado de sangre, están dispuesto a asociar su idolatrada imagen a su ignominia.

Alguien debería decirle a Rafa Nadal la repugnancia que sentimos los aficionados al verle llevar sonriente el emblema de una empresa que obtiene sus beneficios directamente de explotar mano de obra infantil en países asiáticos a través de contratistas que no tienen reparo en utilizar a niños menores de 12 años en talleres cuyas condiciones laborales rondan la esclavitud y cuyos sueldos no dan ni para la subsistencia. Si no ¿de qué va a cobrar la cifra astronómica que cobra por hacerle publicidad para poderse comprar relojes de medio millón de euros? ¿De dónde cree este tocapelotas que sale el dinero con que le paga tan odiosa multinacional del Mal? Yo de él, me lo pensaría dos veces antes de continuar ligando su nombre a una marca como Nike, máxime cuando hay otras con más solvencia ética, aunque por ello mismo menos dispuestas a otorgar tan suculenta tajada.

Y otro tanto cabe decir para ese otro beneficiado de la desgracia ajena, Fernando Alonso, quien luce la concha de la barbarie de la petrolera Shell, motivo suficiente también para que el Vaticano tomara cartas en el asunto por manchar el milenario icono del Peregrino…pues es de sobra conocida la terrible implicación de esta empresa anglo-holandesa en los crímenes contra la humanidad cometidos en Niger durante los años Noventa contra el pueblo Ogoni y sus legítimos representantes que se oponían a las extracciones petroleras, a los que ordenó ahorcar a manos de la dictadura por ella mantenida en la región, como al célebre poeta Ken Saro-Wiwa cuya sangre todavía la vemos brotar a borbotones insultante cual diabólica Venus, cada vez que sube al podio.

Da asco. Mucho asco que los medios de comunicación permitan la publicidad de estas marcas y que sus símbolos de miseria y podredumbre aparezcan asociados a actividades lúdico-culturales y a personas capaces de vender su alma por un puñado de dólares, al tiempo que dedican editoriales y columnas enteras a promover la laicidad y la retirada de símbolos religiosos de las instituciones.

Publicidad telefónica

Dicen los periódicos que el beneficio de Telefónica durante el primer semestre del 2011 ha ascendido a 3.162 Millones de euros, matizando que es un 16,3% menos de lo obtenido por la compañía en el mismo periodo del año anterior ¡Qué pena! ¡Habrá que hacer una colecta!

A parte del lloriqueo apuntado, hoy no deseo ocuparme en especial de la simpática Timofónica, sino de esa práctica molesta que nos interrumpe la comida familiar, la siesta vespertina, la película al final, el paseo con los niños, esos momentos románticos con la pareja y que casi nunca coinciden cuando estamos en el retrete o trabajando que ya tienen órdenes bien tajantes de en qué horario han de efectuar tan odiosas llamadas las puñeteras operadoras de telefonía para con su voz melosa preguntarnos de buenas a primeras todos nuestros datos personales jugando con el factor sorpresa y la baza de una población muy sumisa que en lugar de mandarles a tomar por el recto correcto, les dan gratuitamente todo tipo de explicaciones como quién es el titular del aparato, cuánto consume de media al mes, con quien tiene el contrato, a qué personas realiza más llamadas y un largo etcétera que hace innecesaria entre nosotros la GESTAPO.

En “Marque el cero” ya describí como devolverles la descortesía de atender nuestras demandas clientelares por medio de máquinas y contestadores automáticos de los que se abstienen emplear a la hora de darnos la lata; Hoy toca exponer al público el derecho que nos asiste a ser nosotros quienes les llamemos a los teléfonos gratuitos de las compañías de telefonía para vender nuestros productos, o sea, quien tenga una zapatería, zapatos, quien sea frutero, fruta y quien por desgracia trabaje para otro puede probar a efectuar un rastrillo multimedia con todo lo que le sobre en el desván. El caso es que, si ellos nos molestan durante nuestra vida cotidiana para ofertarnos sus indeseables servicios y vendernos sus promociones de última hora, nosotros no tenemos por qué cortarnos un pelo en hacer lo propio con nuestros libros, clases particulares, menús del día…

Sólo la gente tonta o reprimida puede ver en esto una gamberrada. Nada más lejos de la realidad; se trataría de una acción sumamente pedagógica que daría una lección a los expertos en ventas y nos evitará en el futuro inmediato que los secuestradores de la Democracia – entiéndase Partidos con listas cerradas – para pedirnos el voto durante las elecciones imiten a los canallas que no contentos con cobrarnos las tarifas más caras de la UE pretenden robarnos por el oído el poco tiempo de ocio del que disponemos para los amigos, los hijos, pareja y el propio yo, que en mi caso como es múltiple ni les cuento lo que padece esta técnica de tortura programada para sonsacarte la preciada información que no consiguen en la protección de datos y el cubo de la basura que para algo se han colocado los contenedores de papel y cartón.

Por supuesto, las personas que equivocadamente crean no tener nada que ofrecer a las indeseables compañías de telefonía o que por su carácter no se les dé muy bien introducirse en el rol de comercial de su propia causa, pueden también trabajar a la inversa, es decir: pueden demandar servicios distintos a los que les ofrece el operador latoso cuando le llama. Así, si le pillan alguien aburrido de la vida en su casa, puede aprovechar la llamada del enemigo para hacer unas risas o si está deprimida y sola en el domicilio, para charlar por charlar como haría en un diván del psicólogo e incluso tener sexo telefónico sin necesidad de llamar a un número de esos que te llevan a la ruina por ponerte cachondo.

EpC: No se pregunta al que paga

El pasado 3 de Mayo, Día internacional de la Libertad de Prensa, la FAPE denunció entre otras prácticas que atentan contra la libertad de expresión y vulneran el derecho de los ciudadanos a recibir información, la convocatoria de ruedas de prensa sin dar opción a preguntas, por lo que insta a los medios no adscritos a monopolios de poder, a que no acudan a dichos actos contrarios a la transparencia democrática, sumamente perniciosos para la credibilidad profesional de cuantos llamados a la noble responsabilidad social de satisfacer positivamente la Juvenal inquietud de vigilar al vigilante, resulta que la esquivan sin previo aviso remitiéndola al infinito como acontece en la objeción aristotélica del Tercer Hombre. ¡Y no faltan motivos que digamos! en una profesión tan denostada por sus propios miembros, como es la de periodista, rebajada a día de hoy, a meros pregoneros goebbelsianos, alcahuetes, celestinos, correveidiles, chismosos y cotillas de toda especie y condición, pero sobre todo cómplices necesarios, propagadores de embustes y falsedades no sólo político-económicas por todos conocidas y esperadas, que también, a caso las más peligrosas por pasarnos desapercibidas, transmitidas en forma de publicidad, que es la que hoy en día es la auténtica dueña de los medios de comunicación.
Aunque tímido, el paso dado por la FAPE va en la buena dirección que esperemos algún día se traduzca también en atreverse a cuestionar al publicista sobre el contenido de los anuncios que han de aparecer junto al resto de noticias, cosa que ya se me antoja harto complicada, pues si bien dada la aparente disparidad partidista que les ampara a unos y otros en el artificioso espectro del arco parlamentario en el que se han ubicado los medios, puede propiciar que se pongan de acuerdo en no acudir a comulgar con ruedas de molino en un hoy por ti, mañana por mi…lo veo impensable en aquel terreno que deja bien a las claras, que todos son uno y lo mismo cuando al margen de sus editoriales, todos llevan en sus páginas la propaganda de los mismos bancos, los mismos automóviles, las mismas marcas…y no es cuestión de incomodar con preguntas por su veracidad o comportamiento al cliente, que hace tiempo dejó de ser el ciudadano que desea informarse sea leyendo el periódico, escuchando la radio, viendo la televisión o por internet, sino los anunciantes que pagan la publicidad y con ella, el sueldo de aquellos que luego callarán y omitirán todo cuanto pueda perjudicarles en la medida inversamente proporcional al montante de lo contratado, por lo que jamás de los jamases, se nos informará – y cuando lo hacen es para desinformar – de la situación laboral en dichas empresas, lo peligroso de consumir sus productos, los abusos que cometen con sus clientes, y un tortuoso etcétera sufrido en silencio por los propios periodistas quienes son censurados constantemente en sus redacciones y a quienes se somete a investigar o dejar de hacerlo en tal o cual dirección, con la espada de Damocles de verse despedidos y desprestigiados en cuanto dejan de decir ¡Amen! a cada toque de corneta.
La ciudadanía debería estar alerta de este hecho y tomar buena nota de, quién paga la publicidad de cada medio. Es posible que entonces, no sólo caiga en la cuenta de que, en el Tohu va bohu de las noticias hay mucho alpiste al despiste y poca información, que además, entienda cómo y de qué manera cruel, el sistema le hace introducir en su propia casa, en su propia mente y la de los suyos, a los criminales que le someten a trabajos forzados en su puesto de trabajo, a quien le roba el sueldo con precios abusivos, a quien le miente cada cuatro años, a quien le despide injustamente tras varios años trabajando para ellos, a cuantos le envenenan la comida, a quienes contaminan el medio en el que viven sus hijos y hasta a quienes le van a embargar su hogar a la mínima que deje de pagar su hipoteca. Porque cuando esto sucede en un panfleto ¡Pase! en un pliego de supermercado llegado al buzón particular ¡Todavía! e incluso puede ser admisible en un Gratuito que te dan en cualquier esquina y que viene muy bien a quienes tenemos hermanos de compañía. Pero que suceda en el denominado Cuarto Poder…debería sonrojarnos a todos: A los periodistas por permitirlo y a los ciudadanos por consentirlo.

Acertado anuncio de Coca Cola

Hace tiempo que varios estudios médicos alertan de la relación entre la ingestión de refrescos como la Coca Cola con la terrible diabetes y la obesidad mórbida en los adolescentes; Avisos que son ninguneados por las autoridades sanitarias españolas que ni si quiera obligan a que su gama de productos luzcan una advertencia parecida a la que llevan los paquetes de tabaco y que son obviados por los medios de comunicación a cambio de efervescentes campañas publicitarias de esta marca cocacolonizadora de la cultura y deporte juvenil, con mayor presencia en nuestras calles que la Iglesia Católica y el Estado español juntos, que ya es decir…

Por otra parte, yo mismo llevo lustros trabajando en ecuaciones que demuestren como nuestro consumo que Veblen denominara conspicuo, proporciona el capital necesario para sufragar la industria armamentista y la guerra imperialista y de saqueo que llevamos a todos los rincones del mundo, pero sin resultados susceptibles de ser corroborados por otros colegas, dada la dificultad de seguirle el rastro a las ganancias contrademocráticas de una multinacional como Coca Cola y la posterior oscura inversión que hacen de ellas detrayendo los impuestos, los salarios, etc.

Pero miren por donde, mi perseverancia ha tenido finalmente su recompensa proveniente de donde menos lo esperaba: Ha sido la misma empresa que investigo, la que para mi sorpresa, ha despejado las incógnitas que perseguía sin éxito y lo ha hecho a bombo y platillo en esa publicidad que busca precisamente entorpecer que su marrona verdad se sepa.

El nuevo anuncio de la marca de refrescos liga la corrupción con la donación de sangre; No está mal para empezar pues nos recuerda cómo la toma de Coca Cola corroe los dientes corrompiendo su esmalte y pudriendo la dentadura y también con la sangre que derramaron los muertos y desaparecidos durante las dictaduras argentina y chilena que contaron con toda su Cocacolaboración al transportar los asesinados en sus camiones frigoríficos; Igualmente me parece exquisita la otra relación de los muros de la vergüenza que se levantan en Ceuta, Melilla, Sahara, Gaza, entre Méjico y Yankilandia…con la compra de su refresco dónde viene a decir que por cada 200.000 hogares donde se bebe Coca Cola, la empresa ayuda a levantar uno de esos muros; Pero lo que me ha entusiasmado leer y escuchar en su propia propaganda, ha sido esa relación directa entre la compra de un arma y que 20.000 personas beban Coca Cola. Las cifras me parecen del todo coherentes y lamentablemente creíbles. Mi estudio ha terminado.