Frente a la fachada democrática

Cuánto cuento cuentan, entre manipulación y demagogia acerca de la representatividad democrática de nuestra soberana opinión, a la que parece bastar con consultarle cada cuatro años de legislatura en legislatura por si cambia de parecer, limitando así su libertad a tener que elegir entre más de lo mismo y lo mismo de lo demás tras el correspondiente periodo de aturdimiento de quince días de campaña y uno sólo de reflexión, olvidándose que elegir no consiste únicamente en optar para una voluntad sana que no desea verse atrapada en el sofisma de tener que decantarse entre lo malo conocido y lo malo por conocer, por aquello de que debe haber un sentimiento de adhesión o querencia en la elección que a ningún politólogo escapa disminuye de votación en votación aunque no decaiga el porcentaje de los votos emitidos, contados y recontados de cara a computar el reparto democrático de la partidista subvención.

La chusma que el pasado martes se reunió en el Congreso de los Diputados, como no se han cansado de decir una y otra vez los medios de comunicación con “entera normalidad”, como acostumbra, conculcó con su mera presencia uno de los principios fundamentales de la Democracia, cuál es, el de no suplantar la voluntad popular en un puñado de privilegiados circunstanciales que presentándose como sus mayores defensores poco menos que cometen en cada una de sus convocatorias por muy legales que estas sean, el mayor atentado que quepa imaginar contra su funcionamiento, al Golpe de Estado me estoy refiriendo. Esta gentuza a la que se le llena la boca en todos los foros habidos y por haber, sea en twiter que ante las cámaras de televisión, en radio, periódicos o megáfono en mano, alardeando siempre de los valores democráticos, de su conciencia social, de su preocupación por nuestros problemas, presentando sus soluciones como panacea al mas puro estilo de aquellos charlatanes que tan pronto alababan las virtudes de su jarabe como reconstituyente del vigor varonil que como crece pelo, quieren hacernos creer que son nuestros representantes, cuando la verdad es, que como dicen en las marchas ¡no nos representan! De no ser que por representación entendamos “traición” al bien común y al interés general, porque el bochornoso espectáculo internacional que de continuo esta panda de impostores de la Política con mayúsculas en nada ayuda a mejorar la imagen internacional que de nuestro país se proyecta en el exterior, habida cuenta de los numerosos escándalos de corrupción descubiertos y la incompetencia que han demostrado en defender nuestros intereses colectivos. Suerte tienen los muy sinvergüenzas de no ser llevados ante un Tribunal, bajo la acusación de Alta Traición.

Estos canallas que se presentan como la fachada democrática del Estado del Bienestar que salvaguarda los valores cívicos y las libertades que gozamos, en sus continuas manifestaciones políticas, con sus reiteradas convocatorias al pueblo y sus manidos hasta la saciedad de comunicados de prensa sobre lo divino y lo humano que nos afecta, pretenden hacernos creer que son gente de bien, pacíficos y educados por el mero hecho de ir vestidos de traje y corbata luciendo sonrisas propias de un anuncio de dentífrico; Pero ya no engañan a nadie, ahora que hemos comprobado en directo con qué energía se ha visto forzada la policía a emplearse para salvaguardar el orden y la paz social que estas bestias públicas ponen impunemente en riesgo por considerarse “Intocables”, pues estando como está policía supeditada a las ordenes que desde el poder se le da, la mano ejecutora que con tanta violencia se emplea en las calles y plazas trabaja por control remoto, aunque el otro día lo de “remoto” le viene grande a la expresión.

Llevo décadas buscando despejar que forma política es preferible para España, si la de una dictadura democrática o la de una democracia dictatorial, sin llegar a una clara conclusión que satisfaga convenientemente la elitista necesidad de gobernar contra el pueblo pero con el pueblo sin riesgo de que se de cuenta tarde o temprano, porque se puede engañar a todo el mundo algún tiempo y todo el tiempo a algunos, pero a todo el mundo todo el tiempo, eso como dijera Kenedy es imposible y sino, a las pruebas me remito con lo acontecido con la figura del Rey, otrora presentado como de vida ejemplar y neutral en lo político.

Horror en el hipermercado

La nota refrescante de este verano que augura un otoño calentito la ha propiciado el infatigable culo inquieto del Parlamentario andaluz, el señor Gordillo, quien amparado por el privilegio de impunidad que gozan sus Señorías, lejos de aprovechar la ocasión para enriquecerse como corresponde a su cargo por vías corruptas, la ha montado gorda haciendo honor a su apellido, poniéndose al frente de una acción reivindicativa de escasa eficacia particular pero de enorme repercusión universal de calar el ejemplo simbólico ofrecido, como lo es, el asalto en masa a un supermercado en Écija en busca de alimentos de primera necesidad para repartírselo a los más desfavorecidos de la localidad.

Enérgico por si mismo, su repercusión se ha visto acrecentado por coincidir con el anuncio por parte de la autoridad gerundense de que, dado el creciente número de indigentes que acuden a diario a los contenedores de los supermercados en busca de productos caducados, para evitar problemas sanitarios derivados de la ingesta de sustancias en mal estado y de orden público en las inmediaciones de los establecimientos de comida por las encarnizadas batallas campales que entre la muchedumbre congregada empiezan a aflorar por su disputa, se ha tomado la sabia decisión de candar dichos contenedores, no sin establecer un dispositivo de ayuda que redirija a las hordas hambrientas hacia un centro de reparto municipal donde se les hará entrega de una bolsa de alimentos, a semejanza de cómo se nutren nuestros mejores representantes del ciclismo, al menos, mientras se pasa la alarma mediática ocasionada por la medida.

La muy significativa concurrencia de los hechos, es sintomática de la auténtica realidad que padecen muchos de nuestros vecinos, más allá de lo que digan los índices macroeconómicos, los tipos de interés, la prima de riesgo y todas esas fruslerías de la pseudociencia que es la Economía. Porque, la famosa crisis, la mayor angustia que genera en las altas esferas financieras, en los blindados consejos de administración de las empresas, en las asambleas anuales de su accionariado, en los despachos de los gobernantes, políticos y sindicalistas…es en el peor de los casos, motivada por la disminución porcentual de sus beneficios, ¡pero beneficios al fin y al cabo! cuando para muchos desempleados sin prestación, jubilados, viudas, pensionistas y familiares dependientes de ellos, empiezan a entender la metáfora cantada en su día por Alaska y los Pegamoides que encabeza esta reflexión.

En una sociedad donde el necio ha confundido valor y precio, donde todo se puede comprar y vender incluido el propio dinero, el individuo que otrora conquistase para si la condición de persona y aún de ciudadano, tirolo todo por la borda en cuanto pudo reciclarse en mero consumidor deslumbrado por una abundancia sin parangón en la historia de la humanidad, no advirtiendo que tal condición es subsidiaria del poder consumir, disociada de la necesidad, ahora que como apuntara Galbraith en su “Sociedad opulenta”, es la producción la que genera la demanda y no a la inversa, de modo que privado de la herramienta que posibilita el consumo, cual es, no tanto el modo de ganarse la vida, cuanto el poder adquisitivo del que se dispone para ello, desaparece el consumidor, no quedando nada de todo aquello que fuera con anterioridad en la historia del hombre: semejante, prójimo, familiar, allegado, esclavo, siervo, trabajador…por lo que en coherencia, nada obliga a su respeto o salvaguarda como tal. De ahí la facilidad con la que los actuales gobernantes se pronuncian como lo hacen en la liquidación de todo derecho universal a la educación, a la sanidad, al trabajo, etc. ¡Todo eso está de más!
La letra de la pegadiza canción “Horror en el hipermercado” hace alusión a la pérdida de una persona, concretamente una chica llamada “ Mari Pili” a la que busca su novio por la gran superficie. Algo parecido le ha pasado al ciudadano medio que alegremente se ha desprendido de los ancestrales valores curtidos en la experiencia milenaria de la humanidad, cuales son los de la familia, el grupo, la comunidad, para entregarse sin cuidado a los cantos de sirena de la muy reciente autosuficiencia del individuo sin percatarse que es precisamente así como resulta más vulnerable ante cualquier depredador ajeno a la especie y todavía más ante los miembros más fuertes de la misma; Qué no diremos entonces de la supina estupidez cometida por todos los consumidores de creer tratar de igual a igual en el famoso libre mercado entre la insignificancia que supone para éste su minúscula capacidad de compra para la supervivencia, comparada con la abismal distancia que le separa a todos los niveles con las grandes compañías con las que a diario se ve forzado a relacionarse.

Pero el horror en el hipermercado en que hemos convertido toda nuestra sociedad, ha logrado perder en sus profundidades no solo a los individuos egoístas, dispersos e inconexos entre si, también ha sumido en la confusión a las instituciones y entidades colectivas como se puede apreciar de estudiar a cámara rápida lo sucedido con la idea de Europa que no ha pasado de ser un Supermercado Común, donde ahora España se ve obligada a acudir en busca de productos caducados del Banco Central para que la rescaten de la miseria. Pero hay otra clase de Mari Pili, que en España lejos de perderse en el Hipermercado, esta vez la de los “Ejecutivos agresivos”, continua de ligoteo en la playa disfrutando de los dividendos que con nuestro dinero les permiten comprar deuda, la misma que ellos, debido a la disminución del gravamen fiscal sobre las grandes fortunas, a la evasión de impuestos, de divisas y demás artes defraudadoras, han generado durante las dos últimas décadas.

Cómo se fabrica una tarta

El pasado 27 de octubre, en Toulouse, opositores al TAV lanzaron tres tartas a la Presidente de Navarra Yolanda Barcina durante una sesión extraordinaria del consejo de la Comunidad de Trabajo de los Pirineos. Como explicaron los propios activistas, para su sorpresa, los miembros de seguridad se limitaron a separarles pero ni siquiera les sacaron del local. Fueron los propios implicados quienes decidieron salir por su propio pie para dar una rueda de prensa y poder explicar los hechos.
Pero como quiera que para algunas cosas todavía rija aquello de que Europa empieza en los Pirineos, al día siguiente, de regreso a Navarra, a los tres Tartalaris les estaban esperando en sus domicilios agentes de paisano que tras registrarles – supongo por si llevaban merengue camuflado – les detuvieron. Y aunque posteriormente quedaron en libertad, se les comunicó que estaban acusados de un delito de “Atentado a la Autoridad” lo que suponía que serian juzgados por nuestra querida Audiencia Nacional, porque según reza la “Ley Orgánica del Poder Judicial” si una persona de nacionalidad española atenta contra otra de la misma nacionalidad fuera del Estado español, y en ese otro territorio no se abre ningún tipo de investigación, el caso pasa automáticamente a la Audiencia Nacional. Y claro, en Francia que es un Estado de Derecho como la Razón Ilustrada manda, propinar un tartazo está catalogado como falta, que en muchos casos ni siquiera tiene repercusión legal, y en caso de haberla, se solventa con una multa, como sucede en casi toda la Europa democrática, dicho sea de paso.
¡Pero esto es España! Y las cosas en España se hacen de modo distinto. Aquí las Autoridad es tan canalla y criminal que tiene miedo constante a ser sorprendida por el Pueblo del que diariamente se mofa, al que recurrentemente traiciona y al que oprime, reprime y exprime mediante impuestos, perenne vigilancia y latrocinio masivo. En consecuencia, se ha cuidado muy mucho de blindarse jurídicamente como corresponde, de la lógica reacción de la gentes en relación directamente proporcional al daño que nos infringen. Y ¡Sabe Dios! Que las personas de bien, pacíficas y moderadas como yo, participamos de este Principio del Derecho que vela y protege el ejercicio del Cargo Público para que pueda desempeñar su función con libertad sin peligro para su persona física ni sus intereses, entendiendo entonces que se ha de perseguir y castigar con mayor celo que cuando los mismos hechos acaecen entre iguales civiles. Sin embargo, a todo Derecho va ligada una obligación, que cuanto menos, en la que se trata debería ir acompañada de cierta reciprocidad para no convertirse en una especie de “Ley del embudo” siendo lo suyo que cuando la Autoridad atentase contra el Pueblo o los indefensos ciudadanos, también se ejecutara tan aguda medida, si cabe, con mayor dureza. Mas, visto que lamentablemente no sucede así, parece más justo dejar de aplicar la Ley Parcial, que aplicarla sólo cuando la agresión va de abajo a arriba e impune cuando sucede a la inversa, para que se cumpla lo establecido hace más de 4.000 años por Hermes Trismegisto.
Por otra parte, si por unos dulces tartazos se puede solicitar sin sonrojo judicial penas de cárcel de hasta diez años como se acaba de hacer, el mensaje que se le transmite pedagógicamente a la población es “te sale igual de caro darles un tartazo que un tortazo” y quien dice tortazo, dice puñetazo, mazazo o zambombazo. En este orden de cosas, la Presidente de Navarra debería dar gracias de que estos buenos ciudadanos no la desearan a ella lo que ella sí parece desearles a ellos, porque de igual modo le agasajaron con tartas, por el mismo precio o incluso menos de lo que solicita la Fiscalía, le podían haber arrojado ácido como sucede por otros lares. Si estos vanguardistas morales de la ciudadanía merecen algo, es un sincero agradecimiento de parte del Gobierno de Navarra por poner al descubierto un gran fallo en su seguridad. Hasta me atrevería a proponer que de ahora en adelante se creara una Brigada especial de Tartalaris cuya misión consistiría en intentar estampar tartas a cuantos dirigentes y gobernantes pillaran por sorpresa en toda la geografía española para poner a prueba los dispositivos de seguridad de los que tanto se habla en los Tontodiarios, como en su día, varios prestigiosos rotativos se tomaron la molestia en burlar las medidas antiterroristas de los aeropuertos para poner en evidencia su ridiculez y falsa eficacia.
Para terminar, he observado que algunos medios tratan esta y otras noticias relacionadas con los territorios díscolos con algo de morriña de aquella ETA que tanto juego daba para llenar portadas y a cuyo rebufo muchos se han labrado carreras de articulistos, de modo que un día de estos a alguno se le escape comentar que en las pastelerías de Navarra y el País Vasco se enseña a los jóvenes a fabricar tartas, como en su día se escribiera que en las Ikastolas se enseñaba euskera a los niños desde muy pequeños. Dato que por más que se empeñen algunos en negar, era verdad.

De Lucas 19-40 a Juan 8-111

http://www.youtube.com/watch?v=KN0LbrKAlK0

Estando Jesús en el Monte de los Olivos, sus seguidores irrumpieron en gritos de alborozo y alegría por los numerosos milagros a los que durante la jornada habían asistido. En eso, unos Fariseos molestos con el jaleo se le acercaron instándole a que reprendiera a sus discípulos, a lo que el Maestro respondió: “Si ellos callan, gritarán las piedras”.

Las tartas y los huevos para agasajar, de cuando en cuando, a nuestros representantes, están bien. Pero no parece suficiente para quienes están acostumbrados al champán, al caviar y Pata Negra, por lo que es necesario ofrecerles algo más contundente sin llegar al mármol de una lápida, por supuesto.

Algunos desean apagar el fuego con gasolina para ver aumentada la presión de la olla social, animando a la gente a que no haga huelga el 29 de Marzo y acepte la situación como la vaca acude al matadero. No hace falta haber leído a Freud para entender que la frustración reprimida sale por donde menos se la espera, ni a Fromm para conocer por donde irían los tiros de un desquiciado Principito expulsado a la brava de su planeta imaginario donde se ha talado el Baobab del Estado del Bienestar y la Margarita, entre tanto se decidía a protestar, se ha quedado sin pétalos.

Las piedras siempre nos hablan del pasado, como los capiteles de los claustros o la famosa Rosetta, pero no creo que mis dos héroes alaveses de Amurrio que han sido injustamente detenidos por cumplir con el filosóficamente denominado “Imperativo Kantiano” de hacer hablar a las piedras ante tres sucursales bancarias, quisieran con ello dar una clase de Historia o Arqueología, sino denunciar el presente al que no se le está dando otra opción que aplicarse el conocido Principio Petrino sobre el cuál nuestro Señor Jesucristo fundara su Iglesia y que ahora parece el más apropiado para sostener nuestra protesta, pues es la piedra, el ancestral instrumento que al hombre santo acompaña desde el comienzo del Homo Habilis, la que le posibilita desde su sencillez y humildad dar utilidad a la mano y sobre todo al dedo gordo, con toda justicia y equidad como apuntara Jay Gould, que ya demostró David frente a Goliat, el poder de su insignificancia cuando se le imprime valor suficiente sin necesidad de ser un Sansón como desean hacernos creer desde el Poder tras las imponentes murallas de ese gigante con pies de barro que son sus rascacielos cual murallas de Jericó, porque Dios está con nosotros y les matará a todos con o sin nuestra ayuda.

Yo no soy muy partidario de las huelgas. De hecho, nunca he secundado ninguna. Creo más importante aprender a manejar armas y sacarse una licencia para portarlas. La clase trabajadora no se ha percatado todavía, de que su herramienta de protesta es precisamente de la Edad de Piedra, porque toda ella es un elemento prescindible y no me refiero a la huelga, que también, sino a la propia masa de trabajadores con los que ya no se cuenta para la producción y en consecuencia son meros convidados de piedra y varados han quedado como piedras en el camino del progreso.

Lanzar piedras contra las lunas de los Bancos, Cajas de Ahorros, Aseguradoras y resto impíos Templos dedicados a irradiar el Mal, es el mínimo deseo que uno siente cuando medita con justicia sobre la explotación y el latrocinio al que se está sometiendo al Pueblo y lejos de ser una acción reprochable por la moral, es un acto conforme a lo querido por Dios. Ahora bien, hemos de recordar igualmente aquel otro episodio de Juan 8-111 en el que a Jesús se le pregunta por el castigo que merece una mujer acusada de adulterio a la que iban de inmediato a lapidar, a lo que él contestó “El que esté libre de pecado que tire la primera piedra”. Porque, hemos de reconocer que en nuestra sociedad, si la usura de los criminales banqueros triunfa y la corrupción de los políticos es tan consentida, el fraude fiscal tan poco perseguido, la economía sumergida tan extendida…es porque nadie escapa a la codicia que anida no en la piedra, sino en nuestros corazones.

La historia después del fin de la historia

Sabía que en algún sitio no muy lejano en el tiempo ni en el espacio de mi biblioteca, había leído una reflexión sumamente esclarecedora sobre aquel panfleto de Fukuyama que circulara a bombo y platillo anunciando “El fin de la Historia” a finales de los Ochenta y principios de los Noventa a colación de la caída del sistema Comunista en los países del Este Europeo, pero nunca imaginé que además de ser profundamente certero en el análisis del fugaz momento, fuera también de carácter profético, a tenor de lo que ha venido ocurriendo en el último “Plan quinquenal de la Banca” si es que se me permite la paradójica expresión para designar lo acontecido desde el 2007 hasta la actualidad. ¡Cómo podría! El relieve profético de una advertencia adquiere su condición en su cumplimiento. Y miren por donde, acudiendo de consulta a una de las obras más agudas en lo concerniente a los planteamientos filosóficos de la historiografía reciente escrita allá por el olímpico y exposicional año del 92 por mi historiador de cabecera, Josep Fontana, que desde entonces desbancara en dicho honor nada menos que a todo un Hobsbawm, descubro en el texto cuyo título he tomado para este artículo, justo en su capítulo final que, “de la época en que se nos prometía un año 2000 de opulencia y hartura para todos, en el que el mayor problema sería en qué iba a ocupar la gente su tiempo de ocio, hemos pasado a la amarga realidad de escuchar alarmistas previsiones que anuncian nada menos que “El fin del Mundo Occidental” que se parecerá al hundimiento padecido por los países del este, pero cuyos responsables, lógicamente no serán aquí los ineptos, corruptos y decrépitos jerarcas de los Partidos Comunistas, sino los banqueros, culpables de haber cometido en el marco del Capitalismo ortodoxo, errores semejantes a los cometidos por aquellos en el denominado Socialismo real”. ¡Así de claro!

Y es que ¡Menuda historia! Hay historias e historias. Está la historia de los historiadores y otra muy distinta la historia que nos cuentan los libros de historia. Esta última se parece más a una historieta narrada con fantasía por los abuelos a sus inocentes nietos que a otra cosa. De ahí, que muchos exclamen en tono despectivo eso de ¡No me vengas con historias! cuando alguien desea darle algún tipo de explicación demasiado intrincada y difícil de digerir. Pero independientemente de cómo se escriba la historia, de si lo hacen, como dicen, los vencedores o si por fortuna, aunque la mentira vuele a doble página por los periódicos, la verdad se arrastra por esta rama del saber…la historia de los hechos, esa que es objeto de análisis, estudio, observación, registro, documentación e interpretación, continua su parsimoniosa marcha despreocupada de si su circularidad beneficia a quien atiende los signos de los tiempos o por el contrario su progresión rectilínea ayuda a no repetir sus errores a quienes conservan en la memoria sus enseñanzas, ande suelto el desenvolvimiento del espíritu Hegeliano o sea el mayor de los azares el que guie sus pasos al más puro estilo de la evolución darwiniana, si es que todavía nos atrevemos a manejar dicho vocablo ahora que ya no se habla de países en vías de desarrollo, por darse lo contrario.

Los criminales que ostentan y detentan el Poder, siempre se han ocupado de controlar a los historiadores, quienes a su vez han procurado controlar la historia, cuando esta no es otra cosa que el discurrir de los sucesos humanos en el tiempo. Pero si “el tiempo es lo que pasa, cuando no pasa nada”, la historia es precisamente lo que pasa, cuando pasa, pero muy de pasada. La historia que se ha pretendido hacer creer, es que la meta espiritual del cristianismo y la utilidad de su herramienta mundana el marxismo, ya son historia, confundiendo la historia con el pasado y el pasado con la historia; Porque cierto es que la historia se ocupa del pasado, pero sólo es historia lo que se cuenta del pasado y no el pasado mismo. Y la historia que se le ha contado a la gente ultimamente habla de la muerte de las ideologías, la desaparición de las clases sociales, que la Lucha contra la opresión no lleva a ninguna parte y resto del relato imperante que no precisa ya de púlpitos para propagarse como “Opio del Pueblo”, por cuanto la población se autoabastece directamente a través de los medios de comunicación que repiten una y otra vez la misma historia, presentando la crisis presente como ¡lo último! cuando no es otra cosa, que más de lo mismo en esta sesión continua de esta Historia Interminable de las élites contra las masas, de los gobernantes contra sus pueblos, de los opresores contra los oprimidos. En definitiva, del individuo contra la especie.