Roma ttiene un nuevo césar que organiza orgías en torno a Baco y ha convertido a su país en un burdel gobernado por un viejo obsesionado con el sexo. Un gerontócrata con el pelo a medio camino entre una litografía y una cabeza de muñecas que, con una bolsa de cocaína en una mano y un fajo de billetes en la otra, organiza fiestas sórdidas con titis siliconadas. ¿Qué credibilidad puede otorgar un primer ministro putero y botoxizado que ya es conocido en todo el mundo por sus bunga-bunga?
Los periódicos desmenuzan estos días los 389 folios en los que la Fiscalía de Milán resume las investigaciones sobre las famosas bacanales privadas de Silvio Berlusconi. Las chicas ya sabían que no iban a votar, ni a suscribir una hipoteca. Para llevarse el dinero tenían que hacer un strip-tease, dejarse sobar por Il Cavaliere y lograr un hueco en la piscina-cama redonda de un tipo de 74 años. Pero ha tenido mala suerte porque entre tanta vellina estaba Ruby Robacorazones, que contaba 16 años cuando participaba en dichas fiestas, y se ha caído con todo el equipo. Una conducta ejemplar la de ese jefe de Estado contratando prostitutas menores de edad como si fuera el jeque de un harén. Pero un figura el señor, manteniendo sexo con siete chicas en turnos de cinco minutos, a las que después pagaba 5.000 euros por consumar el acto. La Fiscalía de Milán no ha filtrado aún ningún documento sobre con cuántos fondos públicos subvenciona al laboratorio de Viagra.