Los eurodiputados han sido esta semana puestos a parir sin motivo. El miércoles votaron una propuesta para no congelarse el salario. Lógico. Debe ser difícil llegar a fin de mes con 13.000 euros brutos. También se pronunciaron por no cambiar sus vuelos a Bruselas de clase business a clase turista. ¿Por qué tienen que viajar en clase turista si no son turistas? Son políticos de alto standing que están en viaje de trabajo y que pueden volar en primera clase porque ellos no se lo costean.
Si apoquinamos todos, ¡no van a pagar 30 euros con Ryanair! ¡Mira que si les hacen abonar un extra por ir pasaditos de kilos o no les dejan ir a mear sin un sobrecoste! Estos representantes de la cosa pública se merecen que nos rasquemos el bolsillo. Se sacrifican por la ciudadanía metiendo muchas horas en los aeropuertos, levantando el brazo para votar y volviendo a bajarlo después.
Además van en first class por seguridad. Mejor que viajen separados del populacho, así no corren el riesgo de que se sienten a nuestro lado y les tiremos encima la coca-cola por jetas. En toda la polémica suscitada no se ha tenido en cuenta la dificultad añadida de ser un eurodipu. Hay que tragar mucho, saber mentir con desparpajo, ir a fichar sin ganas, salir al trote y pillar otro vuelo para casa, y en algún caso, incluso pueden verse obligados a aceptar algún fondo de reptiles. Encima no les dejan votar por videoconferencia, ¡con lo mucho que rendirían cobrando las dietas sin salir de la oficina!