No hay manera de diñarla. Y eso que yo ya había encargado mi funeral antes del 1 de setiembre. Más que nada para tener algo adelantado y que no me saliese tan caro. Sí, ya sé que están ustedes más que hartos de oír hablar de la subida del IVA, pero desde que a Rajoy no se les escapan ni los fiambres, ya no puedes ni morirte tranquilo.
A raíz de esta subida de impuestos en los servicios funerarios del 8 al 21%, envié un mail a Leroy Merlin sugiriéndoles que ofrecieran kits de autoentierro para que te montes tú mismo el ataúd y autograbes la lápida. Yo ya la tenía escrita: «Por fin me quedé en los huesos. Aqui yace una gorda, que lo fue».
También propuse a Ikea que contribuyese con un pack low-cost; Cuatro chapas de cumen, un adhesivo pega todo y asunto resuelto. Previamente había pensado en donar mi cadáver a la UPV, como es abundante tendrían todo el aula para trabajar a gusto, aunque me dio un poco miedo que en el ínterin impusieran una tasa de donaciones también a los que cediesen su cuerpo a la ciencia. Lo tenía todo planeado. Porque, para más inri, la subida del 8 al 21% en otro artículo de lujo, las compresas y los tampax, fue otro golpe de gracia, duro, muy duro de asimilar, por no hablar de la peluquería… Pero lo dicho, no hay manera de cascarla. Fíjense que llegué a pensar en bajarme por emule el entierro. Pero la verdad al final no me atreví porque éstos, con tal de cobrar, son capaces de resucitar a un muerto.