Al pan, pan y al vino, vino. El ministro Wert quiere españolizar a los alumnos catalanes. Un tipo raro este Wert, sin pelos en la lengua y hablando de forma que le entienda todo el mundo. No sigue la estela de los políticos que tienen términos vedados y pergeñan eufemismos para que todo suene políticamente correcto. Porque los gobernantes son, en general, terreno abonado para las palabras envenenadas y las expresiones tóxicas.
Las administraciones ya no pierden funcionarios ni departamentos, simplemente adelgazan. Las manifestaciones no se restringen, se modulan. Ellos se empeñan en hablar en falsete, decir lo que quieren y maquillar lo que verdaderamente piensan.
Por eso no hay recortes, sino ajustes para racionalizar el gasto público, y se refieren a cuchitriles de viviendas de 35 metros cuadrados como soluciones habitacionales. Al hachazo en los servicios públicos lo llaman reestructuración y al rescate bancario lo califican como línea de crédito. A Zapatero le costo Dios y ayuda decir crisis y antes habló de desaceleración, recesión y coyuntura negativa. Para Soraya Saénz de Santamaria no hay copago sino un recargo temporal de solidaridad. Circunloquios, perífrasis, rodeos, ambigüedades. De hecho, ahora las firmas de alta gama no anuncian rebajas, sino ventas especiales y para la prensa, todas las huelgas tienen un desigual seguimiento porque no sabemos si es carne o pescado. El problema es que eufemismo rima con cinismo.