Panamá 1, la Cosa 5. Se ha montado un pollo porque Markel Susaeta evitó decir España y se refirió a… la cosa. Y eso que, oiga usted, iba vestidito de cosañol, cosañol, cosañol… y no daba lugar a confusión porque llevara puesta la camiseta de Malta. Anda que no habremos oído frases incongruentes pronunciadas por futbolistas. Al fin y al cabo no dijo ni el fútbol es así, ni tampoco no hay rival pequeño. La locuacidad, que se sepa, no es un bien exigible a los deportistas. Y para ejercer de delantero no hay que ser, hasta que no se acredite un examen de tiqui taca, de retórica fácil. Si lo llega a decir Sergio Ramos -el único patriota que milita y juega en la cosa-, ni mu. Pero si lo comentan Xabi, Piqué o Puyol hasta les harían un polígrafo para analizar si son de pura raza.
Así que a Susaeta lo lapidan en la plaza de la caverna mediática y según está la cosa, jodida básicamente, el linchamiento se debería dejar para otros personajes. El fútbol es una religión que necesita creyentes e idolatra a sus dioses, pero los jugadores son ateos. Juegan por dinero. Además nadie dijo que para ser un ídolo de masas hubiera que hacer másters y dejar de sentenciar cosas como que cuando la pelota no quiere entrar, no entra, o estoy a las órdenes del míster.
Algunos periodistas también van serviditos cuando preguntan aquello de ¿qué?, ¿contento?, después de un 3-0, y nadie les canta las cuarenta. Aunque yo, la verdad, ignoraba que había que jurar la bandera antes de jugar en La roja. ¡Cómo está la cosa!