Ya está aquí la nueva figura de la remozada reforma laboral. Ha llegado ‘Pañalman’ o el currela ‘cagao’. Cuando creíamos que nuestro mayor problema era un mercado laboral low cost, un contrato parcial infame, una estadística que merma el número de parados porque los convierte en esclavos, o un despido sin blanca, una empresa hondureña –de capital coreano– ha sido acusada de obligar a sus empleados a usar pañales desechables para evitar que pierdan el tiempo en ir al baño. Aquí no les vamos a la zaga porque el PP está retrasando paulatinamente la edad de jubilación hasta conseguir que nos caguemos encima.
Pero qué vamos a hacer. Estamos obligados a aceptar porquerías porque a los empresarios les llega la mierda hasta las cejas. El neoliberalismo en estado puro está consiguiendo ya no solo horas a cero euros, sino contratos a cero horas. Los ha implantado en Reino Unido Sports Direct, un gigante británico en el sector de las tiendas deportivas. Eso sí, no garantizan trabajo, ni ingresos, ni derechos laborales. Porque el patrón decide el número de horas a la semana, el calendario y las jornadas específicas que ofrecerá al contratado. Son las cagadas del desarrollo.
Pusimos el grito en el cielo con los minijobs alemanes –con un salario máximo de 450 euros mensuales y con un límite de horas (al menos formalmente) de 15 horas semanales–, sin reparar en que aquí ya los teníamos. Con la diferencia de que en Alemania son en blanco, mientras que en España, donde la economía sumergida es mini para casi todo, son en negro ya que ni cotizan ni generan ningún derecho. O es que aquí no hay personas que cuidan por horas a ancianos, a niños, a enfermos… Un panorama laboral que sería para morirse de risa, si no fuese porque es para cagarse de miedo.