El primer posado del patriarca en Queralbs trece días después de la confesión me pareció conmovedor. Y la aparición estelar del matrimonio Pujol el día después, ese par de ancianos venerables, resultó entrañable. La familia Pujol-Ferrusola llevando 34 años la carga del fraude en sus conciencias, pobre gente. Resulta que el padre de la patria catalana, en realidad se trataba del padrino. ¿Capici? Y a su lado esa señora tan encantadora, Marta Ferrusola, parece que era cómplice y colaboradora. Esa pareja de viejecitos eran más peligrosos que John Dillinger y la familia Corleone juntos.
En Castellón le tocaba la lotería siempre al mismo y en Catalunya los presidents heredaban millones, muchos millones, en el extranjero. Herencia, desde luego. Nada de comisiones, ni mordidas, por supuesto. Todo sea por la omertá. El otro día, subido en su púlpito de su refugio pirenaico a punto estuvo de decir aquello; “Espanya ens roba”, pero se contuvo porque ya había trascendido entre el populacho el famoso mangoneo del 3% y la fortuna de sus siete vástagos.
Resulta que ese viejecito bonachón era el vivo ejemplo del trapicheo, de hacer de Catalunya víctima de todo y saber pasar la gorra. Carismático, mesiánico, avaro, con doble moral y sentido de la impunidad. El edén de Girona convertido en el infierno de Don Vito Pujolone. Escolta Jordi, ¿en qué momento dejó de ser Molt Honorable y pasó a Molt Untable?