Tic, tac, tic, tac… Miles de personas ya llevamos en las muñecas un cacharro de esos que carga el diablo. ¿No se han fijado en el montón de peña que se ha echado a la calle? Es la fiebre del Levántate y Anda. Y seguro que Olentzero trae un montón de relojes y pulseritas que miden la actividad física, las calorías que gastas o las horas de sueño. A ver; que tengo que dar tres vueltas al pasillo para completar los 10.000 pasos recomendados porque el gagdet dice que me muevo menos que un gato de escayola. Venga; que debo subir y bajar tres veces las escaleras para que el dispositivo no eche humo. Los famosos wearables vienen con la tabla para el culo perfecto y los trucos para eliminar las cartucheras. ¡Cómo para no hacerles caso! Cuentan las pulsaciones con el spinning para quemar el turrón.
El gráfico es tan detallado que señalan que de las siete horas y 10 minutos que has estado en la cama apenas has dormido cinco, con una hora y diez minutos de sueño profundo y reparador. Hay algunos aparatos a los que incluso llegan las notificaciones del móvil y que te dejan leer los mensajes. ¡Buf! No sé que es peor si obedecer al cachivache o seguir el método para ponerse en forma con solo 7 minutos, o los nueve ejercicios que adelgazan más que el running. Y todo para pulirse la grasa de un triste polvorón. ¡Qué agobio! Que solo le falta darte una chuche cuando te portas bien, como si fueras un perro.