Macron, marchando una de ‘chapa y pintura’

 

Macron se ha convertido en el nuevo Rey Sol. En sus primeros cien días de gobierno, su maquillaje ha costado al contribuyente francés 26.000 euros. Excusez-moi? Sí, ese es el gasto en una esteticista cuyos servicios fueron requeridos por el Elíseo desde su llegada a palacio. ¡No sé de qué se extrañan! Porque eso se lo funde Mariano en dos tintes de pelo. Con el agravante de que en España, el presidente necesita otra inversión. La careta que usa para salir en el plasma. Por lo demás, Rajoy prefiere maquillar… las cuentas.

Pero digo yo que para emplastar, corregir ojeras y quitar brillos a mesié le presidént no hay que ser Leonardo Da Vinci. Ni la señora Cecilia, que dejó pintado como una puerta al Ecce Homo de Borja. La chapa y pintura de Emmanuel no es nada si la comparamos con lo que salía la pelu de el socialista Hollande. Este tipo, semicalvo, se gastó durante cinco años de mandado, 99.000 euros anuales en el sueldo de su barbero personal. ¿Cómo se puede ser primer ministro y no saber peinarse? Con lo que le quedaba de melena bastaría un peine sin dientes. Sin embargo, recortar el cabello de un presidente es una bagatela. Lo verdaderamente valioso es que luzca una impecable coloración. Ser un peliteñido es el error de la metrosexualidad tardía. No hay más que mirar a Trump con su tupé naranja y su bronceado imposible. ¡Y luego dicen que la república es barata!

¡Y un huevo!

Que comemos mierda a diario no es noticia. Porque nos llenan el buche de aceite de palma, nos meten más glutamatos y aditivos que a un pavo relleno y a todo el mundo le importa un huevo. Pero ahora nos han tocado los h…. Y eso son palabras mayores. Si cuando usted moje la yema nota un ligero tufillo a Fipronil, échele h… Es solo que viene aromatizado con insecticida. Si antes dice Sanidad que aquí no había entrado producto contaminado –esos del Ministerio tienen más h… que el caballo de Espartero– antes pillan veinte toneladas tóxicas en Bizkaia. Y ahora no hay h… y dicen que no.

¡Huevones! Como cuando nos vendían de forma ambulante el aceite de colza, o cuando no podíamos comer chuletón porque podíamos contraer una enfermedad neurodegenerativa que era más difícil de pronunciar que el nombre de un mueble de Ikea, Creutzfeldt-Jakob. También estábamos hasta los h… cuando aparecieron aquellos pepinos con e-coli. Y andábamos en la carnicería pisando h… con aquel fraude en que la carne de caballo sustituía a la de ternera. Que se parecía como un h… a una castaña. A la hora de comer hay que echarle h… porque siempre encuentran algo tóxico. Yo, que sigo sin poner el h… creo que acabo de encontrar el h… de Colón. Por si sigue esta crisis, y viene luego la de los pollos y más tarde la de las gallinas, he hecho acopio de ginebra. Perdonen tanta h, pero me lo han puesto a huevo.

Espinete y Don Pimpón en la Vuelta

Pawel Poljanski compartió en Instagram una fotografía de sus piernas tras correr el Tour de Francia

No habrá ni besos a dúo, ni piernas torneadas ni sonrisas 10. Las azafatas en los certámenes ciclistas tienen los días contados. La Vuelta, que empieza el próximo sábado, plantará cara al sexismo e incluirá azafatos masculinos. Habrá que verlos. Me juego el cuello a que no son gordos, feos, ni viejos. Yo, desde luego, en la Volta a la Comunitad Valenciana solo vi que entregaba el premio un tío cachas de 1,90.

Aunque, bien mirado, en una etapa de la Vuelta Ciclista al País Vasco que terminó en Bilbao creí distinguir a Aburto en el podio. Mejor no sigo por ahí… Siempre me ha parecido absurdo eso de las tías buenas como florero en las pruebas deportivas. No le veía la gracia a que dos macizas besasen a tipos flacos, reventados y envueltos en sudor.

Puestos a hacer bulto en el cajón, podrían igualar por arriba y que los trofeos los entreguen dos barbudos hipsters morreando al vencedor. O un robot asexuado o multisexual… por no ofender. Para no herir sensibilidades, que pongan a Espinete, o mejor a Don Pimpón, que por lo menos no iba desnudo todo el día por el barrio.

El debate de las azafatas solo realza la desigualdad que existe en el deporte o en otras muchas disciplinas, donde se coloca a buenorras al lado de los hombres de éxito. ¿De verdad que un tío que hace miles de extenuantes kilómetros en bici y tiene las venas de las piernas como morcillas de Burgos no se puede colocar solo el maillot y recoger el trofeo de una estantería?

De tres pares de WhatsApps

El otro día me sorprendí planificando el finde con mi cónyuge vía WhatsApp. Nada extraordinario, si no fuera porque estábamos a ambos lados del pasillo. ¿No han reparado que hoy es más fácil comunicarte por WhatsApp con tu jefe que cara a cara? ¿Que tu interlocutor pasa de ti si estás al otro lado de la mesa y sin embargo contesta los mensajes según le van llegando? Un invento, oiga. Sin embargo, huyo de los emojis. No vayamos a tener un lío. Hay quien reclama definir su significado para evitar que jueguen malas pasadas.

Para mí, la flamenca, que algunos usan para todo, encierra un gran misterio. Además ¿por qué hay que enviarla todo el rato? El móvil no es UPS. ¿Y qué significa exactamente la caca con ojos? El mono que se tapa la boca es un peligro en potencia. Es ¿la he cagado por bocazas o qué fuerte tía? El otro mono se tapa los ojos ¿por lo que le ha visto al negro? Y ¿qué le pasa al emoji de los dientes apretados? ¿Está cabreado o acaba de salir del dentista?

Nunca sé hacia dónde tiene que mirar la sonrisita del smiley, ni de qué lado tiene que caer la lágrima. Ya sé que la comunicación pictórica les funcionó a los egipcios o a los habitantes de Santimamiñe, pero aquí nos mete en algunos fregaos de tres pares de WhatsApp. Por favor, pongan al final de este texto esa cara sonriente con dos corazones y piensen lo que quieran. Ojos que no ven, guachá que no siente.

La Levy levita

Hay una chica con pinta de ursulina, Andrea Levy para más señas, vicesecretaria general de Estudios y Programas del Partido Popular, que acaba de glorificarse con un titular: “La casa de Bernarda Alba es el libro que me ha hecho reivindicativa y revolucionaria”. Esta señorita ya mismo adelanta a Pablo Iglesias por la izquierda y lo tacha de reaccionario.

Desde que Cospedal había dicho aquello de que “el PP es el partido de los trabajadores”, no se había oído nada igual. La formación que recurrió ante el Tribunal Constitucional la ley que permitió los matrimonios homosexuales, el partido de “una manzana y una pera no pueden dar dos manzanas”, el del Gobierno que ha ninguneado la ley de Memoria Histórica… ahora es un partido revolucionario, según ellos mismos proclaman. Desde luego, desde que gobiernan han revolucionado la corrupción, los paraísos fiscales, el mercado de trabajo… y con tanta puerta giratoria van a cien revoluciones por hora.

Esta reconocida roja –a la que solo le falta la boina y la estrella roja de cinco puntas del Ché– se ha pasado de frenada. Como los de la Fundación Francisco Franco, que han advertido que aprovecharán la gestión de las visitas guiadas al Pazo de Meirás para mostrar la grandeza de la figura del dictador. El generalísimo, otro bolchevique y gran hijo del… fascismo. No son más revolucionarios porque no se entrenan.