Hay una chica con pinta de ursulina, Andrea Levy para más señas, vicesecretaria general de Estudios y Programas del Partido Popular, que acaba de glorificarse con un titular: “La casa de Bernarda Alba es el libro que me ha hecho reivindicativa y revolucionaria”. Esta señorita ya mismo adelanta a Pablo Iglesias por la izquierda y lo tacha de reaccionario.
Desde que Cospedal había dicho aquello de que “el PP es el partido de los trabajadores”, no se había oído nada igual. La formación que recurrió ante el Tribunal Constitucional la ley que permitió los matrimonios homosexuales, el partido de “una manzana y una pera no pueden dar dos manzanas”, el del Gobierno que ha ninguneado la ley de Memoria Histórica… ahora es un partido revolucionario, según ellos mismos proclaman. Desde luego, desde que gobiernan han revolucionado la corrupción, los paraísos fiscales, el mercado de trabajo… y con tanta puerta giratoria van a cien revoluciones por hora.
Esta reconocida roja –a la que solo le falta la boina y la estrella roja de cinco puntas del Ché– se ha pasado de frenada. Como los de la Fundación Francisco Franco, que han advertido que aprovecharán la gestión de las visitas guiadas al Pazo de Meirás para mostrar la grandeza de la figura del dictador. El generalísimo, otro bolchevique y gran hijo del… fascismo. No son más revolucionarios porque no se entrenan.