Como ellos pueden, Pablo Iglesias e Irene Montero han elegido el orden de apellidos de sus mellizos… por sorteo. Y en el bombo ha salido de primero… Iglesias. Sin niños de San Ildefonso ni nada, han decidido que los nombres los elegirá Irene, que imaginamos pondrá al niño portavoz y a la niña portavoza, aunque lo que no sabemos es si los inscribirá como Montero, Montera o quizá Mantero. Aunque sería más igualitario que uno lleve primero el apellido del padre o la madre y el otro, cambie el orden. El sorteo ha sido cosa de pura lógica habida cuenta que son amigovios (fusión de amigo y novio). El término no me lo he inventado yo. Está reconocido por la RAE. Eran los amigos con derecho a roce de toda la vida, o el sexo sin compromiso. Ya sé que existe el follanovio pero ese vocablo todavía no lo han admitido. Grandes dudas filosóficas, como las que estos días debaten Iglesias y Montero con el onomástico. Para la elección de nombre les sugiero que hagan como los señores académicos de la RAE, unos tipos que se sientan en unos sillones con forma de letra, lanzan palabras al aire y las incluyen en el diccionario según caigan. Que elijan de esta forma los apelativos para bautizar a los mellizos. A ver… ¡Con la A!…. y así hasta que lleguen a la Z de Zipi y Zape. También pueden optar por una fórmula más democrática, un referéndum entre los círculos y las bases con convocatoria de primarias.