Ni Berlanga ni Mr. Bean en el Congreso. Era Alberto Casero, el héroe popular que ha salvado la última votación al gobierno. Una especie de Homer Simpson pulsando el botón erróneo de la central nuclear mientras ve la tele repantigado, y se pringa con el ketchup de la hamburguesa.
Apellidarte Casero y equivocarte en el voto desde casa es el colmo. ¡Otro del PP con máster y con el nivel intelectual de una lata de atún! Alega que está enfermo, vota telemáticamente, mete la pata y, en un inesperado giro de guion, sale corriendo para hacerlo presencialmente. Para una cosa que tiene que hacer, va, y la caga. (Claro, es que estaba con gastroenteritis).
Mano derecha de Teodoro García Egea, en los memes, el diputado es dibujado como un agente infiltrado, posando entre líderes soviéticos. El camarada Casero aparece ataviado con uniforme castrense y boina del Ché Guevara. ¡Menuda tropa tiene Casado!
El PP tilda la votación de fraude, pero a mí me parece que fraude es un tío que cobra 70.000 euros al año, y no sabe qué botón pulsar entre dos disponibles. (Qué pobre, no le habían puesto un sobre al lado de la tecla a tocar). Un tonto a las tres que, encima debe reconfirmar su voto, y es tan inútil que la vuelve a pifiar. Porque lo que realmente es un pucherazo y una trampa es cambiar a última hora el sentido del voto, como hicieron los de UPN, en un chapucero Tamayazo en versión lanzaaceitunas.
Puede dar miedo el tener los representantes que hay en las altas esferas del poder, una cosa que están haciendo a diario, como es votar, y lo hacen mal.
Llega el Casero y se equivoca, el Teodoro protesta como un energúmeno en vez de darle una toñeja a su acolito, total un auténtico circo.
Como es esta fauna que a uno que fue la gran revelación de la política, un tal Rivera, lo han echado de su trabajo por bajo rendimiento, son auténticos impresentables.