Albert Rivera es ese currela al que han echado de su trabajo por vago. Se cargó Ciudadanos y si no le paran los pies, se carga el bufete de abogados. Pero ¡agárrense los machos! El parado Rivera ha reclamado que le abonen su sueldo hasta 2025, cuando finalizaba su contrato. Evidentemente, mil veces más de lo que él defendía en su programa electoral; un máximo de 20 días por año trabajado.
Estos del neoliberalismo españolista son fieles al dicho de «Haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago». La gran esperanza blanca del constitucionalismo catalán es, literalmente, un gandul. Los dueños del despacho hablan de su “nula implicación”. También de radicales incumplimientos que no solo alcanzan a los resultados, sino a la propia actividad (o mejor, inactividad) e incluso falta de presencia. Lógico, el señor Rivera pensaba que el trabajo era para otros, él bastante tenía con sujetar el cazo.
Acostumbrado a calentar el asiento, no había forma de que doblase el lomo y pretendía seguir gorroneando. Otro como Abascal. ¡Vaya atajo de vividores! Y si le añadimos a Toni Cantó, la empresa podría llamarse… Trivago. Porque este se pensaba que trabajar era como ser líder de Cs, holgazanear y ganar pasta sin dar un palo al agua. Ahora, a ver qué chiringuito monta para trincar alguna mamandurria. Se me ocurre una idea. Oye Rivera, vete al PP que con saber votar sí, no, o abstención ya les vale.