El Galibogate ya se ha cobrado los primeros ceses. La chapuza monumental de los trenes que no cabían en los túneles de Cantabria y de Asturias no la superan ni Ozores ni Esteso. Marca Españistán. No se explica cómo ha podido ocurrir que un proyecto que cuesta casi 260 millones y que ha pasado por decenas de manos haya desembocado en un enorme error de cálculo, y que nadie cayera en la cuenta hasta que avisó CAF, el fabricante de Beasain.
Eso es lo que pasa cuando los que se llevan la pasta calentita, ponen al enchufado de turno a hacer los planos. ¡Que ya no se puede fiar uno ni de Google Maps! Esto lo llega a pillar Gila y lo borda en una llamada por teléfono absurda con Revilla.
Y es que si alguien pensaba que lo del submarino más moderno de la Armada, el S-80, que no flotaba, era un listón infranqueable, que tome nota. Primero se hundió por exceso de peso y luego, no cabía en su base del muelle de Cartagena.
Pero, tranquilos, que con esto de los trenes crecientes, tampoco hay que exagerar. Que reduzcan la presión de las ruedas para que el vagón baje un poco y santas pascuas. O que les quiten el techo, los dejen descapotables, los pasajeros se agachen, y asunto arreglado. Aunque con lavar en caliente los convoyes, y centrifugar, creo que valdría. Encogen fijo. Llegados a este punto, yo lo que les recomendaría es que se aseguren que en los tanques que manden a Ucrania, por lo menos, el cañón tenga agujero.