Meme sobre el encierro de la madre de Luis Rubiales
En una puesta en escena delirante, el viernes día 25, Luis Rubiales se negó a dimitir y dio un discurso incendiario, mil veces más grave que el famoso beso. Si unos días antes había resucitado los tiempos más turbios del garrulismo, con la comparecencia pública se empeñó en que el beso en la boca a Hermoso fue un pico. No, señor representante del furbo-spañoo, fue un gesto de poder.
En un ataque misógino y soez, cargó contra la jugadora, “ella me acercó el cuerpo”, dijo, y arremetió contra el falso feminismo “una lacra social” del Gobierno y de la prensa.
Mucho antes de su impresentable actuación en Australia, ya había dado muestras de su zafiedad. Había vendido el fútbol a la tiranía de Arabia Saudí donde las mujeres valen menos cero. Se había agarrado los co…nes en el palco de autoridades, que solo le faltó meterle mano a Letizia, y se había paseado por el vestuario, cual cacique, anunciando un viaje a Ibiza como “regalito a mis chicas”. Unas chicas a las que despreció absolutamente cuando quince exigieron cambios. Y a las que luego llamó «campeones» porque en el equipo técnico también hay tíos. Esto no va de fútbol. Va de falta de igualdad.
Pero resulta sonrojante escuchar a esos periodistas deportivos, que llevan años haciendo machirulas retransmisiones, que nunca habían visto un partido de chicas ni en pintura, ejercer de hiperfeministas. Igual de vergonzoso que la inicial reacción de la cuadrilla de lacayos de la Federación que luego se han visto obligados a maquillar . Menos mal que Jenni sabe que la rana es un sapo, y no compra ese relato victimista, cínico y casposo.
Pues bien, ahora acaba de salir la madre a rematar la jugada porque Luisito es un buen chico. La señora confía ciegamente en su chaval, se declara en huelga de hambre y se encierra en una iglesia. Hace bien en acogerse a sagrado, porque sólo un milagro hará que su «inocente» hijo se libre. Aunque todo esto solo demuestra que la tendencia al esperpento de Rubiales le viene de familia.