«Voy a pasar un rato haciendo scroll viendo vídeos random”, dice mi sobrina. ¡A ver, que levante la mano quien no tenga que mirar en Google para entender las expresiones de los adolescentes actuales! ¡Qué va bro! Pues bien, da lo mismo que consultes internet porque para cuando los baby boomers entendamos algunos vocablos de la generación Z, ya los han cambiado.
Ellos son como de otra civilización, de otra especie. De hecho, tienen un dominio superior de la tecnología y se comunican en otro idioma. Porque la jerga que utilizan es de otro planeta. Y hablan muy raro. Para entenderse hay que decir boom a menudo. A todo le colocan el puto delante. «Me p. flipa, me p. encanta».
¿Te gusta mi vestido? Ni tan mal, me contesta. Que no sé si ha dicho una cosa, o la contraria. Ella ya no liga, hace match. No cotillea el instagram, lo stalkea. Todo es de locos. Y empieza cualquier relato “en plan mítico, o épico”, aunque sea la mayor bobada. Definitivamente estoy convencida de que ha regatoneado el castellano. Si le criticas algo, haces el troll.
Y por supuesto las cosas no le gustan, le rentan. Su capacidad de atención es cero patatero. He conocido bancos del parque que me hacen más caso. Como sus coetáneos, antes que llamar por teléfono prefiere hacer señales de humo con el whatsapp. Y dicen las estadísticas que la chavalería usa el móvil unas cinco horas al día. ¿Haciendo qué? Si no contestan nunca.