El síndrome de la esposa idiota

La infanta respondió el pasado día ocho, 579 veces «no lo sé» y «no me acuerdo». Chica lista. Tropecientas mil evasivas. Vaya verborrea. Para estar una semana preparando el interrogatorio no es que se haya herniado. Queda por aclarar si ha firmado la declaración con el dedo. ¿Memoria selectiva, amnesia? No se sabe. Todo un catálogo de despropósitos aunque el Alzheimer y la estupidez inhabiliten para cualquier cargo. ¿Padece usted el síndrome de la infanta pasmada? No me consta. ¿Ha notado síntomas tales como no reconocer su propia firma? No tengo ni idea. ¿Padece codo de tenista al firmar cheques de Aizoon? Casi me ofende señoría. ¿Sabe usted quién es? Tal vez ¿Se acoge al síndrome de la esposa idiota? Puede ser. ¿Está mintiendo soberanamente? Lo desconozco. ¿Le suena aquello de en en la salud y en la enfermedad; en la riqueza y en la… ? No me acuerdo. Inteligencia, muy deficiente. Comprensión lectora, cero patatero.

Gastaba de la tarjeta sin saber de dónde venía el dinero. Igual es como mi sobrina que cree que la pasta la regala el cajero. Aunque para no enterarse de nada… no creo que se olvide de recoger los cheques de la Caixa. Desde luego, la sangre la tendrá azul pero la cara la tiene muy, pero que muy dura porque la jeta la trae de serie. Habrá que recordarle que la desmemoria y la falta de conocimiento tienen un nombre y se llama República.

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