¿Meterían ustedes la mano en la caja si se les permitiera el acceso a alguna? ¿Se lo llevarían calentito si pensasen que todo queda en casa? No contesten todavía. Si a Kutxabank, otrora ejemplo de rectitud y buen hacer, le salen conejos de la chistera, y no precisamente blancos e inmaculados… Si la lista Falciani crece y crece hasta padecer obesidad mórbida… Si el número tres de Podemos entra en la arena política presumiento de superhonrado y se descubre que es un tramposo… Si Esperanza Aguirre no pone la mano en el fuego ni por su presidente… ¿Qué queda?
Parece que aquí quien no trinca, vuela, y que la codicia no entiende de ideologías. Todos los casos tienen un denominador común y es que enseguida se produce una cascada de reacciones del partido o entidad que corresponda para defender a los suyos, diciendo que se trata de una conspiración judeomasónica. Corporativismo en vena porque todos creen que sus pedos huelen a rosas. Lo peor de todo este cristo que han montado es que flota en el aire la idea de que todos lo haríamos, que todos sucumbiríamos a la corrupción más barriobajera. Yo, desde luego, no voy de digna. De pequeña sisé cien pesetas, he escaqueado un boli alguna vez, cuando la dependienta se olvida, no le recuerdo que me cobre la bolsa de la compra, y pagué al que me puso las puertas de riguroso negro. Ahora les toca a ustedes ¿quién empieza?