En la república de Bildugstán crece la comida en los retoños del árbol de Gernika, es por ello que sus dignatarios han pensado en instaurar la Consejería de Soberanía Alimentaria, que debe ser algo así como que cada vasco plante una vaca en su balcón. O quizá signifique que la consejera va a negociar con las gallinas si quieren consumir maíz transgénico o de lata y consensuar con la ovejas latxas si prefieren la hierba fría o del tiempo. Un ejemplo de democracia animal.
Tal vez los menús diarios se promuevan por decreto ley. A ver; de primero hay que poner marmitako, de segundo, txuletón y de postre, goxua. Queda erradicada la tortilla española, la francesa, la paella valenciana… En el nuevo departamento, los pimientos de Gernika y las alubias de Tolosa pasarán a ostentar alguna dirección general mientras las calles se llenan de bolsas de basura soberanas.
Tampoco está mal la idea de la Consejería de Relaciones Exteriores. Un área imprescindible, como todo el mundo sabe, para tener relaciones exteriores con Burgos y Salamanca. Me gusta la idea de que Interior pase a denominarse Libertades Ciudadanas, un apelativo muy oportuno cuando un agente reduce a un atracador. Porque el marketing es decisivo desde que las patas de cerdo pasaron a denominarse manitas. Debe ser por eso que Laura Mintegi presentó un equipo de gobierno irreconocible. Ni un Ternua, ni una mochila… ¡Qué cambio después de 35 años de palestinos!