Es la guerra. El patio lo ha devastado una sucesión de tornados económicos; lo que nos ha estallado en la cara no es una burbuja, es un zeppelin; la peña está con la pistola de la crisis al cuello; los corruptos siembran minas, y en el Partido Popular andan a misilazo limpio. Esta semana la entrevista de Aznar en la tele, criticando a Rajoy por ser un blandiblú, ha desatado el caos y les ha puesto, sin intervención de terceros, a puntito de la escisión.
Los SoPPrano andan metidos en una Guerra de Tronos donde al señor de los hilillos solo le faltaba el enano de las Azores pisándole los callos. El führercito, esa persona que acepta un regalo de 30.000 euros para la boda de su hija, y que encima, lo justifica como una cosa sin importancia, vive en un mundo de ídolos caídos.
A la boda de Anita fueron más criminales (Fabra, Sepúlveda, Correa, el Bigotes…), que a la boda de la hija de Vito Corleone, pero esa es otra cuestión. Ahora el problema radica en que amaga con volver porque se ha quedado sin sobres y parece que quiere recoger más. Y todo sin hacer propósito de enmienda. El mecenas de Rato, Blesa, Alierta… se está berlusconizando. Chulesco, prepotente, se muestra dispuesto a salvar el mundo aunque solo pretenda blindarse judicialmente. Cuando nos dijeron que lo peor de la crisis aún estaba por llegar, no sabíamos que se referían a la vuelta de Aznar. Aunque estoy completamente a favor de su regreso. Solo él sería capaz de unir al personal… en su contra.