Precios anti crisis en el Congreso

Se ha montado una buena porque ir a beber tragos largos al Congreso resulta más barato que hacer botellón. Y todo porque a esta cafetería de la Carrera de San Jerónimo han llegado los precios anticrisis; un gin tonic cuesta 3,45 euros, un vodka, 3,40, un cubalibre de ron, 5,45, un whisky con refresco, 3,45… Yo celebro que nuestras señorías puedan disfrutar de tal variedad de alcohol a tan ventajosos precios. Lo merecen porque abordan temas tan pesados que necesitan digerirlos con un copazo. Si bebes, ¿no legisles?

No querrán ustedes que traten la normativa antidesahucios sin un buen blody mary o que aprueben la nueva ley del aborto sin echarse algo de vodka al gaznate… eso sí a precios populares. ¡A ver jefe, un martini mezclado, no agitado y baratito! Aunque la ingestión de bebidas alcohólicas en el centro de trabajo debería está prohibida, lo que está por definir es si estamos hablando del bar del poder legislativo o de un club de alterne.

Eso me recuerda a las cuatro botellas de Moët Chandon, seis de cava, 16 cajas de cerveza, 19 botellas de whisky, 24 botellas de vino tinto… y así hasta sumar 106.672 pesetas que se pimplaron los guardias civiles que asaltaron el Hemiciclo el 23F. A un diputado le sale más barato regarse el hígado con un cubata en el Congreso, que a un niño calentarse la comida que lleva de casa en el tupper. Los padres de la patria están también por nueve euros bien comidos y mejor servidos. ¿Entienden ahora por qué son estómagos agradecidos?

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