Espinete y Don Pimpón en la Vuelta

Pawel Poljanski compartió en Instagram una fotografía de sus piernas tras correr el Tour de Francia

No habrá ni besos a dúo, ni piernas torneadas ni sonrisas 10. Las azafatas en los certámenes ciclistas tienen los días contados. La Vuelta, que empieza el próximo sábado, plantará cara al sexismo e incluirá azafatos masculinos. Habrá que verlos. Me juego el cuello a que no son gordos, feos, ni viejos. Yo, desde luego, en la Volta a la Comunitad Valenciana solo vi que entregaba el premio un tío cachas de 1,90.

Aunque, bien mirado, en una etapa de la Vuelta Ciclista al País Vasco que terminó en Bilbao creí distinguir a Aburto en el podio. Mejor no sigo por ahí… Siempre me ha parecido absurdo eso de las tías buenas como florero en las pruebas deportivas. No le veía la gracia a que dos macizas besasen a tipos flacos, reventados y envueltos en sudor.

Puestos a hacer bulto en el cajón, podrían igualar por arriba y que los trofeos los entreguen dos barbudos hipsters morreando al vencedor. O un robot asexuado o multisexual… por no ofender. Para no herir sensibilidades, que pongan a Espinete, o mejor a Don Pimpón, que por lo menos no iba desnudo todo el día por el barrio.

El debate de las azafatas solo realza la desigualdad que existe en el deporte o en otras muchas disciplinas, donde se coloca a buenorras al lado de los hombres de éxito. ¿De verdad que un tío que hace miles de extenuantes kilómetros en bici y tiene las venas de las piernas como morcillas de Burgos no se puede colocar solo el maillot y recoger el trofeo de una estantería?

De tres pares de WhatsApps

El otro día me sorprendí planificando el finde con mi cónyuge vía WhatsApp. Nada extraordinario, si no fuera porque estábamos a ambos lados del pasillo. ¿No han reparado que hoy es más fácil comunicarte por WhatsApp con tu jefe que cara a cara? ¿Que tu interlocutor pasa de ti si estás al otro lado de la mesa y sin embargo contesta los mensajes según le van llegando? Un invento, oiga. Sin embargo, huyo de los emojis. No vayamos a tener un lío. Hay quien reclama definir su significado para evitar que jueguen malas pasadas.

Para mí, la flamenca, que algunos usan para todo, encierra un gran misterio. Además ¿por qué hay que enviarla todo el rato? El móvil no es UPS. ¿Y qué significa exactamente la caca con ojos? El mono que se tapa la boca es un peligro en potencia. Es ¿la he cagado por bocazas o qué fuerte tía? El otro mono se tapa los ojos ¿por lo que le ha visto al negro? Y ¿qué le pasa al emoji de los dientes apretados? ¿Está cabreado o acaba de salir del dentista?

Nunca sé hacia dónde tiene que mirar la sonrisita del smiley, ni de qué lado tiene que caer la lágrima. Ya sé que la comunicación pictórica les funcionó a los egipcios o a los habitantes de Santimamiñe, pero aquí nos mete en algunos fregaos de tres pares de WhatsApp. Por favor, pongan al final de este texto esa cara sonriente con dos corazones y piensen lo que quieran. Ojos que no ven, guachá que no siente.

La Levy levita

Hay una chica con pinta de ursulina, Andrea Levy para más señas, vicesecretaria general de Estudios y Programas del Partido Popular, que acaba de glorificarse con un titular: “La casa de Bernarda Alba es el libro que me ha hecho reivindicativa y revolucionaria”. Esta señorita ya mismo adelanta a Pablo Iglesias por la izquierda y lo tacha de reaccionario.

Desde que Cospedal había dicho aquello de que “el PP es el partido de los trabajadores”, no se había oído nada igual. La formación que recurrió ante el Tribunal Constitucional la ley que permitió los matrimonios homosexuales, el partido de “una manzana y una pera no pueden dar dos manzanas”, el del Gobierno que ha ninguneado la ley de Memoria Histórica… ahora es un partido revolucionario, según ellos mismos proclaman. Desde luego, desde que gobiernan han revolucionado la corrupción, los paraísos fiscales, el mercado de trabajo… y con tanta puerta giratoria van a cien revoluciones por hora.

Esta reconocida roja –a la que solo le falta la boina y la estrella roja de cinco puntas del Ché– se ha pasado de frenada. Como los de la Fundación Francisco Franco, que han advertido que aprovecharán la gestión de las visitas guiadas al Pazo de Meirás para mostrar la grandeza de la figura del dictador. El generalísimo, otro bolchevique y gran hijo del… fascismo. No son más revolucionarios porque no se entrenan.

Dame pan y llámame tonto

Desde luego, Dios da pan a quien no tiene dientes. Porque los panaderos han iniciado una campaña para que la Real Academia Española (RAE) y el Instituto Cervantes eliminen el refrán pan con pan, comida de tontos de los manuales que editan. Tontos no serán, pero haciendo interpretaciones absurdas son los puñeteros amos. ¿También pedirán eliminar ser un cacho de pan o contigo, pan y cebolla? Lo que nos faltaba, rebelarse contra el refranero y eliminar dichos populares sobre un alimento que está omnipresente en miles de sentencias.

Y como no solo de pan vive el hombre, estos artesanos se han puesto en pie de guerra porque consideran que este refrán “no dignifica un oficio muy sacrificado”. Dame pan y llámame tonto. Con pan y vino, se hace el camino… Muy pronto, los herreros pedirán que se elimine en casa de herrero, cuchillo de palo, pero los fabricantes de cuchillos de palo sacarán pancartas y se negarán en redondo.

Así las cosas, los marineros no querrán que mande el patrón y un largo etcétera. Venga, que todos los que se llaman Vicente se movilicen para exigir a la RAE y al Instituto Cervantes que fulminen aquello de ¿Dónde va Vicente? Donde va la gente. Que los vecinos de Loja se echen a la calle exigiendo aniquilar el que dice En Loja, la que no es puta es coja. Decididamente, se nos está yendo la olla. Con perdón a los fabricantes de cacerolas.

¿Dos huevos o una docena?

La alcaldesa Manuela Carmena ha iniciado una campaña contra la costumbre de muchos varones de separar las piernas en el transporte público, ocupando el espacio ajeno. A este despatarre lo llaman microagresiones machistas. Pero parece más bien una falta de educación, o de poca solidaridad con el compañero/a de viaje. Está claro que a muchas nos gustaría que explayasen menos las piernas. No es mucho pedir. Ya que muchos tíos invaden comúnmente el área de otros asientos, aún chocando con lo que encuentren a su costado.

Algunos lo atribuyen a una cuestión biológica. Argumentan que aquello que tienen en la entrepierna les impide juntar las rodillas. Pero vaya, creo pueden ir perfectamente con las piernas cerradas. ¿Qué tienen? ¿Dos huevos o una docena? A menos que sufran de elefantiasis en sus partes nobles, deberían viajar más apretaditos. Para otros, además de una falta de cortesía, es un gesto de dominación.

Así, que desde área de Movilidad del Ayuntamiento de Madrid se han puesto a colocar cartelitos. Yo creo que hay que ser bastante gili para intentar legalizar los centímetros que se pueden abrir o cerrar las piernas en el metro o en el bus. ¿Y qué me dicen de ocupar el asiento con un bolso enorme? o ¿cargar mochilas gigantes como un caracol invadiéndolo todo? ¿Habrá policía para controlar lo que parece una “güevitis” endémica? Por favor ¿algún psiquiatra de guardia?