¡Qué riesgo tiene la prima!

Desvelamos la identidad de la prima de riesgo

No sé ustedes, pero yo no sobrevivo a otro verano como este. Los especuladores no se van de vacaciones, los imperios no dejan de contraatacar, y no hay día que las noticias económicas no sean más catastróficas que el día anterior. Si una jornada creo que voy a sufrir un pampurrio por la multa de las vacaciones fiscales, otro no vivo pensando cómo va a influir el adelanto electoral en los datos del paro, el fin de semana no pego ojo por ver cómo va a arreglar Obama lo de la deuda y así en un no parar. El lunes estuvo a punto de darme un ictus, la Bolsa se estrellaba y la prima de riesgo cerraba en máximos.

Que digo yo, que esa prima tiene que tener un sobrepeso brutal porque come y come, y no se cansa de dejarnos a los demás en los huesos. Y ayer reventó y llegó a los 404, no sé si de cadera o cintura, pero batió récords. Me da que ni con la dieta Dukan lo arregla.

Sin embargo, la dichosa tía se lleva a todos al huerto, sobre todo a los ciudadanos, que somos los verdaderos primos. Todos tenemos una prima que tiene más peligro que un nublao, pero eso de cepillarse hasta cuatrocientos son palabras mayores. No sé si lo hará en el parqué porque los periódicos también cuentan que ha puesto a la Bolsa por los suelos. Para evitar pagar primadas, me refugio en otro titular de ayer: El precio de las sardinas se disparó en julio. Pues bien, les propongo vender sus acciones del Ibex y comprar sardinas, que hoy por hoy, es el único valor seguro.

Lencería low cost

Las bragas que han hecho remontar a Marks & Spencer

El milagro de las bragas brasileñas está a punto de incluirse como máster en algunas facultades de Empresariales. Hartos de no levantar cabeza, la firma británica Marks & Spencer decidió hace meses vender lotes de tres unidades de bragas brasileñas por el módico precio de 10 libras.

Desde entonces, la empresa ha disparado sus ventas de ropa interior y ha vendido casi un millón de packs. ¿El secreto? Unos sexys culottes de encaje semitransparente, donde las mujeres ven reflejado lo mejor de ellas mismas y los hombres ven… cualquier otra cosa.

Frivolidades aparte, el máster formará en la gestión del complejo mundo de la lencería: de la braga clásica al boxer, pasando por la faja reductora, el tanga de tira, la braga brasileña, el culotte a la cadera o el bikini. Un curso de especialización para acabar con la mayor duda existencial del género femenino: ¿Tanga o braga?

Inmerso también en otro postgrado de mejora de la indumentaria más íntima, David Beckham, lanzará una colección de calzoncillos para H&M. Gayumbos de baratillo para incrementar sus bolsillos. A ver si se percata de la precaria situación del sector textil Letizia Ortiz, que ha sido cazada con unas parisinas de un precio desorbitado, –499 euros–, con incrustaciones de cristal de Swaroski. Aunque creo que Zarzuela ha sacado una nota de prensa para explicar que las manoletinas cuestan un pastizal, pero que compra las braguitas en Zara. ¡Otra con lencería low cost!

El otro señor Burns

El señor Burns, alter ego de Francisco Camps.

Algunos reclaman «dar una chupadita de la medicina de Camps», cuando ya estan cansados de chupar del bote. Hartos de mamar de la teta pública, la sabiduría popular ha acuñado: «Gastas menos que Camps en trajes». Quizá por eso, estos días, Paco sale más en los chistes que en las noticias. Es el prota de una página en Facebook: «Señores que dicen que son inocentes, pero van y dimiten», y actúa como galán en alguna peli en cartelera; «El increíble hombre mangante», «Mentiroso campspulsivo» o «Los chorizos del presidente».

Ya se convirtió en chirigota con el «te quiero un huevo» que le dijo a el Bigotes, el jefe valenciano de la red Gürtel. Fue objeto de chanza con el «Feliz Navidad, amiguito del alma», que le dedicó al shériff de Orange Market, una de las empresas que se benefició de los contratos con su administración. Y organizó una cuchufleta con el trabalenguas: «Los tres tristes trajes que le trajeron a Camps».
Porque todo en él parece una broma. Su cara es casi una réplica del señor Burns de los Simpson. Su risa es tan extraña que incluso el miércoles, el día que anunció su dimisión, se carcajeaba como una hiena. Lo lamentable es que el molt honorable se lo toma muy en serio. Va de perdonavidas y proclama que es inocente, además de virgen y mártir. Por eso, se sacrifica por España y acabará subiendo a los altares porque hace milagros. Por ejemplo, el de la multiplicación de los chorizos.

Euskadi, el otro triángulo de las bermudas

Modelo de Barcelona Fashion Week

El triángulo de las bermudas es una zona comprendida entre las tres capitales vascas que cada verano se llena de tíos en pantalón corto, canillas al aire y pelos al viento que exhiben sus piernas con más pundonor que gallardía. Esta semana el 080 Barcelona Fashion Week ha apostado, en sus colecciones masculinas, por las bermudas con americanas ligeras como alternativa al traje clásico. Aunque no creo que los que se plantan los shorts y las chancletas sean muy fashion victim, contemplar este striptease parcial me produce una mezcla de zozobra y desasosiego que ya tengo diagnosticada como patología fetiche.

Algunas pantorrillas me suben el ánimo: fornidas, peludas, atléticas… con aspecto de jugar varios Wimbledon después de nadar diez kilómetros. Pero la mayoría me bajan la tensión: son paliduchas, enclenques, con aspecto malhumorado y pinta de sufrir maltrato doméstico. Me pongo mala cuando el becario –que parecía de buen ver– desnuda las zancas y se descubre como un gallináceo con patas de palo. No hay nada más antilibidinoso.

Y lo peor es si se presenta el jefe en shorts. ¿Hay algo que le reste más credibilidad y cree mayor malestar entre sus subordinadas después de marcar paquete? Lo siento. Soy consciente de que cada verano me descuelgo con una columna de canillas masculinas. Pero les juro que no hago un corta y pega porque el tema de sus piernas me daría para un tratado. Imagínense si despuntaran con otra extremidad.

La madame del FMI

Madame Lagarde

Querida Christine: no sabes cómo te entiendo. Te nombran directora del Fondo Monetario Internacional y te ponen verde. Y todo por un sueldo de 323.234 euros al año, más 57.858 euros para gastos de bolsillo, una cantidad imprescindible para mantener un nivel de vida adecuado a tu cargo. Nadie te tiene en cuenta ese gran gesto de solidaridad con los mileuristas, cobrando 1.043 euros al día.

Y es que los simples mortales no son conscientes del trabajo tan duro que implica dar dinero y recoger intereses mientras países enteros se arruinan. No saben que hace falta dar la cara y salir en la tele diciendo que hay que subir el iva del 18 al 23 por ciento, que hay que bajar el sueldo a los funcionarios, reducir el déficit en el sector público y bajar las prestaciones de desempleo.

Ser una de las máximas responsables del expolio de la burbuja-financiera de la riqueza mundial se tiene que pagar bien. Además, ganando medio millón libre de impuestos, se te ocurrirán mejores medidas de austeridad para salir de la crisis. Sin olvidar que tú nunca forzarás a un camarero porque tienes que demostrar una moral impecable y cumplir con unos códigos éticos estrictos. ¡Qué ingratos! ¡Qué poco se acuerdan de lo que cobran los Botín, González, Rato o del escándalo de que el Madrid pague 30 millones de euros por Coentrao! Eso, eso, que salgan a la calle más indignados y los que ya tengan perro que se compren la flauta. ¡Cuánta incomprensión querida!