Pijos chanchulleros

Cuando en lo peor de la pandemia miles de españoles morían, y cuando miles de sanitarios se estaban dejando la piel sin protección, había en Madrid dos pavos chuletas dando el pelotazo y haciéndose de oro con las comisiones de mascarillas y guantes defectuosos.

La Fiscalía Anticorrupción se ha querellado contra dos empresarios (por decir algo), Luis Ramón Medina Abascal, hijo del duque de Feria y de Naty Abascal, y Alberto Javier Luceño que, en marzo de 2020, vendieron material sanitario al Ayuntamiento de Madrid por un valor de 15,8 millones de euros y cobraron una comisión de casi seis millones.

Para blanquear la estafa, compraron una docena de coches de lujo, un yate, o un casoplón de un millón de euros. Ellos con Ferraris, Lamborghinis, o rolex, y mientras, los abuelos cayendo como moscas en las residencias. Estamos rodeados de sinvergüenzas sin escrúpulos que se jactan de ser los más listos de la clase. Lo peor de todo es que estos pintas, el duque y su secuaz, se crearán muy españoles, patriotas por la gracia de Dios, guardianes de las esencias de España, y, además, motores del país.

Pero solo son dos pijos chanchulleros inflando precios y especulando con la salud pública y el dinero de todos. Lo malo es que, al final, no va a haber forma de meterles mano. Lo mismo que a las eléctricas, enriqueciéndose obscenamente a costa de los pobres trabajadores

¡Qué poco mérito exculpar al emérito!

Mientras el mundo está contando muertos en Ucrania, pasan más cosas y algunas muy graves porque a la chita callando, El Campechano se vuelve a ir de rositas. Un hurra por la Fiscalía que aprovecha la invasión y el drama para anunciar una decisión que tenía tomada desde el principio, dar carpetazo a la investigación sobre la fortuna secreta en el extranjero de Juan Carlos I. Hip hip hurra. Y es que tiene muy poco mérito lo de exculpar al emérito.

Ni comisiones del AVE a La Meca, ni regalos de multimillonarios, ni patrimonio oculto en Jersey. El comisionista defraudador con dineros en paraísos fiscales vuela libre como un pajarito. Juanito ¡que alegría!, la justicia te da la razón. ¡Igual hasta tenemos que indemnizarte por los daños morales!

Le han perdonado una parte porque lo hizo cuando era inviolable. Otra parte, se la han pasado por el forro porque había prescrito. Y en la otra, hacen la vista gorda porque lo regularizó. Un dechado de ejemplaridad, vaya. Con el horizonte judicial ya despejado, El Fugas ya puede volver a España a vivir sus últimos años en paz a costa de sus ahorros. Hay que recordar que también ha quedado libre su yerno, Urdangarin, que ha pulido sus casi siete años iniciales de condena en tres años y ocho meses. ¡Qué buen momento han elegido para restregarnos por las narices que la justicia es igual para todos!

El gran hijo de Putin

Vivía yo tranquila viendo las hipermasculinas sesiones de fotos publicitarias de Vladimir Putin –que le han mostrado paseando semidesnudo por la naturaleza siberiana, disfrutando de un viaje de pesca sin camiseta o dándose un baño en un lago helado– hasta que le vi sentado en la mesa de la vergüenza. Entonces comprobé que nada calmaba su ardor guerrero.

Vimos ese kilómetrico tablero de seis metros a cuyo extremo sentaba a los mandatarios europeos que acudían al Kremlin a pedirle sopitas. Una demostración de poder al estilo del Gran Dictador. “Porfa, porfa Vladimir, sé bueno, deja en paz a Ucrania”. ¡Precisamente en eso estaba pensando él!

Nostálgico de la época soviética, Putin es un producto genuino de la KGB, tiene toda la experiencia comunista y se las da de Napoleón. Ahora invade a gran escala Ucrania porque no tiene tiempo que perder. En octubre cumplirá 70 primaveras. No me negarán que son las locuras que hacen los dictadores cuando ven que se van haciendo viejos y se les acaba el tiempo para moldear la historia a su imagen y semejanza. Parecía una ajedrecista frío y calculador y se ha puesto al nivel de Hitler, desatando toda su fuerza de psicópata narcisista. Porque cuando a un enano megalómano y egocéntrico le sobran armas y mala leche, eso es mal asunto.

Faemino y Casado

Estábamos todos preocupados por Ucrania y resulta que la guerra estalló en Génova. Ayuso y Casado se han hecho el harakiri político. Y en medio Teodoro aceitunas. Egea, para los amigos. La pugna por el control del PP de Madrid ha escalado a guerra civil en el partido. Y todo porque dicen que el hermano de la lideresa se ha llevado una mordida de 280.000 euros, chanchulleando con mascarillas mientras todos los días se morían casi mil españoles en las UCI.

En los SoPPrano madrileños regía la omertá y todos callaban hasta que se desató la guerra entre bandas. ¡Riéte tú de las bandas latinas! Han funcionado como la mafia genovesa. Todos lo sabían, pero cada parte ha considerado que no era el momento de cargarse al otro, momento que ha llegado tras el batacazo de las elecciones de Castilla yLeón. “Van a por lo más importante para una persona, su familia”, dijo el jueves Ayuso. Ni Don Vito Corleone lo hubiera dicho mejor.

Esto cada día es más «House of Cards» en versión pandereta. Porque García-Egea y Pablo Casado encargaron al lince de Ángel Carromero un espionaje chusco al estilo Pepe Gotera y Otilio. Y lo siguiente era destrozar 300 veces algún disco duro. El problema de estos personajetes es que todavía no se han dado cuenta de que están enfrentándose a un gigante político, que no va a dejar de ellos ni las raspas. Joé Santi, qué suerte. ¡Qué fácil te lo están poniendo!

Rivera, Abascal y Cantó, socios fundadores de Trivago

Albert Rivera es ese currela al que han echado de su trabajo por vago. Se cargó Ciudadanos y si no le paran los pies, se carga el bufete de abogados. Pero ¡agárrense los machos! El parado Rivera ha reclamado que le abonen su sueldo hasta 2025, cuando finalizaba su contrato. Evidentemente, mil veces más de lo que él defendía en su programa electoral; un máximo de 20 días por año trabajado.

Estos del neoliberalismo españolista son fieles al dicho de «Haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago». La gran esperanza blanca del constitucionalismo catalán es, literalmente, un gandul. Los dueños del despacho hablan de su “nula implicación”. También de radicales incumplimientos que no solo alcanzan a los resultados, sino a la propia actividad (o mejor, inactividad) e incluso falta de presencia. Lógico, el señor Rivera pensaba que el trabajo era para otros, él bastante tenía con sujetar el cazo.

Acostumbrado a calentar el asiento, no había forma de que doblase el lomo y pretendía seguir gorroneando. Otro como Abascal. ¡Vaya atajo de vividores! Y si le añadimos a Toni Cantó, la empresa podría llamarse… Trivago. Porque este se pensaba que trabajar era como ser líder de Cs, holgazanear y ganar pasta sin dar un palo al agua. Ahora, a ver qué chiringuito monta para trincar alguna mamandurria. Se me ocurre una idea. Oye Rivera, vete al PP que con saber votar sí, no, o abstención ya les vale.