El car-asutra

 

El car-asutra o la guía perfecta para tener sexo en el coche

A petición popular y dado que la campaña electoral pide algo intrascendente para desengrasar, hoy les pongo sobre la pista de una página impagable de internet que contiene una información verdaderamente útil para los lectores, mucho más que las farmacias de guardia o el tiempo. Me refiero a «mispicaderos.net». No, no es una web dedicada a la monta y doma de caballos, aunque también pueda incluir usuarios percherones.

Se trata de un mapa de los calentones, más de 7.000 lugares públicos para dar rienda suelta a la pasión, una base de datos que se ha revelado como un hallazgo total. Ideal para primerizos y nostálgicos, aunque yo a mi edad preferiría recorrerlos más en autocaravana que en coche. Porque lo único que hay que hacer es encontrar hueco, aparcar y sudar.

Esta guía para parejas sin cama propia muestra que en Euskadi hay lugares a patadas para practicar sexo furtivo porque están contabilizados casi 500. Su creador, un bilbaino llamado Josean Gutiérrez, siempre ha estado muy concienciado con el problema vasco. Y si ligar es difícil que no sea por picaderos y recodos donde desfogarse con el mejor Car-asutra.

Para controlar que los rincones amatorios estén verdaderamente operativos, Gutiérrez los busca en Google Maps y hace una valoración del entorno para los amantes más exigentes. Algún hortera ya los ha bautizado como los parkings del amor y, la verdad, no sé yo que tiene de romántico montárselo en la zona de carga de Bilbondo.

¡Cuidado con la porcelana Ming!

Cayetana, el día de su boda

Cayetana de Alba ha sellado su historia de amor con una fractura. La luna de miel estaba dando tanto de sí que la aristócrata, de 85 años, se cayó el miércoles en palacio y sufre una fisura de pelvis que le obliga a guardar cama, pero con reposo. Como ya clavara Jaime Peñafiel, la duquesa, tan católica y ultraconservadora ella, se casó para consumar y a fe que lo ha hecho. Normal, porque si la Iglesia se entera de que no tiene intención de procrear, no hay boda.

La sonrisita bobalicona que se le había puesto en las últimas portadas al duque consorte ya delataba el trajín que se traía con su novia octogenaria estilo adlib ibicenco. Aunque el ajetreo pélvico le ha sentado mal a la recién casada. Cuentan en los mentideros periodísticos que la caída se ha debido a un resbalón con una alfombra, aunque los corrillos populares creen que ha sido un traspié con una postura del kamasutra o un empujoncito de Alfonso. Pero no nos engañemos.

Esa abuelita respetable llamada Cayetana Fitz-James Stuart no está ni para hacer la pinza birmana ni para la figura de flor de loto sobre campo de sésamo, sino más bien para prácticas eróticas menos agresivas. Y eso que en sus buenos tiempos, la señora debía tener un éxito abrumador. Dicen que sus amigas la apodaban la bombilla por la cantidad de moscones que tenía alrededor. Ahora declaran que Alfonso Díez la llama ‘mi porcelana’. ¡Será de la dinastía Ming! A ver cuántas piezas le sobran cuando se la peguen con superglue.

Haciendo la calle

Herriko Taberna de la calle Ronda
Hace más de veinte años que hago la calle. Es una profesión como cualquier otra. Ejerzo con el boli y el papel y voy entrando al personal para ver si quiere rollo, es decir, para que me cuente cosas. Alguna gente entra al trapo y otra se mete al burladero y de ahí no le sacas, pero nunca nadie me ha dado puerta. Bueno, hace mucho, en una reyerta entre gitanos en la alhóndiga de Rekalde –con tiroteo y muerto incluido–, el patriarca me dio un garrotazo. Nada grave. Solo me hirió el orgullo.
Pero el jueves por la noche, en la herriko taberna de la calle Ronda, me adentré en territorio comanche. Intentaba conocer la reacción de la parroquia de la izquierda abertzale al final de la violencia. La lidia iba renqueante hasta que una nekane salió desde detrás de la barra para echarme con cajas destempladas. No quería periodistas husmeando.
Esbocé media sonrisa e intenté dialogar. No le interesaba el medio, ni los argumentos, ni el buen rollo. No me ofrecía ninguna salida negociada. Desalojaba sí o sí. Comprendí que aunque se hubiera muerto el perro, no se había acabado la rabia y vi que con esa señora era imposible cualquier atisbo de convivencia, reconciliación o esos términos grandilocuentes que estos días se repiten. Me odiaba porque no pienso como ella y eso ningún comunicado lo va arreglar.
Lo siento. Sé que hoy no es la reflexión más adecuada. Pero está escrito con las tripas. Cuando introduzca la razón ya se me ocurrirá algo más políticamente correcto.

Mucho ojo con las dietas

Mucho ojo con las dietas

Tengo una amiga que tiene un serio problema con los animales. Cuando está en fase hervíbora, desayuna salvado de avena, come lechuga y remolacha y solo cena manzanas. Se le pone cara de Sarah Jessica Parker o, lo que viene a ser parecido, de caballo, pero está favorecida.

Ahora me preocupa bastante. Ha mutado en depredador y se pasa el día echando al buche única y exclusivamente filetes de carne y haciendo el salto de la tigresa para ir al baño porque tiene un serio problema de evacuación intestinal. Al parecer, no sufre ningún desfase mental. Es que se pasa la vida a dieta. Ahora me ha dicho que le toca la Dukan y que está en esos días PP. Nada que ver con Mariano Rajoy, solo con las proteínas puras.

Está eufórica porque ha emprendido la fase de ataque, aunque luego le queda la combinada, la etapa crucero… Yo le digo que si quiere una dieta adelgazante, las hay a montones. Dicen que va dabuten la de emepe y emezeta. Es decir, menos plato y más zapato. Pero tiene la dieta flash, la dash (enfoques alimentarios para frenar la hipertensión), la dap…

Creo que también funciona bastante bien pasar unas vacaciones en Somalia y por supuesto que no olvide la dieta del cucurucho… En este momento, lo que más miedo me da es que, de verdad, le funcione y se quede cuasi sílfide, le cuelguen todos los cueros y entonces se convierta en otro animal, en Jabba el Hutt, el bicho ese de la Guerra de las Galaxias.

Nido de víboras

La SGAE, una sociedad en entredicho
La SGAE, esa organización no humanitaria que cobra hasta por silbar en la ducha, ha incubado un nido de víboras. El último ofidio en afilar los dientes ha sido Pedro Farré, acusado de pagar prostitutas –y gastar 40.000 euros en seis meses– con una VISA de la Sociedad General de Autores, aunque él alega que no se le prohibió el uso personal de dicha tarjeta corporativa. A mi me parece un tipo coherente. Entiendan a este pobre hombre; lo hizo exclusivamente por no descargar material pornográfico de la red, un anatema para los suyos. Frecuentaba señoritas de compañía por cuestiones solidarias: Y es que como en la sociedad de Teddy Bautista tenían carta blanca para joder a todo Dios, pensó que, por lo menos, la empresa debía pagar a las que se dejaban joder profesionalmente.
Sus atenuantes son de libro ya que, a pesar del material que había en esa casa de p…, era más económico contratarlo fuera. Se limitó a externalizar servicios para abaratar costes. Además, cuando visitaba un burdel de lujo aprovechaba para comprobar qué sonaba en el hilo musical y pasar la correspondiente minuta.
Farré, el cerebro del canon digital, es un directivo con fundamento. Porque tenía razón en que había piratas, pero buscaba en el lugar equivocado, estaban todos dentro, no fuera. ¡Qué curioso el comportamiento de una gente que reclama dinero en conciertos benéficos, que se cuela en bodas para ver qué música ponen y que llama ladrones a los usuarios de internet!