Papa Noel muere asfixiado

Hay pocos acontecimientos que generen más estrés que la Navidad. Y eso que ni siquiera estoy pensado en el virus consumista, las aglomeraciones, los villancicos o la familia. Tampoco en el síndrome Grinch, esa fobia que se diagnostica hacia la Inmaculada y acaba el 7 de enero. Lo que realmente no puedo soportar es que estas fechas me obligan permanentemente a tomar decisiones. Me fastidia estar pensando si monto el árbol o pongo el belén… Si Nochebuena la paso con los padres o con los suegros… Si me arruino en lotería para acabar diciendo aquello de lo importante es la salud.

Me da rabia decidir si tengo que ir a cenar con esa compañera de trabajo a la que todo el año no puedo tragar y que ahora me hace confidencias sobre su vida sexual porque Iberdrola ha puesto luces de colores por la calle y El Corte Inglés ha echado nieve de poliestireno en los escaparates. Me da grima pasarme un mes comprando regalos para luego pasar otro cambiándolos. Me revienta estar pensando si chutarme todas las grasas saturadas del mercado para luego estar a fruta y verdura. Prefiero no pensarlo y me sumo a la orgía navideña.

Lo primero es bajar al trastero a resucitar mis adornos del año pasado. Pero entonces me encuentro a las estrellitas ahogadas en moho, el dorado de las figuritas se ha vuelto una pasta pringosa que ha electrocutado a las bolas, guardadas junto a las luces. Y el espumillón se ha enroscado en el Papa Noel que ha muerto asfixiado. Santa Claus ha muerto. ¡Viva el Olentzero!

Huevos pasados por agua

Te vas a tener que cambiar de nombre, bonita. Y luego limpiarte esa boquita con jabón. Porque estás soltando unas perlas… Sí, esto va para ti, Cristina Antón. Sí, tú, la que te estás autoproclamando en las redes sociales como una víctima esclavizada por el ministro Blanco, incapaz el pobre de matar una mosca. «Es muy fácil imaginar mi curro desde vuestros sofás, durmiendo ocho horitas cada noche. Si venís a trabajar conmigo no podéis con vuestros huevos. Vuestro puente de puta madre, y yo curro dieciséis meses al año», dice esta controladora aérea de Son Sant Joan desde su blog. Cristina borda el papel de poli malo y encima se pone chulita: «Vamos a acabar empotrando un avión». Más tarde aparece el poli bueno. Es el portavoz sindicalista guaperas del que ya habíamos tenido noticias, César Cabo, ese chico que parece siempre a punto de montar en un yate después de un garbeo por Puerto Banús, y pide disculpas. «Que se entienda que un desquicie semejante solo ocurre cuando un colectivo está presionado al límite».

Con estos prototipos, no es de extrañar que a los controladores les salgan admiradores por haber tenido cojones para hacer lo que ningún españolito se atreve, a pesar de tener cada vez menos trabajo, menos sueldo y peores condiciones laborales. Otros les ríen la gracia por haber fastidiado el puente a 500.000 que se iban de vacaciones mientras que cuatro millones de parados se comen los mocos donde pueden. A mí también me gustaría ver los huevos de los controladores pasados por agua pero no sé yo qué merece más un estado de alarma.

Una de cerdos en el metro

Perros y gatos tienen ya el plácet para usar el transporte público. ¿Y por qué no los cerdos? ¡Ah perdón!, que ya viajan. Y yo que creía que bastantes animales iban ya y resulta que no eran de compañía. Se prohíbe viajar a los exóticos y a las razas peligrosas. Mentira, porque van a montones. Tanto guarro suelto y ahora, además, mascotas. Encima de ir oliendo a sudor revenido, te puede tocar al lado a un fox terrier babeándote la pierna. Tampoco arriendo la ganancia al animal. A un perro, el metro le debe parecer un basurero, con todo ese arsenal de aromas inclasificables.

Para cumplir con la puñetera obligación de ser siempre políticamente correcto y para que no nos denuncie ninguna protectora, le metemos al can un creditrans en la boca y ¡hala!, a pasar por la canceladora. Incorporar un zoo es lo que el Gobierno López debe llamar un transporte integrado. Metro Bilbao permitirá pasar sólo a animales domésticos cuyo peso sea inferior a 8 kilogramos. ¿Cómo? ¿Instalarán básculas en los andenes? Pues yo tengo los días contados. Y en ningún caso podrán ocupar un asiento. Sólo faltaba. El chihuahua viajando sentado y tú, de pie mirándole la jeta mientras gruñe sobre la tapicería. Se aconseja que viajen a partir de las diez de la mañana. Al parecer, también les van a fijar una hora a la que deben hacer sus deposiciones. Los mocordos y las meadas sólo en horas valle, por favor. Señor Arriola, ¿y si aceptamos pulpo como animal de compañía?

Orgasmos en las urnas

http://www.youtube.com/watch?v=adDPe1HJ0t8

En la guerra desatada de sexo, mentiras y cintas de vídeo, los partidos políticos catalanes están echando el resto con orgasmos de urna para ganar votos. Una ardiente Montserrat Nebrera ha recurrido al erotismo para captar la atención mediática. La cámara persigue unos gemidos sexuales por distintos escenarios de una casa. En el camino nos encontramos con champán descorchado, un sujetador negro, zapatos de tacón, la cama con sábanas revueltas… y ella con una toalla. Una especie de peli porno de serie B protagonizada por una ex del PP a la que le ha dado un arrebato por otra formación -Alternativa de Govern- en una noche loca. Marketing para ir de liberal aunque luego su sensualidad sea más falsa que la de Carmen de Mairena. Votar es un placer es el otro vídeo que ha calentado la campaña.

En el spot de las Juventudes del PSC (desde ahora PSOEZ), una mujer simula un orgasmo al depositar su voto en la urna apoyando a Montilla. ¡Jesús, otra desquiciada! La secretaria de Igualdad, Aído, no ha puesto el grito en cielo, sólo cree que es publicidad engañosa. No estoy de acuerdo. El anuncio muestra la realidad; si votas al PSOE, llegarás al orgasmo porque sabes que te van a joder. Los mismos que apenas hace un mes se sulfuraban por las declaración de un político sobre los morritos de la Pajín, basan ahora sus campañas en orgasmos. Es la globalización de la erótica del poder. En lugar de montar mesas redondas con proyectos, los políticos catalanes montan camas redondas.

Madurita busca

Amaia, madurita, busca compañía

El Congreso ha debatido eliminar la sección de contactos de los periódicos y dejar en el paro a Ainhoa, label vasco o Aldeana guapísima, nada profesional. La ministra Aído quiere prohibir la realidad y vetar esos anuncios en los que Amaia, madurita, busca compañía. De nuevo, un debate hipócrita y puritano. ¿Por qué prohibir la publicidad y no prohibir la prostitución? Ojalá los periódicos no necesitaran los anuncios de contactos, y la gente no necesitara prostituirse, pero si una persona decide ofrecer sexo por dinero de manera libre y consentida, ¿cuál es el problema? Pueden aparecer reclamos de videntes estafadores o curanderos sacacuartos, pero publicar Tía-sobrina, a 50 euros duplex, es pecado. Que la prensa ingrese dinero con estos anuncios es pernicioso pero que salgan en internet es natural. La argumentación se basa en que «los anuncios de contactos contribuyen a la trata de blancas».

Señores ¿dónde están las mafias?, ¿en los anuncios de contactos o en los puticlubs?, ¿en la prensa o en la calle? La deontología profesional no tiene nada que ver con una página de relax. Mucho más grave que una sección de contactos es que el 95% de los titulares los acaparen los hombres, que la mujer sea invisible en prensa, excepto como objeto sexual, o se despache la violencia machista en diez líneas. Todas las habilidades del cuerpo se ponen a diario al servicio de otros con un precio de por medio y el ama dominante que ofrece esclava obediente también tiene derecho a hacerlo.