El Congreso ha debatido eliminar la sección de contactos de los periódicos y dejar en el paro a Ainhoa, label vasco o Aldeana guapísima, nada profesional. La ministra Aído quiere prohibir la realidad y vetar esos anuncios en los que Amaia, madurita, busca compañía. De nuevo, un debate hipócrita y puritano. ¿Por qué prohibir la publicidad y no prohibir la prostitución? Ojalá los periódicos no necesitaran los anuncios de contactos, y la gente no necesitara prostituirse, pero si una persona decide ofrecer sexo por dinero de manera libre y consentida, ¿cuál es el problema? Pueden aparecer reclamos de videntes estafadores o curanderos sacacuartos, pero publicar Tía-sobrina, a 50 euros duplex, es pecado. Que la prensa ingrese dinero con estos anuncios es pernicioso pero que salgan en internet es natural. La argumentación se basa en que «los anuncios de contactos contribuyen a la trata de blancas».
Señores ¿dónde están las mafias?, ¿en los anuncios de contactos o en los puticlubs?, ¿en la prensa o en la calle? La deontología profesional no tiene nada que ver con una página de relax. Mucho más grave que una sección de contactos es que el 95% de los titulares los acaparen los hombres, que la mujer sea invisible en prensa, excepto como objeto sexual, o se despache la violencia machista en diez líneas. Todas las habilidades del cuerpo se ponen a diario al servicio de otros con un precio de por medio y el ama dominante que ofrece esclava obediente también tiene derecho a hacerlo.