Último calamar

Netflix había anunciado que con la tercera temporada se acababa para siempre El juego del calamar, una de las series de mayor éxito mundial. Su historia grotesca y de extrema violencia estaba más que amortizada, salvo para los sádicos; pero visto el final del sexto y último capítulo, todo queda abierto a que este sobrevalorado producto surcoreano tenga su prolongación. Encontrarán una oportunidad de revivirlo, posiblemente en forma de película del estilo de Parásitos, Oscar en 2020.

El caso es que el relato, cuajado de disfraces y mensajes ocultos, parodia de realitys como Supervivientes o El Conquistador, ha dispuesto que el jugador rebelde, el 456, haya sobrevivido y continúe con su propósito de desenmascarar a los organizadores (cabe imaginar a Trump, Putin y Netanyahu) de esta orgía de crueldad. Quedan 60 vivos, la guardiana número 11 va tras su venganza y la policía busca en medio de traidores la isla del horror. Al cuarto juego, un laberinto salvaje, sobreviven 25 y a la prueba final llegan solo 9, incluido un bebé, la baza perfecta de esta delirante historia.

Se ha querido interpretar la serie como una metáfora de nuestro despiadado mundo capitalista, pero es una especulación recreativa de la depredación humana. Y así nos muestra una sociedad distópica y desesperanzada donde la moral es imposible y en la que viven como fieras el ingenuo, el cínico, el sacrificado, el cobarde, el líder, el oportunista, el manipulador, el místico, el débil, el tramposo y también el héroe, tal cual es la realidad en la que nadie quiere verse retratado. Quizás la última escena sea la sugerencia de la prórroga del juego. O, sencillamente, quede como su mueca burlesca antes de morir. Desde una visión romántica, creo que la inmolación del héroe es una promesa del fin.

JOSÉ RAMÓN BLÁZQUEZ

Que vuelven los fascistas

España vive enquistada en la crispación, una trágica enemistad a la que asistimos todos los días en los medios y los miércoles en el Congreso: “maravilloso espectáculo”, ironizó su presidenta. La hemorragia del socialismo por su presunta corrupción podría tener efectos indeseables: su caída y el advenimiento de un gobierno tutelado por Vox. Y esto ocurre porque la política, como cualquier poder, se concibe como la supremacía de unos sobre otros: la derecha se siente superior y la izquierda se cree mejor. Sin ser un oasis, Euskadi se libra de esta tormenta de resentimiento que bastante tuvimos en los años del terrorismo y su tiranía totalitaria.

Contra la ola ultra, las fuerzas democráticas resisten con información y opinión, especialmente en la televisión pública. Y en eso está TVE con Mañaneros, en La 1, y Malas lenguas, en La 2, que ofrecen buenos resultados de audiencia.  Javier Ruiz y Jesús Cintora desarrollan un sesgo democrático, necesario para que la mayoría social no se rinda al empuje liberticida del odio y el populismo. En otras circunstancias no sería conveniente; pero sí ahora, al límite de la democracia. Llámalo autodefensa, sin ira.

Se suma el mérito de Ruiz, Cintora y sus colaboradores (Ekaizer, Palomera, Aroca) a la trayectoria de Silvia Intxaurrondo en La hora de la 1 y de Xabier Fortes en La noche en 24 horas, ejemplos de diálogo sin estridencias. Una democracia se hace invencible neutralizando sus debilidades. Los medios del neofranquismo, de Abascal a Ayuso, de Feijóo a Aznar, del liberalismo desalmado a la aristocracia judicial, son más poderosos que las defensas de los derechos humanos. Es urgente equilibrar fuerzas y no enmudecer. O el fascismo que atraviesa Europa y el mundo nos arrastrará hacia un brutal sistema autoritario. 

JOSÉ RAMÓN BLÁZQUEZ

Asaltadoras mentales

El carisma no existe, es una mágica invención del poder y la religión. Como tampoco existe el liderazgo, otra entelequia para envolver de fascinación el ejercicio de la autoridad. Con estas farsas se han construido muchas tragedias humanas. En la realidad, donde la admiración tiene límites racionales, unos mandan y otros obedecen, con buenos y malos jefes, dentro de invariables estructuras piramidales. Causa risa que haya cursos de liderazgo y gurús que imparten conferencias. De estos asuntos también tratan las historias de la tele, las películas y no pocos libros. Ahora mismo hay dos series sobre la falsa capacidad de atracción de unas personas sobre otras con fines de curación.

La nueva temporada de Nine perfect strangers, oficiada por Nicole Kidman como gurú de la psicología para la sanación mental, coincide con la emisión de Matices, producción española que encabeza Elsa Pataky, cuyo papel se asemeja al de la australiana en su afectación. Coinciden en su elitismo, pues escogen a sus privilegiados pacientes, nueve con Kidman y seis con Pataky, que acuden con sus traumas y tormentos a recintos de gran lujo, un hotel en los Alpes austriacos o una bodega perdida en el paraíso. Una utiliza drogas sofisticadas y otra, simplemente, vino de reserva.

El modelo de los dos relatos es idéntico en su propósito de penetrar, uno por uno, en las almas afligidas de los personajes. Y así una historia se desparrama en varias, pero siempre centrifugadas por un único espíritu hechicero, que manipula a su antojo porque los pobres ricos creen poder comprar la superación de su victimismo. Las dos son exquisitas producciones, una de Hulu (autora de El Cuento de la Criada) y otra de Secuoya, para un público numeroso que aún cree en fantasías y mitos de salvación milagrosa.

JOSÉ RAMÓN BLÁZQUEZ

La indigestión del plato único

Antes de los bulos ya existían las encuestas. ¿Dónde está Narciso Michavila, que vaticinó la mayoría absoluta del PP-Vox en las últimas elecciones generales? Escondido en algún rincón del mundo. Hay una demoscopia honesta, por supuesto; pero sus sondeos no suelen ser públicos y se manejan en organizaciones para afinar decisiones estratégicas. La patronal de las teles privadas, UTECA, encargó no hace mucho una investigación que señalaba que siete de cada diez ciudadanos se informaban preferentemente en los noticiarios de televisión. Tengo mis dudas, porque apesta a propaganda.

El problema está en un segundo dato, que apunta que casi la mitad de esa gente consume noticias exclusivamente por la tele. Si ese dato tuviera certeza, la influencia de los telediarios en los votos sería decisiva. ¿De verdad? También aquí tengo mis dudas. Lo cierto es que estos millones de personas constituyen un grupo vulnerable, por su bajo pluralismo y fragilidad informativa. Su libertad de criterio está en peligro y expuesta a dogmatismos de todo signo. Son ciudadanos en riesgo de exclusión democrática, más allá de la pobreza y la falta de oportunidades.

Los que se nutren solo de noticiarios de Antena 3, líderes absolutos desde hace más de cinco años, corren el riesgo de saturarse de ponzoña ultra. Algunas cadenas, como Telecinco, compensan esa merma. Las emisoras públicas equilibran las privadas, las autonómicas contrarrestan las estatales y las locales completan la cercanía de las regionales; pero lo mentalmente sano es el surtido informativo y de opinión que incluya periódicos, radios y, sobre todo, libros para tener una visión crítica de la realidad. Aviso a navegantes de Antena 3 conducidos por Vicente Vallés: no habrá elecciones anticipadas en tanto la economía vaya bien. 

JOSÉ RAMÓN BLÁZQUEZ

El silencio mata

¿Qué clase de persona es quien carece de imaginación? Alguien así sería como un canal de televisión sin ficción propia. O como un país sin historias. Para alcanzar esa dimensión se necesita invertir en talento con horizonte de rentabilidad. Es lo que le falta a EITB en su oferta de series y relatos de creación propia. Y no, no vale solo con apoyar el cine. Sintiendo esta carencia, ha emprendido la experiencia de Desaparecido/Desagertuta, con la participación de Netflix y el crédito de Elkargi, incluso con publicidad emplazada, muy forzada. Todo parece indicar que, por guion, producción, reparto y respuesta del público, ha sido un acierto.

Desaparecido/Desagertuta, de ocho episodios, tiene un excelente libreto, escrito por Xabi Zabaleta y Marta Grau, que posee la capacidad hipnótica del misterio, sencillamente porque Jon, uno de los siete miembros de una cuadrilla de adolescentes, ha desaparecido en el monte tras una excursión con sus amigos y amigas. Ocurre en Euskadi y en una localidad interior, como podría ser cualquier otra, verde y trabajadora, vitalista y de muy vasca emocionalidad. Como hay pocas cosas que provoquen más angustia que una desaparición sin rastro, nos sentimos atrapados por lo que sucede y por los silencios. ¡Ay, el silencio mata!

Vemos a algunos de nuestros mejores actores: Itziar Atienza, como inspectora de la Ertzaintza; Gorka Otxoa, como padre desesperado, y también a la cantante Leire Martínez. Hemos conocido lo que nunca: su estreno mundial en la plataforma de streaming Primeran. Y un doble rodaje, en euskera y castellano, opción poco eficiente, pues duplica tiempo y recursos, pero preserva el valor de cada idioma sin relegarlo a subtítulos. Este es el audaz modelo de ficción que necesita ETB para completar la realidad de Euskadi.

JOSÉ RAMÓN BLÁZQUEZ