Las buenas intenciones no garantizan el éxito de nada, tampoco en televisión donde hay que transgredir y romper barreras. Ser bondadoso no es creativo. Y por eso, por su espíritu pusilánime y falto de osadía, el espacio “Euskadi pregunta”, estrenado el viernes en ETB2 al amparo de la cita con las urnas del próximo 21-O, malogró el diálogo pretendido entre Laura Mintegi, candidata de EH Bildu, y un reducido grupo de ciudadanos. De hecho no hubo diálogo: fue una clase que impartió la profesora a una pluralidad de alumnos, una clase aburrida aunque amable, de la que apenas pudo extraerse alguna enseñanza. Demasiado fácil se lo puso el formato, rígido y sobrio, del programa a la aspirante abertzale. ¿Acaso era posible el diálogo entre quien se situó en un plano de superioridad escénica, fortificada en su púlpito, y treinta personas abrumadas por las cámaras e inexpertas en retórica? La consecuencia natural de esta desigualdad fue un ramillete de frágiles preguntas (el trascendental asunto del museo de Artziniega, sin ir más lejos) que permitieron a la candidata salir airosa de un trance que no imaginó le fuera a resultar tan favorable. Es un fraude de comunicación que en el actual momento de desencanto y crisis la indignación popular quede reducida a un gentil y vano encuentro.
El mal original del modelo fue confundir la democracia con la demagogia: dar la apariencia de que la ciudadanía vasca tenía la palabra, cuando en realidad a solo treinta personas, más otras cinco vía internet, se les concedía el privilegio limitado de interrogar a una señora que ambiciona gobernar Euskadi. ¿Desde cuándo la soberanía reside en un plató? Para un objetivo tan falaz hubiese sido mejor enfrentarla a líderes de opinión y dirigentes de organizaciones sociales. De hecho, lo mejor de esta noche perdida ocurrió después, con el debate de los siete directores de periódicos y la alta densidad de sus análisis. Con los otros tres candidatos ocurrirá lo mismo, tres cómodos paseos por la alfombra de la tele pública. Magnífico programa inane.
Excelente reflexión. El programa fue un autentico fallo. Una pena. Un guion demasiado rigido,; los turnos de intervencion en exceso muy medidos lostiempos. Y la candidata demasiado tiempo para contetar, que etoy de acuerdo parecia que estaba impartiendo una ponencia. No habia igualda entre los invitados y la candidata. Causo mucho aburrimiento. Incluso las preguntas de los participantes sin sutancia. Muchas felicidades por el articulo y suvalentia en la exposición
Pues en esta ocasión estoy de acuerdo en todo (pero bueno; por timidez me ahorraré expresiones demasiado elogiosas y laudatorias).
Es una pena porque sería muy interesante ver a los candidatos enfrentarse a gente de la calle pero de nivel, con formación, sin un formato rígido, de tú a tú. Sin un esquema pregunta-respuesta sino un debate a calzón quitado.
Sé que caigo en el error del elitismo al pedir a gente con nivel como interlocutores: y no quiero decir que la gente que allí había y preguntaba no lo fuera, porque no lo sé pero ese formato corta las alas y lima los colmillos de quienes tuvieran más capacidad.
Me refiero a gente que sepa de economía, de derecho, que tenga capacidad de comunicación y de argumemtación y que sea anónima: es que decir que el candidato o candidata no conozca de nada y no sepa «de qué pie cojean» porque cuando identifican al interlocutor y saben que es de tal partido o ideología, de tal medio, etc, se atrincheran en el «y tú más».
Pues no sabes cómo te lo agradezco, Larry. A veces los amigos me dicen que siempre estoy a gorrazos con todos menos con los míos. Y no es lo que pretendo.
En efecto, el formato le faltó el tú a tú y más nivel. Y como la gente se acojona ante las cámaras, es mejor que estos debates sean con gente experta en temas diversos. Me pareció muy demagógico, y de tan poco nivel que daba un poco de pena.
Lo malo es que los otros tres programas que quedan no subirán el nivel. Aquí a ETB le ha faltado, una vez más, inteligencia, osadía, fuerza.
Un saludo.