Diario de cuarentena. Día 76. Carnaval de la pandemia

En Venecia, la ciudad de la grandiosa apariencia, tienen memoria histórica. De la peste negra o bubónica que asoló la ciudad en los siglos XIV y siguientes surgió la necesidad de proteger a los médicos (uno de ellos el célebre Nostradamus) que trataban a los contagiados. Y lo hicieron con unas ropas gruesas, máscaras narigudas y guantes gordos, tan incómodas como espectaculares, entre el ridículo y el espanto. En la imagen vemos una recreación de aquellos ropajes medievales. Algunas de las máscaras famosas del carnaval de Venecia se inspiran en aquellos atuendos.

La pandemia del siglo XXI está generando su propia estética, pero menos imaginativa y más útil. Para empezar, el uso desmedido -y en general innecesario- de las mascarillas. Lo normal es que se usen en el interior de tiendas y transporte público. Lo superfluo es usarlas por la calle cuando hay poca gente y es posible mantener distancias de seguridad. Pero hombres y mujeres, dados a la exhibición de su militancia sanitaria y obediencia ciega, les encanta pasearse con ellas y lucirlas orgullosos, como bandera de los liberados del demonio de mal y elegidos del dios de la salud. ¡Qué teatro!

Si a eso le añadimos los diseños de las mascarillas, de colorines vivos y pintados de motivos varios, entonces es que hemos entrado en el escenario del carnaval de la pandemia. ¡Venecia, te ha salido un competidor! Me muero de la risa ante lo infantil de esta conducta. Para un observador crítico esto es un festín de significados y una nueva era de extravagancia.

De repente, los nudillos, las humildes “articulaciones metacarpofalangeales e interfalangeales de los dedos” se han convertido en protectores de los peligros del tacto en la pandemia. Ahora sirven para pulsar en las botoneras de los ascensores y son eficaces en los cajeros automáticos y pulsadores de entrada y salida del metro. ¡Arriba nudillos del mundo, benefactores, gracias por salvarnos la vida! ¿Y para qué servíais antes? Para nada bueno, excepto para dar cates en la cabeza del enemigo en las reyertas infantiles. 

Los guantes de látex han perdido posiciones en el carnaval de la pandemia. Antes se veían mucho por la calle. Ahora, apenas son obligatorios en los mercados y para profesionales del comercio. ¡Qué pena, tan azulitos, tan brillantes y lucidos! Se pasaron de moda, como los gorros con pompón y las tetas grandes.

En el dentista, donde he ido hoy a morir un poco, me han puesto un peto de plástico. Muy mono, de color verde guardia civil. La continuidad del miedo hará proliferar trincheras entre nuestro cuerpo y el exterior. Moda Pedro Sánchez, como Pedro del Hierro. Regresamos a Venecia, pero a una Venecia cutre.

4 comentarios en «Diario de cuarentena. Día 76. Carnaval de la pandemia»

  1. pandemia¿ un cartarro ya formule mi solucion, vale¡¡¡ idiotas¡¡ es la pena de ser el mejor¡ el incomprendido…………………..por que soy tan nacilionlaista VASCO ??? no lo se————————daría mi vida por euzkadi contra Ezpaña

    Gora E. azkatuta

  2. La incoherencia se pone traje de baño y se pringa de cremas de proteccion solar.
    Lo digo porque, acertada o desacertadamente, hemos sido capaces de estar dos meses sin apenas salir de casa, hemos parado industrias, hemos cerrado comercios, y con todo ello hemos generado pero y retroceso económico, y hemos conseguido lo más importante: aplanar la curva de muertes y tontagios por el COVID-19.
    Y habiendo hecho esto, ahora, para evitar un repunte y reducir riesgos, no somos capaces de cerrar las playas.
    Lo dicho incoherencia total .

  3. Pues sí, tienes razón. El 70% del uso de mascarillas es para «marcar paquete». En la calle sin una persona a 10 metros, sólo sirve para dar calor, y en no pocos casos ahogarse uno mismo en el asco del propio aliento cuando, por ejemplo, hablas por el teléfono móvil. Ya en mi caso, que no fumo y bebo en contadas ocasiones, hay veces que no me gusta el olor que exhalo (y que no era consciente antes de que pudiera ser tan malo), imagínate el de una persona de paquete y medio de «Trujas» al día…

  4. A ver si te va a pasar a ti como a ese en USA ,que no veía nada alrededor y potenciaba el abrazo y similares.
    Luego ese señor se moría de coronavirus.
    Que bien si todos los muertos serían esos,
    Los ignorantes

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