En la semana del Harro/Orgullo LGBTI la tele ha querido dejar su huella con la serie de un gay entrañable y el documental sobre una lesbiana inocente. Bajo el audaz título de Maricón perdido, el periodista Bob Pop (Roberto Enríquez) nos ha regalado los tres primeros episodios de los siete del relato de su vida, emitido por TNT. Es imposible no emocionarse con este hombre y su tesón por el reconocimiento de su condición sexual. A uno se le caen todos sus prejuicios al ver al niño que, en clase de teatro, se viste de novia y canta No llores por mí, Argentina. Es genial. A Bob le conocen los suscriptores de Movistar+ por sus ingeniosas y corrosivas intervenciones en Late Motiv, con Andreu Buenafuente, perlas de un talento literario también patente en la serie. Hasta en el drama de su enfermedad, ELA, se muestra sin fatalismos.
Netflix nos lleva hasta 1999 con El caso Wanninkhof-Carabantes, una de las historias policiales, judiciales y mediáticas más vergonzantes que se recuerdan. Dolores Vázquez fue acusada de matar a la hija de Alicia, su examante. Fue inculpada por la Guardia Civil con mínimos indicios y condenada sin motivación por un jurado popular. Pasó 519 días en prisión, hasta que encontraron al autor, el británico Tony King. Si se hubiera investigado bien el primer caso, Sonia Carabantes, asesinada por King cuatro años después, estaría viva.
La lesbofobia, junto al envenenamiento por telebasura, extendieron el odio contra una lesbiana antipática. Esto escribió Juan Manuel de Prada cargando contra el fervor lésbico como causa del crimen: “Rocío Wanninkhof murió por culpa de un amor degradado (…) un amor que jamás podría haber rendido un fruto tan sencillamente hermoso como esa muchacha que nos sonríe desde ultratumba”. Hay que ser miserable. No hay España ni Hungría suficientes para tan poca compasión.
Vaya, menos mal; al fin parece que cambias a bien.
¿Cambiar?
Es general. Hay una inercia de la que las gentes no se atreven a decir que es equivocada. Sean gente prominente , pero me lo pongo mas fácil, las élites nos me valen, porque simplemente no lo son, son suplantaciones, hacen como si fueran élite, lo que conlleva un ejercicio individual y libre, y se suman a la inercia para asegurar su cargo y prevendas. LAS ELITES SE HAN SUICIDADO.
Estoy empezando a pensar que hay h. sapiens, sumisos, y personas, y esto tiene que llegar.Las personas tiene derechos porque se los ganan, los que han elegido ser esclavos han renunciado a ellos.