La kuadrilla en Euskadi define una sociología de país. Hay kuadrillas de txoko, de fútbol, de fábrica, de viejos compañeros de pupitre, kuadrilla del barrio… Somos kuadrilla, como somos familia. Cuando ETB anunció el estreno de En Kuadrilla pensé que, por fin, se atrevía a penetrar en estos microgrupos y valorar su influencia cultural. Pero no. El nuevo espacio, en directo, presentado por el versátil Klaudio Landa es un buen producto de entretenimiento para las noches de viernes, pero de título equívoco y equivocado. En realidad, es un reality de intimidades, de risas y lágrimas felices, de historias secretas, nada que ver con las kuadrillas para lo que se precisaría mayor ambición que la dispuesta en la nueva propuesta de Baleuko.
Es un formato de plató, al estilo de Volverte a ver o Déjate querer, concebido para reencuentros entre familias distanciadas, parejas que se prometen boda, sorpresas ingenuas y agradecimientos tardíos, esas cosas que la mayoría de nosotros no exhibiría en la tele, porque somos reservados y defendemos la intimidad como la casa del padre. ¿La tesis era derribar el mito de los vascos emocionalmente blindados? No hacía falta el experimento. La globalización nos ha pulverizado. También en Japón, país de cerezos y sentimientos contenidos, se hacen programas de desborde de la privacidad. Y en la hierática Alemania. Viendo canales extranjeros se aprende de lo humano más que en mil viajes de Marco Polo.
Los secretos y la intimidad han fallecido, como saben Villajero y el CNI, con la inestimable ayuda de los jeques de las redes sociales. La aportación de En Kuadrilla es que los relatos de sus 8 invitados se hacen en comandita, reunidos ante Klaudio. Está bien, pero la única kuadrilla genuina que ha existido en ETB en 40 años fue la de Josepo y sus colegas de Vaya semanita. Y sabemos que las kuadrillas, como los amores verdaderos, solo se disuelven con la muerte de alguno de sus integrantes.
Dos matizaciones:
1) Ese programa es una imitación de cualquier show de los 90 o principios de los dosmiles de cualquier programa de Isabel Gemio. Como telespectador no me aporta nada
2) Las cuadrillas no se acaban cuando se muere uno. Se acaban cuando se muere el último. Porque en las cuadrillas, todos tenemos en nosotros un pedacito de cada uno de nuestros compañeros.
En lo primero tienes toda la razón. En cuanto a lo segundo, hay veces, muchas veces, que con la muerte de uno se va toda la cuadrilla. Ya no es la misma.
La cuadrilla creo que se ha vinculado al poteo y la marcha, donde la lengua se suelta y emergen los subconscientes interiores, por encima de los modales y del consciente censor de presencia aparente con la cabeza bien amueblada, por fuera. Una cuadrilla que no potea¿ es una cuadrilla?
Otra es el compromiso con el que lo pasa mal pero aquí vienen los intereses personales, que muestran si había amistad o era otra cosa.
Tiene que haber franqueza, desinteradismo, y compromiso, AMISTAD, que por supuesto, también está fuera de la cuadrilla.
la AMISTAD, si la hubo de verdad, no muere nunca. Hay traiciones que la rompen pero eso dice que no hubo AMISTAD sino ficción e interés que es lo que abunda.
Nietze dijo algo así como que para ser amigo hay que estar dispuesto a ser enemigo, y yo lo entiendo, en el sentido de la franqueza, pero lo de quedar bien no, si te pica te arrascas o mejor te ríes, en ambos sentidos, y son lecciones para la reflexión.
No quiero relaciones aparentes sin sustancia y sin franqueza. A un amigo le puedes llamar de todo que no pasa nada.
En fin…vale por hoy y tal.
y la prueba del algodón, si tu amigo, sabes que no puedes llamarle a las 4 de la mañana, ya sabes que no es tu amigo.LO SABES.