Nada más contraproducente que un boicot. Del boicot americano a la Cuba de Castro solo se ha deducido la perpetuación de la dictadura. Ahora mismo Putin está extorsionando a Europa con su maldito gas y el terror nuclear. Y España, a través de sus poderes, tiene en marcha desde hace medio año el boicot a otro Castro, juez jubilado, autor del libro Barrotes retorcidos, pese a que solo dedica unas pocas páginas al relato de la instrucción que llevó a la cárcel al yerno del rey Juan Carlos y multó a Cristina de Borbón a título lucrativo. Como José Castro destapó la corrupción monárquica con dos pases de toga, los siervos del sistema le quieren tapar la boca. Del emérito dice: “Sería congruente que estos discursos de Navidad (en alusión al famoso de “la justicia es igual para todos”) se trasladaran al 28 del mismo mes, que tampoco está tan lejos, y así todos celebraríamos la ocurrencia”.
Como no han podido evitar la publicación le han cerrado el acceso a los grandes medios para la promoción y solo le han concedido una entrevista en La Sexta Noche. Ni una reseña en los suplementos de libros. Ni ETB le ha dado la palabra. Ni en ninguna librería de Euskadi se encuentra un ejemplar y hay que recurrir a Amazon. Silencio sepulcral.
Mediante un lenguaje barroco, con exceso de subordinadas e incisos y cuajado de ironías, Castro, “más de volar bajito y proclive a la vulgaridad”, de “voz cazallera y rota”, cuenta su entrañable periplo de señorito olivarero, estudiante irregular, hombre de diversos oficios, funcionario de prisiones (llegó a conocer a miembros de ETA del juicio de Burgos), profesor, admirador de Serrat y Sabina y juez de muchos juzgados hasta llegar a Mallorca, el destino que le hizo célebre. Este es mi héroe, a quien por todos los medios tratan de invisibilizar. Háganse el regalo de leer su hermosa historia.