El fútbol es una pantalla

No creo que el fútbol se mueva por gustos deportivos, sino por el sentimiento de tribu (nación o ciudad) que agita y cohesiona a multitudes. Es una teoría extendida, que comparto, basada en que si no existiera la preferencia emocional por tal o cual equipo el espectáculo sería tedioso. Nos mueve la marca, la tradición, el sentido de pertenencia. La identidad. Y la conversión del triunfo colectivo en propio, razón por la que no pocos -apátridas o desubicados- se apuntan a caballo ganador y no al jamelgo del pueblo. Es lo que hace adictivo este deporte. El caso es que ya estamos metidos en la nueva temporada y rueda el balón -el esférico, dicen los comentaristas barrocos- y los millones. ¿A quién pertenece el fútbol? A la tele, amigo, que para eso lo financia. El balompié sería insignificante sin la fascinación de las pantallas.

Casi 5.000 millones pagará Movistar+ y la angloamericana DAZN (pronúnciese dasón, por su equivalencia fonética con the zone, la zona del baloncesto) por los derechos de la Liga del quinquenio 2022-2027, salvo guerra o pandemia. ¿Es un precio rentable? Lo es, porque al incremento de suscriptores se une la reventa a las operadoras Orange y Euskaltel. La francesa la emite en su totalidad y la vasca solo los partidos de nuestros clubes. Las cuotas van a subir, como la luz y el gasóleo, aunque ahora nos distraigan con promociones de enganche. Incluso han bloqueado webs piratas y su misión de Robin Hood para los pobres; pero surgirán otras. 

Tú eliges donde ver el fútbol, en casa o en el bar. También en txokos y sociedades. Afortunadamente, entre los narradores seguirá el mejor de todos, Carlos Martínez, hombre de palabras precisas e inflexiones moderadas. Es lo que hace la experiencia de 33 años para saber solapar la voz con la imagen, porque la televisión no es la radio, un medio ciego. 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *