Las mismas tardes

Las tardes de la tele se dividen en dos, antes y después de la siesta. Primero son los culebrones digestivos, de cuatro a cinco y media, y luego llegan los magazines leves, hasta las ocho. ETB inventó en 2004 el magazine vespertino con contenidos diversos, de lo político a lo mundano y donde toda peripecia tenía cabida, de Irún a Tudela, de Laguardia a Santurtzi. Se llamó Pásalo y vivió feliz 1.500 tardes, hasta que Patxi López y su lacayo Alberto Surio cometieron un vil televisionicidio para obtener la medalla al mérito español con distintivo rojo. Porque había que desabertzalizar no ya la radiotelevisión vasca sino la realidad del país. Desde entonces, las tardes de ETB2 ha ido deambulando entre concursos, humor y experimentos, sin dar con la tecla del interés y desechados por la audiencia.

Ahora ocupa su espacio Quédate y tiene como nuevo presentador al líder informativo de Radio Euskadi, Xabier García Ramsden, que sustituye a Leire Torre, valiosa y de gran proyección, quien, a su vez, había reemplazado a Ane Ibarzabal por maternidad. Se hace raro ver a Ramsden en tareas de entretenimiento, cuando lo natural es transitar de las noticias a los documentales. No se enseña en las facultades de periodismo la retórica del cuerpo. Y se nota en sus movimientos torpes y sonrisas forzadas; pero se aprende rápido. Tiene pensado reforzar los debates. ¿Quién desterró la política de las tardes? Cabe discutir sin merma, pero bien, de las corridas de toros, las monjas levantiscas, los pisos turísticos y también de la política real.

Lo impropio es hacer lo mismo y a la vez que la caduca Ana Rosa en Telecinco, el rollo carca de Sonsoles en Antena 3 y lo tradicional de Iñaki López en la Sexta, formatos clonados entre sí. Si son todos iguales la siesta se prolongará.

JOSÉ RAMÓN BLÁZQUEZ

El crudo MasterChef

Una operación de imagen, puro maquillaje. Es lo que ha puesto en marcha MasterChef, su productora Shine Iberia y sus presentadores tras el episodio de maltrato personal al que se sometió, una vez más, a una de las participantes que había alegado su estado de fragilidad emocional para marcharse voluntariamente. Fue tan oprobioso que hasta TVE retiró el vídeo de este episodio de su plataforma digital. Puedo imaginar la bronca que recibieron los jurados, particularmente Jordi Cruz, de los responsables del concurso y los ejecutivos de la cadena pública.

Llueve sobre mojado en aquel plató. El recuerdo de la actriz Verónica Forqué, que se suicidó tras su paso por la competición, no ha producido un escarmiento y tampoco ha mejorado la sensibilidad hacia la salud mental de los participantes. Los directivos de Shine aseguran que un equipo psicológico está siempre a su disposición. ¿Y por qué permitieron que se maltratase a quien pidió abandonar con sobradas razones? ¿Acaso antes se percataron del estado emocional de la Forqué? Estas mujeres no estaban para juegos ni podían soportar más vejaciones.

MasterChef ha derivado de formato gastronómico a crudo reality, con todos los atributos de la telebasura: insultos, ataques personales, faltas de respeto, humillaciones… “Estamos haciendo tele”, dijo Cruz para justificar su agresivo perfil de Gran Hermano. Nunca hubo más motivos para despedir a alguien y cerrar un programa. Bájense del pedestal, maldita sea, y abandonen su narcisismo y falsa superioridad. ¿Qué se han creído que son? Se consideran dioses, pero no pasan de frikis del circo de la tele. Bajen del pedestal, pontífices de la nada, y asómense a la realidad humana, más auténtica que la suya. Ocurre ante las cámaras: se pierde la humildad y aflora el tirano.

JOSÉ RAMÓN BLÁZQUEZ

Un fracaso bien ganado

Dos años y medio lleva Antena 3 liderando las audiencias en el Estado. Estar en cabeza tiene su importancia, por su atracción publicitaria, valor bursátil, rentabilidad y por ese oscuro y codiciado poder de la influencia social. El reparto de las preferencias de los espectadores (43 millones de personas) es más compleja que la foto de la clasificación general. Uno de los datos más relevantes de abril es el monumental fracaso de Antena 3 en Euskadi, donde es la cuarta opción tras Telecinco, TVE y ETB2, en contraste con la mayoría de las comunidades autónomas, en las que se impone. Asturias y Catalunya la dejan en segundo lugar. ¿Se han parado a pensar los dirigentes de Atresmedia por qué los vascos rechazan su canal de cabecera, hecho objetivo y no casual?

En mi opinión, la agresividad de sus informativos, fervorosos del PP y su alianza con la ultraderecha, crean una profunda antipatía sobre la marca y su oferta. Lo que impugnan los espectadores vascos es el explícito desprecio que los comunicadores de Antena 3, particularmente Vicente Vallés, muestran hacia ideas políticas distintas a las suyas, junto a la malévola confusión entre información y opinión. Al final, Vallés, Motos y Griso son percibidos como activistas de la polarización y oficiantes del odio entre ciudadanos, lo que arruina su programación de entretenimiento, de variados concursos y culebrones.

Corresponde discutir por qué ETB no es aquí la emisora favorita, como ocurre en Catalunya con TV3. Culpar a la realidad sociolingüística, que fragmenta la audiencia, sería engañarse y no aceptar la insuficiencia de nuestra cadena pública, superada por Telecinco y TVE. Con los recursos disponibles y casi mil profesionales en plantilla se podría hacer bastante más que ganar a la tele líder en España.

JOSÉ RAMÓN BLÁZQUEZ

Padres que matan

Los muertos mal enterrados resucitan como fantasmas en libros, películas y series. Asunta, de 12 años, es uno de ellos, asesinada por sus padres adoptivos sin un móvil claro y con muchas dudas. Para todos, Rosario Porto y Alfonso Basterra eran unos monstruos; también para el jurado que, emocionalmente condicionado, los condenó a 18 años de cárcel. El caso Asunta, de Netflix, penetra a fondo en el suceso de 2013 con todos los riesgos de la ficción. Ramón Campos ha creado un relato soberbio y sirve al espectador las tres hipótesis del filicidio y sus errores, para concluir que la madre, que se suicidó en 2020, se llevó el secreto a la tumba y que el exmarido jamás revelará.

La primera conjetura es que la oscura y frágil Rosario urdió el asesinato porque la chica, superdotada, la superaba. La segunda teoría es que el periodista Basterra, lejos de la caricatura divulgada de varón cuitado y calzonazos, tuvo la iniciativa con el fin de recuperar a su pareja y el estatus económico que esta le proporcionaba. Y el último supuesto es que hubo un tercer autor, a quien se eludió investigar. La trama nos sitúa ante un juez instructor prevaricador y el blanqueo de la Guardia Civil, además de la penosa actuación mediática al servicio de un juicio paralelo.

Hubiera sido una pieza perfecta si a Candela Peña, por un falso realismo, no la hubieran forzado a declamar con un exagerado acento gallego. ¡Menos mal que al bilbaíno Basterra, encarnado por Tristán Ulloa, no le impusieron un tonillo vasco a lo Txomin del Regato! El caso Asunta es una tragedia moderna con todos los ingredientes clásicos y ese patético corolario de la promesa de Alfonso de cumplir íntegra su pena, hasta 2031, como símbolo de su inocencia. Trágico y misterioso todo, con más incógnitas que certezas.

JOSÉ RAMÓN BLÁZQUEZ