O más. La última aparición de Sexo en Nueva York fue en 2010 con una película y los mismos protagonistas de la serie; pero su presencia final en la tele data de 2004. Y no hubo más hasta hoy con su regreso bajo el título de And just like that. Ha pasado mucho tiempo y el mundo es diferente, tanto que Carrie, Miranda y Charlotte han dejado atrás la juventud y están en la espléndida madurez de los cincuenta. ¿Y por dónde anda Samantha que no se la ve? Todo indica que la han amortizado, pero no descarten que HBO Max la recupere a lo largo de los diez capítulos, si es menester. Hay una chica nueva en el grupo, porque también en Manhattan los tres mosqueteros deben ser cuatro.
Vamos de la comedia al drama, eso es lo que ocurre en los primeros episodios. Con la muerte y el sufrimiento toda historia joven alcanza su cima. La vida no está para el lujo de la risa, por lo que alguien debe morir. No importa, también los funerales son glamurosos, con vestidos de Blahnik y Dior y tipos hilarantes como el marido sordo. Con ciertos límites, pues el drama no alcanza la tragedia. La belleza queda por encima de todo, los problemas son ahora los hijos y la familia y el sexo es misión de adolescentes. Todo es más creativo y hasta surrealista al estilo del pedófilo Allen. Esto es Nueva York y el universo sigue teniendo aquí su centro de actividad y sus conflictos son los nuestros.
En lo que han espabilado Sarah Jessica Parker, Cynthia Nixon y Kristin Davis es en ser productoras ejecutivas, además de actrices. Invierten su talento y su dinero para que la rentabilidad sea múltiple y controlar el diseño y desgaste de sus personajes oteando a un lado y otro de la cámara. La serie será un éxito y no por nostalgia, sino porque necesitamos imaginar la realidad sin la omnipresencia del Covid y que no por ello sea un relato futurista.
Paso de la comedia, real o ficticia como las películas o la TV, o las novelas. Bueno, en dosis pequeñas vale, es bonito recordar películas, pero cuando todo es ficción y superficción hasta la vida misma, a mi me resulta ya repulsivo, que claro hoy todo es binomio ficción-dinero y no lo soporto, todo pichi finge, esa es la realidad, la marca de uno mismo?¿ la autencidad?¿ no que tiene defectos, la ficción controla los defectos y los vende, quizá porque a mi no me hace falta fingir, y a otros muchos si.
Yo no me vendo, si no me hace falta, y no me hace falta. Quizá sea una cuestión de necesidad, quienes necesitan venderse y quienes no lo necesitan.
No robo porque no me hace falta, me conformo con lo que tengo, otros no se conforman o simplemente no tienen nada. Nunca he sido beligerante con quien me ha robado porque quizá lo necesitaba, otra cosa es que me dejen en pelotas entonces es otra cosa.
Y tal y tal….