Honor en falso

No es que Calderón de la Barca -dramaturgo barroco y cura de armas tomar- haya regresado del más allá para reivindicar en televisión el honor como cumbre de la conducta humana. En realidad, una mala traducción del inglés (Your Honor, equivalente al tratamiento de Su Señoría en nuestros tribunales) ha provocado que el dilema de un juez entre salvar a su hijo y cumplir la ley pretenda elevarse a categoría de drama moral. La serie Honor, actualmente en Atresplayer, no plantea una cuestión ética, sino un relato simple en un potaje de corrupción judicial, policial y política dentro de un torbellino de venganzas.

Es imposible no comparar este subproducto cañí con las dos formidables temporadas de Your Honor, producida por la CBS, multipremiada en festivales y de la que esperamos una nueva temporada. La historia es la misma, con el cambio de escenario de Nueva Orleans a Sevilla: un juez viudo y compasivo, cuyo hijo adolescente mata accidentalmente al menor de una familia de narcotraficantes, elige ser padre coraje antes que magistrado neutral, lo que desencadena una espiral de violencia. La distancia entre las dos versiones es tan grande que la española es irreconocible por su producción cutre, deprimente narrativa y un reparto que ofende. Entre la interpretación de Bryan Cranston y Darío Grandinetti hay más que un océano: está la diferente inmersión en la entraña del personaje que el actor argentino convierte en caricatura.

Honor no es una mala serie por ser española, pues Días mejores, igualmente local y en cartel en Telecinco, es lúcida y conmovedora con un rotundo trabajo de Blanca Portillo. Lo que hace pésima a Honor no es su bajo presupuesto, ni tonterías como “eres más agarrado que el vals de las mariposas”, sino sus terribles renuncias estéticas y el desprecio de un remake que merece sentencia de deshonor.

JOSÉ RAMÓN BLÁZQUEZ

El mal perder de Vallés

España está empatada, con ganadores que pierden y perdedores que ganan como resultado de su intransigencia y la negación de la aritmética que suma y resta. Al final el triunfo será para quien alcance el poder y, según dice la vieja canción de Abba, “el ganador se lo lleva todo”. En el ámbito audiovisual ha ganado la televisión pública estatal hasta el punto de que La1 supera a Telecinco en las audiencias de julio y lleva a lo más alto del prestigio periodístico a Silvia Intxaurrondo, Xabier Fortes y Marc Sala por sus espacios de mañana y noche y el debate entre candidatos.

Al otro lado, asistimos al deterioro de Antena 3 con su mal perder por su apuesta de gobierno del PP con Vox. ¿Qué mosca le ha picado a Vicente Vallés con el PNV? Saltándose la línea de la certeza que separa la información de la opinión, el conductor del principal telediario de la cadena ha tratado estos días de envilecer a los nacionalistas vascos.  Dijo el madrileño: “Es llamativo que presuman de haber frenado a la derecha como si ellos fueran de izquierdas, cuando el PNV es un partido democristiano representante de la burguesía vasca cuyo lema es Dios y leyes viejas”. Todo eso, sacado de su contexto histórico y de la mera realidad, es una declaración de hostilidad a la que responderá Euskadi con el debido desprecio.

También Ana Rosa se cuenta entre los fracasados. ¿Y qué decir de las encuestas y sus trackings? Han fallado hasta el estrépito, seguramente por el sesgo ideológico de los sociólogos revestidas de Aramís Fuster y Rappel. Ha perdido Pablo Motos y su deriva sectaria, lo mismo que Ayuso (la mujer de rojo) y su rasputín Rodríguez. Y han mordido el polvo el lema bobo Que te vote Txapote y la mentira táctica. Nos espera un otoño de crispación y necedades, momento propicio para refugiarse en la dignidad de la radiotelevisión pública. 

JOSÉ RAMÓN BLÁZQUEZ

Mar y bravura en verano

El verano ofrece vivencias únicas, aunque hay quien prefiere il dolce far niente, una forma italiana de holganza justificada por el calor extremo. En Euskadi no ocurre lo mismo, con nuestros estíos suaves y las ganas de marcha. Tenemos el deporte y en esta época brillan el ciclismo y las regatas. Con la bicicleta hemos maravillado en las etapas iniciales del Tour 2023. ¡Qué espectáculo de color y entusiasmo! Y ahora estamos en la Liga de traineras que parece hecha a medida de la televisión. El remo se vive desde las orillas, pero se disfruta en ETB, que se esmera con un gran despliegue de cámaras en las embarcaciones, aéreas y a ras del agua, además de grafismos, batimetrías y su equipo de comentaristas. Todo sería perfecto si durante las retransmisiones se retiraran los barcos de los domingueros de la costa, porque estorban.

Esta temporada promete emociones añadidas, con Zierbena terciando en la rivalidad entre Bermeo y Hondarribia. Quienes vienen de fuera o se asoman a ETB1 alucinan con el esfuerzo de los bogadores en sus 20 minutos extenuantes y la habilidad en la ejecución de las ciabogas, a lo que se añade el ambiente de fiesta y color en rías y puertos. Y así será hasta el 17 de septiembre, pasando antes por la Bandera de la Concha, auténtica Champion del banco fijo. No está en juego solo una competición exigente donde confluyen el mérito de los clubes, la profesionalidad de los remeros y el patrocinio de las marcas y entidades que sostienen esta maravilla cantábrica. Está también, como epicentro emocional, la porfía interterritorial entre Gipuzkoa y Bizkaia.

El espectáculo se devalúa en las regatas femeninas por la ausencia de botes vizcaínos; pero aun así las pruebas de las chicas son ya parte fundamental del festival del remo, deporte de mar y bravura donde no se canta, sino que se boga, boga, mariñela. 

JOSÉ RAMÓN BLÁZQUEZ

La televisión como arma

Entre lo primero que cambia un gobierno está la orientación de los medios de comunicación a su cargo. ¿Quién dirigirá RTVE? ¿Quiénes serán sus caras y voces en este período? La historia no juega a favor de una expectativa democrática cuando la derecha recupera el mando. ¡Cómo olvidar a Alfredo Urdaci y su octenio negro, 1996-2004, en el que los nacionalistas vascos tenían cuernos y rabo y todo eran cantos encomiásticos para Aznar! Recordamos también que Patxi López puso a Alberto Surio al frente de la españolización de ETB a su llegada a Ajuria Enea. Empiezan así y mal acaban.

¿Qué será entonces de Silvia Intxaurrondo después del correctivo a Feijóo por sus mentiras (Fakejóo es su justo alias) durante la campaña? Es muy probable que la defenestren como ya lo hizo Ayuso en Telemadrid, porque la santurtziarra es profesional de una pieza y alma libre. ¡Qué bueno es para un medio contar con unos cuantos informadores incómodos! Seguramente lo tienen todo pensado y RTVE será el centro de operaciones de la guerra cultural que las fuerzas conservadoras desarrollarán con predicadores procedentes de Trece TV, El Toro, Cope, Libertad Digital, El Yunque, Hazte Oír, y otros grupos ultras contra el multiculturalismo, la ideología de género, por la recentralización y el monolingüismo. Tienen un plan de reconquista.

¿Quitarán también a Xabier Fortes, corazón del Canal 24 horas y gran moderador de los debates? Muy posiblemente recuperen al sectario Sergio Martín y otros asalariados del neofranquismo. No entienden que la radiotelevisión pública es el contrapeso frente al poder avasallador de los medios privados, el punto de equilibrio necesario para que sobreviva la democracia. La demolición de RTVE la inició Zapatero en 2010 al descapitalizarlo con la supresión de la publicidad y ahora viene Feijóo con una inédita cancelación.

JOSÉ RAMÓN BLÁZQUEZ

El debate como sainete

Bastaría con que se recuperase el sentido del ridículo para que la política y la televisión fueran mejores. Los populismos se parecen a la telebasura en la vulgaridad, el griterío, la agresividad y la negación del otro. Por eso, por populistas y embusteros, el debate electoral entre Sánchez y Feijóo se transformó en lo peor de la tele, un reality. No lo digo yo, lo dice Mercedes Milá, reina de las letrinas. “Hablaron uno encima del otro, al más puro estilo Sálvame”. En el momento en que el barullo era más grande y la crispación grosera alcanzaba su esplendor en el plató, nos recordó, cerrando los ojos, a un cara a cara entre Matamoros y Belén Esteban, una pelea de trileros de barraca, “esa España inferior que ora y embiste cuando se digna usar de la cabeza”.

Nadie ganó el debate planteado como un ser o no ser entre dos rivales, las dos Españas y las dos perdieron los papeles. El que ganó fue Atresmedia, que puso el ring y el espectáculo hasta que ambos púgiles acabaron noqueados mutuamente en el combate menos visto de la serie histórica. Los debates a dos bandas son un fraude, pues aquí no celebramos comicios presidenciales al modo de Francia, Reino Unido o Estados Unidos. Están sobrevalorados e interesan, en el peor sentido, a los grupos digitales en su aspiración de patrocinar una democracia de charlatanes. Hubo 40 anuncios en total y Antena 3, tan del PP, y La Sexta, tan de izquierdas, hicieron valer su nimiedad.

El del jueves en TVE, con siete opciones, se aproximó al Estado real y, aunque más respetuoso, no fue para tanto. Antes y después de las urnas se discute, se opina por doquier, están los parlamentos, la prensa y la televisión. Podríamos ahorrarnos la campaña. Lo de Sánchez y Feijóo fue un falso dilema entre miedo al futuro y miedo al pasado, porque son lo mismo. ¿Cara a cara? No, mucha cara.

JOSÉ RAMÓN BLÁZQUEZ