Euskadi, un chute de autoestima

Mientras París y toda Francia ardían contra el asesinato policial de un adolescente, Euskadi celebraba la fiesta universal del ciclismo con las tres primeras etapas del Tour 2023, con un éxito total y un enorme chute de autoestima para este país que, con sus complejos y fortalezas, a veces necesita mirarse por dentro y asombrar hacia fuera para valorar su calidad de vida y sus altas capacidades. Era lo normal, por mucho que unos pocos, con toda su mezquindad sindical a cuestas, imaginaran el fracaso de la carrera y la ruina organizativa del espectáculo.

¿Cómo ha ocurrido? La gente no salió en masa a la calle para ser figurantes de un documental. Nadie pretendió ser escaparate de nada. Se volcó porque quiso vivir ese momento histórico y estar en el punto de salida y las primeras etapas de una carrera que admira desde siempre. ¿Cómo olvidar la anaranjada presencia vasca en las etapas pirenaicas año tras año? Todo esto se refleja en el impresionante dato de que más de un tercio de la población de Álava, Bizkaia y Gipuzkoa se echó a las avenidas y carreteras con entusiasmo. ¿Quién puede superar esta entrega sino un pequeño gran país que ama el ciclismo y aprovecha sus oportunidades?

El impacto publicitario obtenido por Euskadi con una inversión pública de 12 millones de euros es de una rentabilidad apabullante. Sería preciso gastar cien veces más para llegar de forma convencional a los espectadores de cinco continentes y no sería tan eficaz como con el Tour. Pero Amaia Martínez, solista de Vox en nuestro Parlamento, cree miserablemente que esto ha sido «un Aberri Eguna en julio». La radiotelevisión vasca ha brillado como nunca poniendo imágenes y emoción a un acontecimiento que dejará memoria imborrable -aún más entre niños y niñas- e incalculables beneficios en términos de notoriedad, prestigio y economía de país.

JOSÉ RAMÓN BLÁZQUEZ

Sube el paro en Madrid

La televisión sin escrúpulos, el modelo audiovisual para el que todo vale si reporta expectación, ha perdido su producto más abyecto. El estercolero de Sálvame ha cerrado porque tras 14 años de vertido diario no les cabía más basura (había colmatado, como dicen los técnicos medioambientales). Sin embargo, algunos críticos han ponderado el programa como fenómeno social. Vamos a ver. Si tan relevante era, ¿por qué los nuevos gestores de Telecinco, sucesores de Vasile, han decidido suprimirlo? Yo se lo digo: porque les daba vergüenza comenzar la renovación de la cadena teniendo como icono un espacio cuajado de cotillas, vocingleros, soeces y figurines. Y esta purga tiene un coste inicial en audiencias.

El paro aumentará en Madrid tras la liquidación del estercolero. Belén Esteban, Matamoros, Patiño, Jorge Javier y la numerosa tropa sin oficio ni beneficio que se refocilaba en el fango del comadreo español ya están a la cola del INEM y el reciclaje. Y su productora, La Fábrica de la Tele, presentará un ERE contundente. ¡Que ninguno de los traficantes de intimidad vuelva a las pantallas con su veneno! Menos mal que nuestra Adela González, tristemente implicada en el último año de la letrina, se rehabilita con su regreso a los informativos de La Sexta.

Solo los candorosos creen que con el cierre de Sálvame se acaba la telebasura. Ha caducado su más fétida experiencia; pero seguirán Bertín y sus casposos invitados, regresa Gran Hermano con Ion Aramendi de rastreador de la bazofia y Emma García mantendrá su tóxica Fiesta. Está por ver hasta dónde llegará por las tardes la sangría de verano de Sandra Barneda y desde septiembre Ana Rosa Quintana, salteadora de novelas ajenas, llenará su plató de nuevos reptiles. Ese fue el mensaje de la grotesca despedida de Sálvame: bajo otro disfraz y apariencia ligera, continuaremos.

JOSÉ RAMÓN BLÁZQUEZ

El espejo de Trump

Nada bueno se puede aprender del ex presidente norteamericano, pero sí extraer lecciones útiles sobre lo que fue -y es- su política y su concepto de la sociedad como mercado de productos humanos. Recomiendo encarecidamente a los candidatos de las próximas elecciones y a sus partidos ver el documental Trump: sin precedentes, producido en tres partes por Discovery en 2022 y que ahora emite HBO Max. Es todo un tratado sobre la crisis de la democracia y los riesgos de envilecimiento de las instituciones. Llega un momento en que a muchos ciudadanos, agotados por crisis existenciales y económicas, les pesa ser libres y prefieren volver a un vago autoritarismo, renunciando a la verdad informativa para encontrar en los bulos una realidad alternativa.

Trump es el profeta que ofrece ese elixir de vida delirante. Apunta el reportaje certezas como que “la retórica de Trump siempre se basa en enfrentar a la gente”. La nueva tiranía se construye sobre el cainismo. Dice también que el populismo es “una política de resentimiento” que se alimenta de la frustración y el supremacismo nacional. Su palabra está armada hasta los dientes y busca sangre. Y añade: “En el lenguaje de Trump la crueldad suele ser la clave”.

La televisión como artefacto de masas y la sociedad del espectáculo son el germen de la democracia averiada. El fallecido Silvio Berlusconi fue a la vez promotor de la telebasura y líder populista. Donald Trump ya era famoso antes de llegar a la Casa Blanca por su participación en realitys como El Aprendiz y alcanzó la cumbre de su miseria alentando el asalto al Capitolio. Ahora y aquí lo emulará el neofranquismo con su carga de odio al emigrante, la negación de las políticas de género y la nostalgia de “una, grande y libre”, apoyado por las tropas de Ana Rosa y Losantos. Obviamente, Trump es bastante español. 

JOSÉ RAMÓN BLÁZQUEZ

La encina clandestina

Han plantado una encina
en el jardín oscuro
del lugar donde ocurrió
todo, a la sombra de la casa del sufrimiento
de los niños pobres.
Han transcurrido décadas como siglos
y muchas, ¿cuántas vidas?
Junto al árbol nuevo han puesto
una placa de piedra y hierro
con palabras de recuerdo culpable
y tardío sentimiento.
Y advierto que, como al olmo seco,
“algunas hojas nuevas le han salido”
de aquellas primaveras prohibidas.
Si todas las lágrimas de angustia
de los niños llovieran sobre sus ramas
y raíces se alzaría tan alta y fuerte
la encina hasta alcanzar el cielo
en el que descansan extraviados
los inocentes, en cuyos ojos tristes
me reflejo uno por uno en su memoria.
Dejo bajo esa tierra el dolor y la ira,
ahí quedan por fin los desgarros todos
de una vida recortada.

JOSÉ RAMÓN BLÁZQUEZ

El miedo también vota

Propagandizar es un vocablo procedente del inglés (propagandize) y se usa en algunos países latinoamericanos, no así en España. Se refiere a hacer propaganda de alguien o de algo. Por favor, no confundir con publicidad, la sección del marketing que se ocupa de la divulgación de productos y servicios con fines comerciales y no de ideologías. Y si publicidad es toda comunicación por cualquier medio “que se percibe como pagada” (J. Walter Thompson), la propaganda sería lo contrario, pues votar es gratis y no se paga precio por creer en la Macarena.

Las elecciones son la temporada alta de propagandizar, con su zozobra y sus excesos. Se desliza en telediarios y tertulias y en esencia se compone de dos elementos: rostros y frases enfáticas que denotan una carencia brutal de retórica cuya misión es persuadir. También se ha infiltrado en los programas de entretenimiento e Iker Jiménez, Pablo Motos y otros aprendices del metaverso se excitan con su poder de influencia. Deben entender que propagandizar no va a alterar las percepciones previas de la gente, que marcan su decisión y determinan la utilidad o eficacia del voto. Además, hay factores emocionales como las ilusiones y el miedo. Sí, los miedos a la tiranía y la pobreza son movilizadores.

Algo de experiencia tengo como para rogar a los partidos que se apiaden de la gente, pues más propaganda es debilidad y la crispación es contraproducente. Hagan hincapié en aquello que les distingue, pequen de sosegados y no caigan en la ansiedad. El electorado es listo como bien sabe la extinta Inés Arrimadas. ¿Los debates? No sirven de casi nada, pues cada vez se asemejan más a lo peor de los realitys. Propagandizar no remediará el cuatrienio a los que llegan al 23-J sin los deberes hechos. Es julio, pero no hay rebajas. Y lo de siempre: la tele es un medio, no un remedio.

JOSÉ RAMÓN BLÁZQUEZ