Las comparaciones serán odiosas; pero son inevitables e incluso necesarias. Y al producirse la sustitución de Félix Linares por Dani Álvarez como conductor del popular espacio cinematográfico La noche de…, de ETB2, llega la hora de salir a la caza de las diferencias como en uno de esos pasatiempos de la prensa. La transición me pareció al principio como un contrato de relevo, esa figura laboral por la que un trabajador que se prejubila es sustituido por otro más joven en su mismo puesto tras un período de adaptación. Y en realidad, llevado al cine, ha sido un casting simulado con un guion de sainete de colegio y un final ridículo a lo Casablanca.
Dani no ha venido a cambiarlo todo, pues no se altera lo que funciona bien; pero tenía la obligación de visualizar la renovación. Ha empezado por lo convencional, como hacen los periódicos al inicio de una nueva etapa: modificar el grafismo y rejuvenecer los rótulos, tan característicos de su diseño. La retórica de La noche de…, por alguna extraña pedagogía, se expresa en la proyección a gran tamaño de los titulares de sus noticias, como en un PowerPoint. Más difícil es para un hombre de radio movilizar el lenguaje corporal y asumir el tiránico estilismo. Le cuesta ser actor por su sobriedad y ya le han aleccionado en el manejo de brazos, manos y miradas. Muchos profesionales de Radio Euskadi saltaron a ETB venciendo el vértigo de la imagen.
De entrada, hace bien Álvarez en no emular al tío listo de los cinefórum, aquel petulante que apabullaba a la gente con su sabiduría. A Félix no le superará Dani, porque no se aventaja a los pioneros. La suya será otra manera de inspirar amor al cine. Dentro de cien películas el formato seguirá siendo un éxito y Linares quedará en el recuerdo. Se está cumpliendo la premisa clásica de que lo que se hizo bien se puede hacer mejor.
JOSÉ RAMÓN BLÁZQUEZ