La celebración del trigésimo aniversario de ETB, organizada a finales del pasado año bajo el complejo de la usurpación, fue la evidencia del cambio de ciclo. La fiesta tuvo un cierto olor a sepelio: el del actual equipo directivo, que no representa la realidad sociopolítica vasca y cuya incompetencia ha quedado acreditada, y también el del vigente modelo de radiotelevisión pública, destinado a una profunda renovación. Tres décadas después y con una sociedad completamente diferente de la de 1983, EITB reclama una transformación radical que permita garantizar sus objetivos de servicio público, vertebración social e impulso cultural y preserve su identidad frente a la agresiva acción asimiladora de las cadenas privadas y los planes de exterminio que desde el Gobierno central se preparan contra los medios de titularidad institucional. Un peligro viene del exterior y el otro habita en el interior.
En un primer tiempo hay que emprender un sinfín de reparaciones. Las averías causadas estos años llevarán cierto tiempo y mucho esmero para que los arreglos no se entiendan como desquite ideológico, sino como actuaciones indispensables para devolver a ETB el prestigio perdido y recomponer la confianza en la marca y sus profesionales. Sería un trágico error que, por exigencias de consensos a mayor escala, EITB dejase pasar de largo la fatalidad de la última etapa y se acometiera la renovación de su diseño sin la estricta redención de los abusos y miserias cometidos en nombre de un pacto antinacionalista, como si nada hubiera ocurrido. Temo que se confunda el oportunismo con las obligaciones estratégicas de interés común: tal vez el PSE estaría encantado con este olvido, pero para gran parte de Euskadi sería deshonroso.
Redimensionar y redefinir
No es la crisis económica lo que justifica la ineludible reinvención de EITB. Nuestra estructura audiovisual tenía unos límites cuantitativos. Creciendo y creciendo habíamos dejado en el camino una parte de su misión y acaso la modernización tecnológica y su encaje con la realidad de internet ha taponado su actualización sociocultural en un país que no ha dejado de alterarse. A nuestros medios públicos les ha sucedido lo mismo que al conjunto de Euskadi en estos treinta años: a las mejoras materiales le han faltado el equilibrio de los progresos cualitativos, de manera que vivimos mejor que antes; pero quizás no somos mejores.
Redimensionar EITB es una necesidad asociada a la redefinición de su esquema. No puede darse lo uno sin lo otro. Redimensionar significa una concentración de las cuatro ofertas, lo que implica un menor gasto y que a su vez nos ha de conducir a un replanteamiento de los objetivos y contenidos concretos de los canales resultantes. ¿Volver a la dualidad ETB1 y ETB2, aparte de la emisora satélite? ¿Es que con la actual realidad sociolingüística no deberíamos formular un estándar más integrador? El propósito irrenunciable de ser competitivo en audiencia y rentabilidad social merece cierta dosis de innovación, que no es un concepto tecnológico, sino intelectual. Probablemente en esta nueva etapa haya que empezar a superar la dualidad de EITB. Este es probablemente el mayor reto para los próximos años, la convergencia de las cadenas ETB1 y ETB2, de Radio Euskadi y Euskadi Irratia, separadas por la lengua.
Pluralismo y financiación
De entre los valores a rescatar e impulsar en un renovado modelo de EITB está el pluralismo ideológico, cultural y social. Nada puede justificar mejor un proyecto audiovisual nacional que el enriquecimiento de la comunidad en base al ejercicio de la pluralidad y que esta se perciba no solo en los informativos y espacios de debate, sino en el conjunto de la programación. El nuevo tiempo de la radiotelevisión debe proporcionarnos un festín de pluralismo cotidiano, aunque esto a veces resulte incómodo y problemático. La discrepancia proviene del conocimiento. Somos una sociedad mucho más diversa de que lo que reflejan nuestros medios. Hay una demanda de apertura ante la que hay que responder con la participación efectiva de la ciudadanía en los canales de EITB, porque son de todos.
Se necesita un renovado criterio para que la práctica real del pluralismo vaya más allá del sistema tradicional de cuotas, porque el actual es un rígido corsé y limita las voces y la opinión a cuatro ámbitos ideológicos. Hay demasiada carga política, excesiva superficialidad y poca variedad temática. ¿Por qué dedicarse a medir el tiempo informativo de cada partido político y no dejar esta responsabilidad a los gestores y periodistas de EITB? Una radiotelevisión sin la frescura y flexibilidad propia de los comunicadores, sujeta a un consejo con tendencias censoras, se oxida. La plantilla de EITB requiere más confianza y menos comisarios para hacer mejor su valioso trabajo.
Quizás en la financiación hay que hacer pocos cambios. Seguirán las presiones para que EITB, en imitación del patrón suicida de Zapatero y Rajoy, suprima la publicidad, lo cual significaría endosar a los ciudadanos vascos no menos del 20% del coste del ente público o reducir en la misma medida el proyecto audiovisual. La lección de TVE es demasiado cruel como para ignorarla. La emisión de anuncios no hace menos atractiva la radiotelevisión, pero sin ellos es mucho más débil. EITB tiene grandes posibilidades de crecer en ingresos publicitarios a nada que active, sin miedo a la presión de Vocento, otras fuentes de ingresos, como los patrocinios y colaboraciones con empresas.
Salvar la industria audiovisual
EITB es más que un ente público emisor de información y entretenimiento. Es la cabeza de la industria audiovisual vasca, cuya situación es comatosa. Es preciso que la radiotelevisión pública se implique en el desarrollo e innovación de este sector estratégico y promueva el talento y la profesionalidad que poseen nuestras productoras. El riesgo de quedarnos sin tejido audiovisual es latente, lo que nos llevaría a la amenaza de la colonización de contenidos y, en última instancia, a la disolución de la singularidad de EITB. Algo de esto ha ocurrido en el último trienio.
Junto al redimensionamiento y actualización del patrón audiovisual vasco, hay que profundizar en los valores colectivos que le dan sentido. Diría que hace falta una radiotelevisión 3D, que nada tiene que ver con la visión en relieve. El modelo 3D de EITB se refiere a estos valores fundamentales: una radiotelevisión Democrática, participativa y coherente con las prioridades de nuestro pueblo; una radiotelevisión Didáctica, formativa, cultural, que muestre lo mejor de nosotros mismos y, finalmente, una radiotelevisión Divertida, que entretenga con criterio, calidad y personalidad.
En un mundo donde se ha impuesto la codicia y el saqueo de la riqueza común y los valores que nos constituían como sociedad, los medios públicos son imprescindibles para equilibrar los afanes acaparadores privados y la colonización global. EITB se concibió para conocernos, desarrollarnos y proyectarnos como comunidad nacional y cultural. En treinta años ha hecho grandes servicios. Ahora necesitamos, manteniendo su espíritu original, adecuarlo en definición y dimensión a la Euskadi avanzada, plural e innovadora de hoy. ¿Quién nos lo impide?
http://www.deia.com/2013/01/15/opinion/tribuna-abierta/por-una-nueva-eitb-de-siempre