Una democracia es un debate sin fin. Por eso las cámaras de representación se llaman parlamentos. Se otorga a las palabras y el lance verbal la misión de ser embajadores de los acuerdos y las soluciones; pero la percepción de la ciudadanía es que se habla mucho y se hace poco. La crisis aumenta esa frustrante sensación, con lo que las campañas electorales pueden resultar ahora más insoportables que nunca. A los adictos al debate -muchos periodistas y no pocos políticos- les conviene saber que las campañas no son espectáculos para la verborrea, sino tiempo para promover la participación popular y la maduración del voto responsable. Tampoco está de más que entiendan que la parafernalia electoral debe acomodarse a la cultura y carácter de cada país. Aquí no vale el marketing global.
El PSE se ha obstinado en provocar un debate face to face entre el candidato López e Iñigo Urkullu, el lehendakari que propone el PNV. Es el viejo truco de concentrar la contienda en dos partidos y marginar al resto, al tiempo que se distrae la atención de los temas importantes. Naturalmente, los jeltzales no han picado el cebo y han resistido la presión ejercida por algunos medios. Tonia Etxarri, haciendo suyo el argumentario de Ares, autor de esta pantomima, ha pontificado en El Correo Español: “Los auténticos debates, y los que reclama la opinión pública son entre dos. Rehuir esta fórmula es pretender adormecer la campaña”. Brindo a la ilustre comentarista diez razones por las que no puede ni debe haber un debate Urkullu-López en Euskadi. Son gratis:
1. EUSKADI NO ES BIPARTIDISTA. Nuestra estructura política es radicalmente distinta a la española. Aquí no hay una disyuntiva forzosa entre dos partidos, rojo o azul, Real Madrid o Barça. Gracias a Dios y la madurez ciudadana, el pluralismo democrático vasco es mucho más amplio y hasta excesivo. Sería un fraude que se celebrase este debate dual y se ignorara la gran disparidad de opciones. Quizás a algunos les cueste admitirlo, pero Euskadi no es España.
2. ES ILEGAL. La jurisprudencia de la Junta Electoral es concluyente: el debate entre dos únicas fuerzas constituiría un perjuicio objetivo para las demás concurrentes. Y si se produjera un encuentro público entre los candidatos de PNV y PSE habría que hacer al menos otros catorce por parejas entre los partidos actualmente representados en Gasteiz. En España, a pesar de su feroz bipartidismo y las triquiñuelas legales, solo se han realizado seis debates duales en treinta y siete años de postfranquismo.
3. ES INNECESARIO. No es verdad que los debates estimulen el voto o que afecten a su orientación. Es una mentira mil veces repetida, pero mil veces falsa. Lo que sí se sabe es que hoy las campañas solo influyen sobre un 35% de los electores, que dudan hasta última hora sobre el sentido de su decisión; mientras que un 40% tienen previamente definido su voto y un 25% se abstendrán pase lo que pase.
4. ES UNA MALA IMITACION DEMOCRÁTICA. Los debates restringidos a dos no son una demanda social, sino mediática. Es una práctica anglosajona y de otras culturas políticas, siendo pertinentes cuando se dirimen elecciones en segunda vuelta, con dos únicos nombres o partidos en liza. Más que imitar como papanatas los modos y modas de otros países convendría que quienes reclaman el espectáculo audiovisual de los debates por parejas facilitasen el elemental derecho a decidir de los pueblos.
5. ESTAMOS SATURADOS DE DEBATES. Nuestro sistema político es una refriega oral continua. De los parlamentos e instituciones la discusión salta y se amplía en las tertulias que organizan mañana, tarde y noche las cadenas de radio y televisión y a todas horas en internet. ¿Qué novedad puede aportar un debate si todo está visto y oído, si ya sabemos de antemano lo que piensa y propone cada candidato? El debate López-Urkullu sería una reiteración inútil, además de una ficción muy interesada y poco interesante.
6. ¿POR QUÉ AHORA Y NO ANTES? Es curioso. López ha ignorado a Urkullu en tres años y medio y apenas se han reunido una o dos veces a Ajuria Enea. Y por teléfono, casi nada. ¿A qué viene ahora ese afán socialista de encontrase con el líder jeltzale? Es puro oportunismo, además de una incoherencia, buscar remedio en el diálogo electoral tras fracasar en el diálogo institucional.
7. LA CAMPAÑA NO ES UN SHOW. Esta es la deriva de nuestros procesos electorales: a medida que huyen del contacto directo con la calle, se refugian en formas de la relación indirecta, de poco riesgo, a través de los medios o vía internet. En esta escapatoria, el debate, ideado como reality político y para la frívola curiosidad de trajes, corbatas y lenguaje corporal, es una atractiva opción para lo que temen la verdad; pero con quien tiene que debatir el candidato es con el ciudadano.
8. DEMASIADO PREVISIBLE. Los pronósticos son sombríos para el PSE, mientras que al PNV todas las encuestas le dan claro ganador. Retar a Urkullu a un debate es una táctica previsible, muy artificial y sin fundamento político. Todos quieren un debate exclusivo con quien seguramente será el próximo lehendakari. Estas cosas pasan cuando los partidos miran más por sus urgencias electorales que por las necesidades de la gente.
9. AQUÍ NOS CONOCEMOS TODOS. Euskadi es un país pequeño y nuestro nivel de información y conocimiento político es muy alto. Diría que estamos desmedidamente politizados. Y nos conocemos por proximidad. Los debates estarían indicados para países dispersos o sociedades individualistas o ideológicamente invertebradas. Nuestro problema es la necesidad de unión y acuerdo para una convivencia equilibrada entre sentimientos de pertenencia muy diferentes, no para dar el espectáculo que quiere la televisión. Ganar o perder una discusión en público es demasiado pueril.
10. ES TÉCNICAMENTE INVIABLE. ¿Dónde y qué entidad lo realizaría? ¿Con qué formato? ¿Estaría abierto al público? ¿Con qué moderador neutral? ¿Tal vez con el felipista Manuel Campo Vidal, como en España? ¿Quién pagaría su organización y los cuantiosos gastos? ¿Cuántas cadenas se sumarían a la retransmisión? ¿Tendría aceptación entre la audiencia? ¿Cómo sortearía la ilegalidad electoral la emisión del debate en EITB? ¿Valen la pena tantos desvelos solo por una ocurrencia?
Es evidente que López ha lanzado el guante a Urkullu sabiendo que el debate era imposible. Es la típica idea especulativa que nadie se toma en serio y que pronto se desvanece en su frivolidad. Ni por capacidad dialéctica, ni por balance de gobierno, ni por programa de futuro el candidato socialista podría esperar un buen resultado de la refriega con el dirigente nacionalista. Sería un riesgo añadido para el actual inquilino de Ajuria Enea. Imaginemos: ¿Y si el debate se plantease en euskera? López prometió en 2009 que en la siguiente campaña discutiría en euskera con los demás candidatos. Tres años y medio y más de 500.000 de euros después, López es incapaz, más allá del recurso de cuatro frases sueltas aprendidas de memoria, de hacer un debate abierto y completo en lengua vasca. No hay mejor símbolo de su fracaso.