Ana Urrutia, del tiempo al yoga

Al contrario que en los demás idiomas, en español la palabra tiempo tiene las acepciones de duración y meteorología. Decir buen tiempo puede entenderse como clima estable o época próspera. No para Ana Urrutia, quien después 23 años informando sobre los vaivenes atmosféricos en ETB2 ha decidido dejar las isobaras y los anticiclones y dedicarse a una nueva vida con todo el tiempo para ella fuera de las cámaras. Eso sí, su programa se llamaba Eguraldia y no Denbora. Es el más visto de las noches vascas y el más esperado, porque la gente hace planes de víspera según el sol y las nubes. Incluso en las limítrofes Cantabria, La Rioja y Burgos siguen con mucho interés sus pronósticos. A este éxito ha contribuido su marca personal, rigurosa y cordial con una sonrisa que todo lo ilumina. ¿Qué vamos a hacer sin ti, Ana?

Este jueves será su último Eguraldia. Debería llover a cántaros en esta noche de julio para acompañar la tristeza de no volver a verla en nuestras pantallas y se cumpla así lo de “lágrimas en la lluvia” en la despedida. No ha sido fácil su periplo. La de veces que le hicieron cambiar el mapa, quitando Navarra o añadiendo territorios ajenos. O callando la palabra Euskalherria, tan simbólica para unos y tan maldita para otros. Y su difícil conciliación familiar. ¿Y qué decir del estilismo, tan inapropiado para sus gustos? Salir con tacones alpinos le pegaba menos que una guitarra en un entierro.

Cambiar es de valientes. Y Ana, ya en los 50, ha optado por entregarse al yoga como profesora tras su formación en la Escuela Mahashakti. Y están sus hijas, el surf y el mar. Porque Ana es feliz en ese medio encantador. Probó otros formatos como reportera y lo hizo bien. Podría seguir eternamente en la televisión vasca y quizás algún día la recuperemos. Es amargo perderla, pero me alegro por ella. Eskerrik asko, Ana.

El tripulante número 15

La tele es como el vino, realidad o nostalgia, para vivir u olvidar. Tú eliges entre informativos (cruda realidad) o productos de evasión (concursos, series y películas). Es conexión o desconexión. O las dos cosas, según tu estado emocional. En verano hay regatas de traineras en la Euskadi marinera y otros lugares de la costa cantábrica, una de las competiciones más severas que existen, de veinte minutos agotadores por tanda. Gracias a que tenemos una radiotelevisión volcada en nuestra identidad cultural (¿cuánto de lo nuestro habría desaparecido si EITB no lo promocionara con santa tenacidad?) vivimos jornadas palpitantes de espectáculo y rivalidad. Ahora es más profesional que hace décadas, pero esto ocurre en casi todo, más para bien que para mal. El banco fijo se hizo mayor y las marcas patrocinadoras lo saben. Incluso tiene apuestas digitales.

Nuestra televisión pública pensó que había que ofrecer a la gente lo que a orillas del mar y en las rías no es posible apreciar. Las regatas son de esas realidades que se ven mejor en las pantallas que in situ. Y eso es lo que ha conseguido ETB, más pasión con mejor tecnología. Esta temporada, tan ajustada entre guipuzcoanos y vizcaínos, las retransmisiones cuentan con batimetrías para conocer oleaje, mareas, corrientes y vientos, además de 12 cámaras: en tierra, en el catamarán que va por la calle cero, en el helicóptero, las del interior de cada trainera y en las lanchas de los jueces de mar, el video-finishen las llegadas, 16 GPS de última generación y las palabras de Mikel Olazabal, Ibon Gaztañaga y Sara Gandara, tan necesarias.

A bordo de las traineras van 13 remeros y el patrón, hombres o mujeres. Cuando te asomes a las regatas en la televisión vasca, fíjate en el tripulante número 15, EITB, entregado a un deporte formidable. Bandera de honor para este equipo.

Abrumador San Fermín

Soy de esos tíos raros que a las 8 de la mañana en los días de San Fermín se planta ante el televisor para ver el encierro con el incontenible deseo de que los toros le den un buen meneo, sin que pase a mayores, a alguno de los jóvenes que arriesgan el pellejo por divertimento o confusa tradición. Cuando la carrera es rápida y no sucede nada, es frustrante. Así que le pido al santo, por ser nuestro patrón, que se produzcan caídas, algún pitonazo menor (de cuya cicatriz presumirán con orgullo guerrero), montoneras y los astados se tomen su tiempo antes de entrar en la plaza. ¿Es una patología? En realidad, es el merecido karma para una fiesta abrumadora.   

Las de San Fermín son las imágenes más vistas en todo el mundo. Delirantes para unos y atractivas para otros y son casi el 60% de la audiencia en La 1. La novedad es que, después de 12 años, ETB emite en directo los encierros por su canal en euskera, para disgusto de rancios patriotas. Que el PP proteste por la cesión de derechos es lo normal; pero que lo haga también CC.OO. es llamativo, acusando a la corporación de “regalar a la radiotelevisión pública vasca una de las joyas de la corona de TVE» ¿Piensa lo mismo el jefe del sindicato, el vasco Unai Sordo? Se constata de nuevo que “lo más parecido a un español de derechas es un español de izquierdas”, verdad centenaria atribuida a Josep Plà.

Volcada la televisión pública en Pamplona tras el bienio negro de la pandemia, vemos a Julian Iantzi simultaneando sus comentarios de los encierros en TVE con Edozein Herriko desde el Baluarte en ETB1, en un ejercicio de mágica ubicuidad o grosero pluriempleo. Pásenlo genial en rojo y blanco, pero no confundan celebración con desafuero, como el mensaje difundido en redes sociales por una de esas ignorantes que pululan en la telebasura: “A todo cerdo le llega su San Fermín”. 

El profeta Pedrerol hizo un pronóstico

A falta de 39 días para que el balón vuelva a rodar, en la televisión -el estadio más grande del mundo- se vive un gran vacío. ¿Cómo lo llenan los predicadores que pastorean a los aficionados? Quien aspira a ser el José María García de la era digital, Josep Pedrerol, subido al púlpito de La Sexta con Jugones y de Mega con El Chiringuito, la emprendió contra el Athletic en su proceso electoral, más para enredar que informar. Por dos veces y en días distintos se atrevió a decir, con el engolamiento propio de los profetas, que el nuevo presidente se decidiría entre Barkala y Arechabaleta, dejando fuera de toda opción al que, a la postre, salió elegido con casi la mitad de los votos en San Juan. Si el comunicador catalán hablaba por boca de ganso con tan desatinado pronóstico, ¿quién le soplaba a la oreja y con qué voluntad? En su afán de apoyar a esos dos candidatos terminó por perjudicarles y despejó las dudas de los socios que se inclinaban por Uriarte.

Pedrerol se siente investido del carisma de un influencer que, entre vetusto y engominado, un día es forofo del Barça, al siguiente se erige en paladín del Real Madrid (incluso apostando por Mbappé y Messi hasta la punta del pinganillo) y, cuando conviene, hace un panegírico del club de San Mamés como especie única y admirable del fútbol internacional. ¿Pero cree en algo de verdad este sectario, cuya corte de hooligans funden micrófonos con sus gritos y baten récords de vergüenza ajena?

Es lógico que entre los medios locales hubiera discrepancias y preferencias y que, como otras veces, ETB y Telebilbao se disputaran la hegemonía informativa; pero que venga de fuera un pícaro a falsificar los hechos del Athletic es inaceptable. Tengan cuidado Jon Uriarte y sus jefes de comunicación con este zascandil y sus canales. Tarjeta roja, Pedrerol, permanente y revisable.

La improvisación no existe

En la aventura de la creación televisiva se puede dar el salto mediante la innovación en un entorno conservador, o saltar al vacío por temeridad. Tres de cada cuatro proyectos fracasan al poco tiempo. Andreu Buenafuente y Berto Romero han dado el salto por partida doble: dejan la televisión convencional para emitir por HBO Max y han transformado en audiovisual un formato de radio que durante una década era un éxito en la Cadena Ser. Nadie sabe nada es una hora de ingenio a base de palabras, lenguaje corporal y la más complicada de las artes, la improvisación, sin ningún chiste a la española. El producto resultante es de una densidad absoluta y lo mejor en entretenimiento de nuestras pantallas, capaz de no darte un respiro de risas y sonrisas por ocurrente y satírico.

A Andreu y Berto les vale un plató pequeño y algo de público joven para ofrecer un espectáculo de contenido único. En su primer episodio alcanzan el cénit creativo con la propuesta de “poesía etimológica”, versión contemporánea de las Greguerías de Ramón Gómez de la Serna, aquel que escribía que “la leche es agua vestida novia”. Buenafuente se atreve con cigüeñal, que define como “el émbolo del movimiento” y el estraperlo como “la necesidad hecha comercio”. ¿Es improvisación? No, amigos, la improvisación en la tele es cómo dices cosas originales que ya habías pensado. Los dos humoristas vienen del castigo de la censura en Movistar+ y este suceso cruel les ha hecho más libres y audaces.

Al otro lado, en el salto al vacío, está el subproducto Sálvame Mediafest, extensión del estercolero de Telecinco que ha puesto a berrear y danzar como simios a la menguante tribu tertuliana que devora a diario la dignidad humana. Parte de todo eso es ahora nuestra Adela tras ser abandonada por ETB. ¿Cómo se rehabilita uno de la libertad de menoscabarse?