
Hoy en Euskadi, con más de 30 grados y una humedad del demonio, ha sido un lunes bochornoso, con chaparrón y galerna final. ¿Salir? Mejor quedarse en la cueva, no por orden del confinamiento fascista, sino por supervivencia. Es el peor día para ir de escapada, ni siquiera junto al mar. ¿De verdad importa que sea primavera y que haya sol y que pronto llegue el verano? ¿A quién le interesa hoy la meteorología? En la televisión pública vasca el espacio de más audiencia es la información del tiempo, Eguraldia, que presenta Ana Urrutia. Estoy convencido de que su cuota de pantalla se ha desplomado.
Entre tanto, vivimos aplazados. En mayo son frecuentes las bodas y las comuniones. Miles de parejas han tenido que aplazar su casorio; pobres chicos, qué desencanto. Pero que no se permitan celebraciones de mucha concurren-cia no quiere decir que no pudieran casarse en el ayuntamiento o en el juzgado. En la iglesia ya sabemos que no es posible. ¿Hay o no hay bodas estos días? ¡Qué frustración! Meses de preparación e ilusiones que se han ido al carajo. Deberían poder casarse; pero, ya digo, estamos bajo el fascismo clínico.
¿Y los críos de la primera comunión? Pues sí, todavía existe este ritual católico que para los niños y niñas es una orgía de regalos. Es el día en que, a los 10 años, reciben su primer móvil, además de infinitos juguetes y un viaje a Disneyland Paris de parte de los abuelos. ¿Qué van a hacer con tanta promesa rota y los regalos perdidos o aplazados? ¿Serán en septiembre?
Los aficionados del Athletic y la Real Sociedad han visto aplazada la final de Copa, cuya cita era el 18 de abril en Sevilla. No quieren que sea a puerta cerrada, sino con público y están dispuestos a esperar. ¿Hasta cuándo? Las Olimpiadas de Tokio, el Tour de Francia, la Eurocopa 2020 de Bilbao, las fiestas, los festivales, los conciertos, todo se ha aplazado. Y decir aplazar es falaz, porque puede que no se celebren jamás. Las bodas se harán en precario, maldita sea, pero los espectáculos se suspenderán casi todos. Como Eurovisión.
Hay decenas de miles de funerales aplazados, despedidas de tristeza diferida. Hay infinidad de juicios y pleitos aplazados, que suman injusticia a la injusticia. Los exámenes también se aplazan y puede que el curso entero. Hay muchos viajes aplazados. Las vacaciones que tendrán que esperar. Alquileres y pagos aplazados. Citas aplazadas. Negocios aplazados. Una vida aplazada. Cuánto derroche sin motivo.
Demasiado aplazamiento. En la historia del mundo, 2020 será un año en que la vida no existió y los seres humanos, forzados por las autoridades y sin razón que lo justificara, dejaron para más adelante o para nunca.
Las cosas tienen que ocurrir cuando es su tiempo. Una celebración se puede aplazar, pero no la vida de una pareja cuyo destino estaba trazado en el calendario. ¿Cuál será entonces la fecha de su aniversario? ¿Cuándo debió ocurrir o cuándo se pudo? Nos están robando el tiempo. Viviremos un año menos. O quizás más.








