Esta mañana , mientras paseaba bajo el cielo encapotado con unos colegas , uno de ellos ha comentado que nuestro trabajo – como profesores- está cada vez más desacreditado.
Y ciertamente nos esta ocurriendo que en este nuevo mundo de horizontalidades sucesivas, nuestra formación y nuestra experiencia ya no se valoran como antes y que cualquiera, estudiante , padre, madre o tío, puede poner en duda lo que hacemos simplemente según lo que ha visto en un tertulia televisiva. Algo parecido a lo que les ocurre a muchos médicos ( y médicas), que se ven sorprendidos por los auto-diagnósticos que les traen sus pacientes con citas varias de internet.
Esta horizontalidad social puede ser uno de los efectos del desarrollo de los medios de comunicación y, sobre todo, de las redes sociales, donde todo vale, incluso, como ahora también se sabe , la mentira convertida en post-verdad.
Pero este último fenómeno nos pone en conexión con otro que es el «régimen de instantaneidad» a que nos acostumbra el primero. Un régimen en el que la información dura cada vez menos ya que lo importante no es la comunicación sino la conexión. De aquí también que vayamos constatando la mera utilización de la memoria a corto plazo- la más acrítica- y el agotamiento de la atención ante su dispersión programada. No hay más que ver media hora la FOXnews, esa cadena de televisión apologista de Trump, para percibir como se ordena la instantaneidad: en unos pocos minutos se alternan entrevistas, recomendaciones médicas,reportajes, anuncios y video-clips.
Así pues, horizontalidad e instantaneidad parecen ser dos rasgos relevantes de lo que Michel Foucault denominó nuestra «Historia del Presente».