
Bajo el lema «El turismo en masa nos quita la casa», miles de manifestantes han protestado recientemente en Canarias contra lo que consideran una invasión turística, a la vista de que en los últimos años la comunidad isleña ha pasado de recibir 10,43 millones de visitantes a 17,7 millones , o sea, tantos como los que reciben Brasil y la República Dominicana conjuntamente.
Si estas cifras se extrapolan al conjunto español , los 30.6 millones de 2000 se han convertido en los 126 millones de 2023, y las previsiones indican que a lo largo de 2025 se superará este último número.
Sin duda , este record histórico no se podría entender sin la recientemente aludida «eventización» a que se viene sometiendo a pueblos y ciudades, pero, por otro lado, tiene y mucho que ver con otros fenómenos que aparecen una y otra vez en los medios de comunicación como, por ejemplo, la subida de los precios de la vivienda, pues con la dinámica implantada por algunos fondos de inversión lo que debía ser un derecho se ha convertido simplemente en un nicho de negocio para satisfacer la desasosegante demanda turística.
Y otro tanto se podría decir acerca de la incorporación cada vez mayor de un proletariado mayormente procedente de la inmigración en el mundo de los servicios que atienden a este mismo turismo y que a su vez y por lo general está controlado por grandes multinacionales que pagan unos sueldos muy bajos cuando no miserables.
El modelo turístico, heredado, por cierto, de la época franquista, no solo ha tenido y tiene graves consecuencias en la vida cotidiana de la ciudadanía sino que también y de hecho está impidiendo un cambio de modelo productivo generando una mayor dependencia de los flujos globales que , además,pueden variar en cualquier momento, en función de modas y conflictos internacionales.
Y en este punto, lo que acaso resulta más incomprensible es el empeño ciego de algunos poderes políticos que, haciendo caso omiso a las experiencias de lugares como Venecia, Barcelona o Palma de Mallorca , se esfuerzan por implementar una vía que solo genera pan para algunos hoy y hambre para casi todos hoy y mañana, llegando a redelinear sus supuestos identitarios para venderse como destinos turísticos de primer orden.
Refexionar sobre esta desquiciada alternativa que tan solo beneficia al sector privado que a su vez encuentra la comprensión activa de las instituciones públicas y sus regalías correspondientes, debería ser una de las prioridades de quienes tienen el mando en plaza otorgado por la ciudadanía…
(c) by Vicente Huici Urmeneta