
(para J. Ppa, que me ha dado la idea y la ocasión )
La pandemia del COVID-19 está siendo una larga circunstancia para experimentar percepciones muy diferentes de lo que habitualmente se denomina «tiempo».
Así, los acontecimientos mayores, los reajustes en la vida sanitaria ( cuarentenas, ingresos hospitalarios, altas, vacunaciones),social ( confinamientos) , económica (cierres y aperturas, ERTES y ERES) , política ( acuerdos y desacuerdos) y cultural ( limitaciones y delimitaciones ) se inscriben en el «tiempo cronológico», el viejo Chrónos de la tradición griega que se articula en años, meses, días y horas, y que tiene como referencias usuales el reloj y el calendario.
Sin embargo, para una gran parte de la población todo lo anterior le está pareciendo «una eternidad», una forma de tiempo siempre presente e ineludible en su agobiante inmediatez, evocando así, y probablemente desde la inconsciencia ideológica, el también antiguo Aión griego, la Eternidad inmóvil, de la cual el Chrónos, ya según Platón, era su copia o imitación móvil.
A su vez, estas percepciones cronológicas y eternizantes, van siendo cada vez más compatibles , en la medida en que se desenraizan de sí mismas, con la vivencia de lo que Bergson denominó la Duración, una forma subjetiva de percepción temporal que prescindiendo fundamentalmente del tiempo del reloj, se sumerje en la experiencia inmediata, en soledad o en compañía, objetivándose en un quehacer entusiástico que tiene un fin en sí mismo o en una querencia liberadora que se desprende de cualquier egocentrismo.
Pero, generalmente, para llegar a vivir dicha experiencia de la Duración, suele ser necesario rescatar cierto sentido de la oportunidad, del tiempo adecuado para hacer o no hacer determinadas cosas, recuperar, en fin la tercera forma temporal ya descrita por la filosofía griega , que no es sino el Kairós, el tiempo de la ocasión, el de «la ocasión la pintan calva» porque, a veces,bajo el acoso del Kronos, que es también el tiempo del Trabajo y el Capital y en la angustia del Aión ,no se percibe ese momento justo que «hay que coger por los pelos» antes de que desaparezca.
Es de suponer que, a más de las demostraciones de disciplina social, profesionalidad o solidaridad que ya están constituyendo valores positivos en esta pandemia, la experiencia de la Duración , individual o social, y una mayor atención ante las señales del advenimiento de la Ocasión , resulten al cabo favorables…